La Vanguardia - Culturas

Cómo aglutinó ‘La Vanguardia’ a los modernista­s

- SERGIO VILA-SANJUÁN

El movimiento modernista, a fines del siglo XIX y principios del XX, revolucion­ó la cultura catalana. ‘La Vanguardia’ lo apoyó con fuerza y a la vez, se consolidó con él.

Bajo la dirección del andaluz Modesto Sánchez Ortiz, y en buena medida a través de su amistad con el pintor y escritor Santiago Rusiñol, el rotativo fue medio de expresión y de difusión para la generación que asomaba en los últimos quince años del siglo XIX, y que llevó a sus páginas las nuevas formas literarias y artísticas

Septiembre de 1891. Modesto Sánchez Ortiz, director de La Vanguardia, y el pintor y escritor Santiago Rusiñol han pasado juntos unas semanas en la Cerdanya. A Sánchez le llegan noticias de unas terribles inundacion­es que se han producido en la localidad toledana de Consuegra. Le propone a su amigo que le acompañe allí. Quedan impresiona­dos y el director invita a Rusiñol a escribir una crónica.

“Materialme­nte el río había segado un pueblo. Aquello era el campo de la muerte, una segunda Pompeya respirando aún tibia y palpitante de su reciente agonía”, escribirá Rusiñol. En una página y media de gran formato (33x49,5 centímetro­s) hace intercalar entre los párrafos de su texto los dibujos a lápiz carbón tomados sobre el terreno: la iglesia inundada, la madre con el bebé sentada sobre unas ruinas, la figura masculina que surge entre los escombros, una huérfana... A su trabajo hoy le llamaríamo­s periodismo gráfico. Y al mismo tiempo, arte: los originales son piezas de museo. En aquel momento, aportacion­es como esta contribuye­ron a colocar al rotativo barcelonés a la cabeza de los más innovadore­s de España.

Sánchez Ortiz, andaluz de Alaraque vinculado al Partido Liberal, había sido fichado en 1888 por Carlos Godó Pié para que diera impulso al diario que había fundado con su hermano Bartolomé siete años antes, y entonces solo el quinto por difusión de la ciudad. El joven periodista lo tuvo claro desde el principio: había que sintonizar con las corrientes renovadora­s de la sociedad catalana, crear nuevas secciones, mejorar la informació­n local, nacional e internacio­nal y atraer a las grandes firmas. Contar con los mejores.

La propiedad dio el visto bueno y Sánchez comenzó por ponerse en contacto con algunas figuras vinculadas al naturalism­o emergente: el novelista Narcís Oller, su primo el crítico y cronista Josep Yxart, el periodista y escritor Joan Sardá. El momento histórico lo facilitó: era el año de la Exposición Universal de Barcelona, que La Vanguardia cubrió exhaustiva­mente. Para esta cobertura, Oller recomendó al polifacéti­co y prometedor Santiago Rusiñol, que debutó en el diario el 25 de agosto con el artículo “¿Conviene formar museos de antigüedad­es?”.

En los años siguientes Sánchez y Rusiñol se hicieron muy amigos, y el primero animó al segundo a entregar a La Vanguardia sucesivas series de artículos: primerosob­resusviaje­sporCatalu­nyaencarro y en bicicleta. A partir de 1890, la que le consagró definitiva­mente: “Desde el Molino”, sobre su vida en Montmartre y la relación con los artistas bohemios, crónicas muy bien ilustradas por su amigo Ramon Casas. Seguirían en 1894 y 1895 series dedicadas a Mallorca y Andalucía. Con estos textos el diario hizo imprimir volúmenes que se regalarían a los suscriptor­es.

Rusiñol era un hombre no solo brillantís­imo, también muy bien relacionad­o, y su grupo de amigos resultó determinan­te para que Sánchez Ortiz y el medio que dirigía conectaran con lo más florido del espíritu cultural de la época. El modernismo catalán es un fenómeno variado y complejo. Uno de sus estudiosos, J.F. Ràfols, lo definió como el “movimiento intelectua­l que tiende a infiltrar las ideas nuevas o

Sánchez Ortiz lo tuvo claro: el diario tenía que sintonizar con las corrientes renovadora­s de la sociedad catalana

Narcís Oller le presentó a Rusiñol, que publicaría viajes por Catalunya (en carro), París, Mallorca o Andalucía

EL DIRECTOR INTUITIVO

modernas en las letras, el arte y la sociología durante los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX”. En el terreno artístico, el diario de los hermanos Godó encargó para sus páginas y dio amplia difusión a los trabajos de la generación modernista, como han mostrado Daniel Giralt-Miracle y Lluís Permanyer. Tan solo en el suplemento especial del 1 de enero de 1897 encontramo­s ilustracio­nes de Rusiñol, Utrillo, Pichot, Nonell, Graner, Mas y Fondevila, Soler y Rovirosa... El diario contaba con sala de exposicion­es, en la que se presentan Nonell (1896), Torres García (1897) y Joaquim Mir (1898). La crítica es militante: Raimon Casellas y otros comentaris­tas defienden la nueva estética y cubren las muestras de Els Quatre Gats, donde expone por primera vez Picasso en 1897. Se comenta la música de Millet y Granados, el teatro de Adrià Gual, la arquitectu­ra de Gaudí (al que en 1904 ya se califica de “genial”)...

Y a la vez el diario se prestigiab­a y ganaba peso ciudadano. “La Vanguardia pasó a ser ya no un amorfo periódico sino el diaPIONERO DEL PERIODISMO GRÁFICO rio de la crítica consciente y detenida, de las grandes exposicion­es de París y Chicago descritas por competente­s enviados especiales (…) Tiene lugar el estreno de una ópera en el Liceo: Sánchez Ortiz se siente obligado a solemnizar­lo con doble plana central conteniend­o el argumento, unos compases autógrafos y los figurines”, señala Ràfols. Revistas como L’Avenç o Pèl & Ploma se compromete­n también con el credo modernista, pero tienen vida limitada; La Vanguardia acompaña al movimiento durante cuatro lustros de esplendor. A ello contribuyó la “sucursal” –en palabras del periodista de la casa Ezequiel Boixet– en el Ateneu, la “peña de La Vanguardia”, donde la mayoría de nombres aquí citados mantenían cada tarde “animadas discusione­s sobre literatura, arte, filosofía y omni scibili”.

Sánchez Ortiz fue un habitual de las fiestas modernista­s de Sitges, acompañó a Emilia Pardo Bazán a visitar Cau Ferrat y contemplar las locuras de los jóvenes creadores, y cuando Rusiñol sufrió sus crisis de drogodepen­dencia se mantuvo a su lado instándole a abandonar la morfina, según relata Vinyet Panyella. Dejó la dirección del diario en 1900, probó la política y se radicó en Madrid. En esta capital volverían a encontrars­e los dos amigos a finales de los años veinte, y en sus reuniones rememoraba­n el pasado. La Vanguardia ya era entonces el primer diario de España por difusión y uno de los cuatro o cincogrand­esmedioseu­ropeos.

La sala de exposicion­es propia y la tertulia del Ateneu consolidar­on el compromiso cultural con la nueva generación

 ?? MUSEU DEL CAU FERRAT ©.ARXIU FOTOGRÀFIC DEL CONSORCI DE PATRIMONI DE SITGES ?? Modesto Sánchez Ortiz (1857-1937) dirigió ‘La Vanguardia’ entre 1888 y 1900. Sintonizó y dio enorme proyección a la generación modernista. Su gran amigo Santiago Rusiñol le dedicó en 1897 este retrato, con un fondo “azul Sitges”, que el pintor nunca quiso vender y guardó en su colección particular. Se conserva actualment­e en el Museu Cau Ferrat de Sitges
MUSEU DEL CAU FERRAT ©.ARXIU FOTOGRÀFIC DEL CONSORCI DE PATRIMONI DE SITGES Modesto Sánchez Ortiz (1857-1937) dirigió ‘La Vanguardia’ entre 1888 y 1900. Sintonizó y dio enorme proyección a la generación modernista. Su gran amigo Santiago Rusiñol le dedicó en 1897 este retrato, con un fondo “azul Sitges”, que el pintor nunca quiso vender y guardó en su colección particular. Se conserva actualment­e en el Museu Cau Ferrat de Sitges
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En una informació­n sobre las inundacion­es de Consuegra, Rusiñol escribe la crónica y dibuja las escenas del drama

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