Iluminaciones sobre el negro
Un recorrido por el crimen con Antonio Lozano
Antonio Lozano nació en 1974, en Barcelona, pero prefiero imaginarlo perdido en las calles de Nueva York o en las colinas de Los Ángeles. En este vibrante recorrido por el crimen literario y real (él mismo se disculpa al principio) predomina su afinidad anglosajona. Sí, tendrá más espacio James Ellroy y John Connolly que Fred Vargas (a quien de todas formas dedica un excelente texto, como a Jean-Patrick Manchette), pero de todos modos esta obra puede entenderse como fuente de consulta –sin olvidar los trabajos de Paco Camarasa, Jordi Canal y Álex Martín Escribà– y analítica completa de una fascinación.
Es de agradecer que el autor señale la falsa innovación, y “ese virus hollywoodiense por el que se abusa del giro y se riza el rizo”. El boom del género, el aluvión de títulos exige más que nunca que escribir sobre libros sea distinguir
Ted Bunty o con el asesino del machete. O parte de esa rígida “comunidad fan” que, como se cuenta aquí, frunció la nariz con la inmersión sobrenatural del mal en la vida del detective Charlie Parker, del irlandés John Connolly (uno de los autores que vinieron a sacudir el género, fundiendo dos tradiciones imposibles).
Por debajo de esta escritura, ocurre que este autor puede invocar a Carson McCullers. Y que una y otra vez lo respalda la literatura, sin más. Así que a continuación, con la compañía de mi guitarra, un rato de felicidad con mis partes preferidas: las reflexiones sobre la naturaleza de James Bond y otros espías, el destino “en bucle” de Philip Marlowe, el acabado perfil de Jim Thompson, el acierto de rescatar a Giorgio Todde, la agudeza sobre JeanPatrick Manchette, incluyendo a Dominique Manotti. La genealogía del punto de vista: si del criminal, si de la víctima, si del investigador (algo de lo que también hablaba Ricardo Piglia, por supuesto también citado aquí).
Y no he terminado: el apunte sobre la figura de la mujer en el mundo del hardboiled, el retrato del sur con James Lee Burke y otro de los grandes descubrimientos de los últimos años, Brian Panowich. El contraste entre aquellas tertulias brittish presididas por Dorothy L. Sayers y el despacho de Dennis Lehane. Su viaje desde la figura del flânneur y el del “sujeto errante” a esa otra, a veces de impermeable, que parece ausente, perdida en la ciudad. Pero el detective verdadero nunca deja de estar atento, nunca deja de observar.
Porque es así: en este mundo de psicópatas, agentes sombríos y torturados se necesita una gran curiosidad, también inteligencia y sensibilidad. Sin ellas, no habría sido posible cincelar este estilo vibrante, y este trabajo iluminador sobre un color –el negro– que por defecto se traga la luz.
Reflexiona sobre James Bond y otros espías, perfila a Jim Thompson, rescata a Giorgio Todde y habla de Manchette
Antonio Lozano Lo leo muy negro