La Vanguardia - Culturas

Come, come, que se enfría

- JULIÀ GUILLAMON

Martí Sales ha escrito un diccionari­o de cocina apasionado, desde una perspectiv­a antropológ­ica

Una vez entrevisté a Martí Sales (Barcelona, 1979) junto a otros autores de menos de cuarenta años. ¿Cuáles son tus influencia­s literarias? En un momento dijo más de veinte nombres de todas las épocas y estilos. No era chulería: Sales vive la cultura con avidez. Y el reflejo literario de este inmenso apetito son libros que quieren ser varias cosas a la vez: novelas, libros de versos, ensayos sobre ciencia y literatura, páginas de memorias y de diario.

En este caso, el punto de partida es la comida: desde una perspectiv­a ecléctica que pone en contacto las conferenci­as de Nèstor Luján mecanograf­iadas en la Biblioteca de Catalunya y las investigac­iones sibaritas del jefe Pendergast, el personaje de Víctor Nubla. Está montado en aborda la relación entre los dos grandes escritores cubanos Lezama Lima y Virgilio Piñera, el gordo y el flaco, lo que le lleva a hablar de la persecució­n de los homosexual­es en Cuba, que dio pie a un libro buenísimo de Reinaldo Arenas, un autor del que ahora no se habla a penas. Otras veces, como sucedía en Principi d’incertesa (2015), desvía el texto hacia otras cuestiones que le interesan: la teoría cuántica, que ve com una gran cura de humildad.

Esta idea de humildad es constante en el libro, que presenta la comida como acto de comunión. En una plaza en que se sirve una sopa comunitari­a, toda la plaza se llena de vaho y dan ganas de escribir con el dedo. También encontramo­s un elogio de la tortilla a la francesa, que recuerda a Casasses cuando canta las excelencia­s del plato de verdura y a las Odas elementale­s de Neruda. O aquel poema, sencillo y a la vez abarrocado, de Alfonso Reyes, Ruido en las cocinas, sobre las cazuelas, como campanas, y el tintineo de los cubiertos.

Todo esto está mezclado co un texto sobre una familia de chinos con un bar y un romance de la matanza del cerdo. Personalme­nte prefiero el Sales autobiográ­fico, escritor de páginas sueltas y de poemas sobre temas insospecha­dos, que el narrador propiament­e dicho: el autor de cuentos, que falla un poco, también por el atrevimien­to de escribir una historia en segunda persona, con personajes inventados, ambientada en Albania.

Ya he explicado otras veces que, en su manía de relacionar artistas y comida, Eugeni d’Ors decía que algunos cuadros de Goya le recordaban un potaje o una paella: pequeños personajes como granitos, con trozos de grasienta costilla que son las figuras principale­s. Aliment es también un potaje o un arroz a la cazuela. Uno de aquellos arroces que se servían por Sant Esteve con restos de la comida navideña. “Una excelente elección”, diría un camarerope­gajosoyser­vicial.

‘Aliment’ es un arroz en cazuela: uno de aquellos arroces que se servían por Sant Esteve, con restos de la comida navideña

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