El ala oeste del arte
Tienen a su disposición (en préstamo, eso sí) obras de museos como la National Gallery o el Smithsonian para decorar la Casa Blanca, pero su elección es más que eso: una declaración de principios de los presidentes de Estados Unidos, y de sus gustos perso
Los presidentes de Estados Unidos dejan su impronta en el mundo de la política, pero también del arte. Dicta la costumbre que al iniciar su mandato pueden elegir en préstamo obras de museos como el Smithsonian, la National Gallery de Washington o de la propia colección de arte de la Casa Blanca. Una tradición que se inició en la década de 1940, cuando las colecciones de los centros de arte se iban ampliando y estos no disponían de espacio suficiente para mostrarlos; el complejo presidencial se convertía así en una galería.
La selección dice mucho de cada dirigente, de sus gustos e implicación personal, del sello de su mandato, incluso de sus intenciones: Joe Biden ha hecho instalar en el despacho oval varios bustos, uno de Rosa Parks, icono de los derechos civiles de la población afroamericana, obra de Artis Lane, escultor afrocanadiense; otro de Robert F. Kennedy (ambos procedentes de la Galería de Retratos del Smithsonian), además de un tercero del líder del sindicalismo agrícola César Chávez, a cargo de Paul Suárez. Una declaración de principios para desmarcarse de su antecesor, Donald Trump; para conocer los gustos más personales habrá que ver qué se cuelga en las zonas menos políticas de la residencia presidencial. Porque también pueden seleccionar, los presidentes, las primeras damas y sus asesores obras para renovar tanto los salones oficiales y de trabajo como las dependencias familiares. Por ejemplo, una sofisticada, culta y europea en el sentido norteamericano del término Jacqueline Bouvier Kennedy eligió en 1961 una pintura del francés Eugène Delacroix, The smoker, dando de entrada una pista sobre lo que iba a ser una presidencia que pese a su brevedad todavía fascina a los estadounidenses; en las antípodas en todos los sentidos, su sucesora como primera dama, Lady Bird Johnson, se decantó por unas acuarelas y dibujos.
Las elecciones no suelen ser sorprendentes, artistas norteamericanos y en las últimas décadas con intención: afroamericanos, mujeres, por eso en el Museo Guggenheim de Nueva York se quedaron de una pieza cuando la recién llegada administración Trump se dirigió a ellos para pedirles una obra de Van Gogh, Paisaje en la nieve (1888). La conservadora jefe del centro, Nancy Spector, rechazó desprenderse temporalmente de la obra, pero ofreció a cambio America, el inodoro del artista italiano Maurizio Cattelan que, fabricado en oro de 18 quilates, simboliza el exceso del lujo. Más que una indirecta.
Los Bush, padre e hijo, siguieron la línea de perfil bajo, artísticamente hablando, de los Johnson, y solo tomaron prestados dibujos, paisajes y algunos cuadros impresionistas, con una excepción notable: durante seis años, el cuadro de Georgia O’Keeffe Jimson weed/ White flower n. 1 (1932) estuvo colgado en el comedor privado del presidente a petición de Laura Bush. El motivo es una flor blanca, una hierba de Jimson, que gustaba mucho a la pintora y que perteneció a su hermana, antes de donarla al Museo Georgia O’Keeffe de Santa Fe. Tras recuperarlo del préstamo presidencial, el museo lo acabó subastando para disponer de más capital para su fondo de adquisiciones y alcanzó la friolera de 44 millones de dólares en el 2014, una de las cifras más altas alcanzadas por una artista mujer, lo que indica que Laura Bush no iba tan desencaminada. El detalle de artista mujer no es baladí: O’Keeffe fue la primera artista cuya obra entró en la colección de la Casa Blanca; fue Hillary Clinton quien convenció al Comité para la Preservación de la Casa Blanca de que aceptara Mountain at Bear Lake-Taos (1930). La pintura, un paisaje de Nuevo México, se instaló primero en el Salón Verde, pero ante las críticas de que no encajaba con la decoración del siglo XIX, en el 2004 se movió a la biblioteca, donde el 2009 se colocó sobre la chimenea.
Los Clinton también pidieron prestados dos cuadros del pintor afroamericano William H. Johnson (1901-1970),