La Vanguardia - Culturas

De Matzneff a Duhamel

- JOAN DE SAGARRA

Mi amiga C., la marquesa napolitana, me echa en cara el no haber escrito ni una sola línea sobre El consentimi­ento( editorial Lumen/Empúries), el libro de Vanessa Springora en el que se despacha con Gabriel Matzneff, al que acusa de haberla violado cuando ella era una menor. La marquesa, que me conoce, vamos, que nos conocemos desde hace un montón de años, no llega a interpreta­r mi silencio como una tácita aceptación de la conducta, de la figura de Matzneff –del que hemos hablado en más de una ocasión y C. sabe que leo y aprecio sus libros–, pero mi silencio la desconcier­ta, y más tratándose de ese París, de ese Saint-Germain-des-Prés que ambos hemos conocido, sin, ay, haber coincidido en él.

Pues no, no he escrito nada sobre el libro de Vanessa Springora por la sencilla razón de que ninguno de mis amigos escritores y/o críticos literarios me lo ha recomendad­o. Lo que la señora Springora cuenta en él me es sobradamen­te conocido por lo que he podido leer en la prensa francesa. Gracias a ella he conocido a la joven Vanessa y su relación con el sátiro de Matzneff, pero ello no basta, no me basta para que me zampe el escrito de la víctima. Si alguno de mis amigos escritores y/o críticos me hubiese dicho que la señora Springora era una escritora de pies a cabeza, capaz de hacer con aquella niña de 14 años algo parecido a lo que Flaubert hace con la señora Bovary, y quien dice Flaubert y la señora Bovary dice… y aquí cada cual pone sus devociones y debilidade­s, tengan por seguro que me habría leído su Consenteme­nt.

No basta con que uno haya pensado en una o más de una ocasión en matar a su padre para leer Los hermanos Karamazov. Para leer a Dostoievsk­i basta y sobra con que a uno le agrade eso que se conoce por la buena, la excelente y, en el caso del ruso, la extraordin­aria literatura.

Otro libro que no he leído ni pienso leer es La familia grande (editorial Seuil), de Camille Kouchner, en el que la señora cuenta, después de un montón de años, la violación y la relación de dependenci­a de su hermano gemelo, a partir de los 13 años, con su padrastro. De no ser por lo que he leído sobre dicho libro en la prensa y en las revistas francesas, tengan por seguro que, como viejo periodista, con una curiosidad periodísti­ca afortunada­mente inalterabl­e, me lo hubiese zampado. ¿Por qué? Pues porque entre lo que le ocurrió a la pequeña Springora y al pequeño Kouchner, prácticame­nte a la misma edad, hay una gran diferencia. Diría incluso que brutal. Porque en el caso del joven Kouchner el violador es su padrastro. Vamos, que estamos ante un caso de incesto, donde, normalment­e, suele reinar el silencio. El silencio, el miedo y la vergüenza. Pero es que además, el niño Kouchner no es un niño cualquiera, y el padrastro…

El niño Kouchner es hijo de Bernard Kouchner y de Evelyne Pisier (1941-2017). Bernard es el fundador de Médicos sin Fronteras y su mujer, Evelyne, es una de las primeras catedrátic­as francesas de Derecho Civil, una discípula de Simone de Beauvoir y, toma castaña, amante de Fidel Castro antes de tener tres hijos con Bernard Kouchner. Luego se divorciarí­a y se volvería a casar, en una ceremonia celebrada por Michel Rocard, con un brillante profesor de Derecho: el politólogo y constituci­onalista Olivier Duhamel, el padrastro del libro de Camille.

Comparado con el libro de Vanessa Springora, el de Camille Kouchner reviste un doble interés: aborda el incesto –no es lo mismo que te viole Matzneff que te viole tu padre, tu abuelo, tu tío, tu hermano o tu padrastro–, y pone en evidencia lo que fue o lo que queda de aquella divine gauche o, mejor, de aquella gauche caviar, de los años gloriosos del mitterrand­ismo. Un mundo que una vez al mes se da cita en París para la cena del Siècle, una especie de Círculo Ecuestre fundado en 1944 siguiendo el modelo de los círculos masónicos, cuyos miembros son elegidos entre la flor y nata del capitalism­o francés y de la función pública. Una especie de Círculo Artístico que presidía, hasta hace unos días, Olivier Duhamel.

Todo lo que acabo de contarles lo

el mes de Joan de Sagarra

Sobre la calidad literaria de los libros de Vanessa Springora y Camille Kouchner, ambos centrados en destapar abusos de menores en un entorno de alta cultura

Ambos libros ponen en evidencia lo que queda de aquella gloriosa ‘gauche caviar’ del mitterrand­ismo

En Francia se debate el futuro del delito de incesto, el cual, según la actual jurisprude­ncia, deja bastante que desear

he pillado en los periódicos y semanarios franceses, donde, al margen de ello, se empieza a abrir un debate la mar de interesant­e sobre el futuro jurídico del delito de incesto, el cual, según la actual jurisprude­ncia francesa, deja bastante que desear. Debate que, como buen periodista, espero seguir. Pero, como persona amante de los libros permítanme que prescinda de La familia grande. Le reconozco el mérito de haber destapado algo hasta hoy muy secreto –y más entre ciertas familias–, pero la literatura es otra cosa, algo más complicada. Para bien o para mal.

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