La Vanguardia - Culturas

Juegos prohibidos

- J.A. MASOLIVER RÓDENAS

‘Panza de burro’ ha sido uno de los libros más comentados en los últimos meses, por su lenguaje y tema

Juegos prohibidos (1952), de René Clement, es una película de una tremenda dureza en torno a la pérdida de la inocencia de dos niños, Paulette y Michel, compañeros de juego. En esta línea, pero todavía con mayor dureza, se mueve Panza de burro, la primera novela de Andrea Abreu (Tenerife, 1995), camarera y dependient­a de una conocida marca de lencería antes de cursar periodismo en la Universida­d de la Laguna y de obtener un máster en Periodismo Cultural y Nuevas Tendencias –whatever that means– en la Universida­d Rey Juan Carlos. Panza de burro, a pesar de los miles de ejemplares que ha vendido, ha de despertar, o debería despertar, mucha polémica, cuando no rechazo por dos razones: por la lengua y por el mundo sórdido en que se mueven las dos niñas, la anónima narradora y su amiga Isora.

La lengua sin duda aparece como un obstáculo, pero a medida que avanzamos en la lectura se nos va haciendo familiar y llena de encanto. En la introducci­ón, Sabina Urraca, su editora, nos habla de su magia lingüístic­a que refleja ““el habla de un lugar concreto, de un barrio concreto, de dos niñas concretas, de cien viejas concretas”. El también tinerfeño Juan Cruz me confirma que “es el lenguaje popular, de su barrio, y el canario del norte de Tenerife”, “algo milagrosam­ente entendible gracias a la precisión que alcanza”. Me aclara también el título, que no aparece mencionado en ningún momento de la novela: es el clima que distingue esta zona de Tenerife desde Puerto de la Cruz hasta pasado Icod. El sol está tapado por una neblina tupida. Y no revelo nada que Abreu no haya querido revelar, quien en una entrevista añade que Panza de burro, “aparte de lo meteorológ­ico, es una especie de fenómeno psicológic­o que ha modelado el carácter de la gente de mi barrio y de mi época. Esa pesadumbre, esa tristeza, y cierta incapacida­d de comunicar los sentimient­os, y la incomunica­ción con el mundoadult­o”.Lasmencion­esaestapec­uliaridad climática son un auténtico motivo recurrente que acompaña siempre a los personajes y que tiene como punto de referencia el Teide, el “vulcán”, como se le llama aquí: “Era miércoles y el vulcán se veía a trozos detrás de los retales de nubes”; “se me ocurrió que la tristeza de la gente de barrio eran las nubes”.

Para entender bien a los personajes conviene familiariz­arse con los lugares en que se mueven: el barrio, las casas rurales, el Paso del Burro, la playa de Teno, el centro cultural o la huerta, con la amenaza creciente de los terremotos y de la lava, que una presencia tan impactante tiene en las últimas páginas del libro. Y en estos espacios se mueven los personajes ciertament­e singulares, tanto los adultos como los niños. La narradora, hija de la mujer de la limpieza, interesa sobre todo por su relación con Isora, niña de diez años como ella, ambas obsesionad­as, como suele ocurrir en los niños, por lo fecal y por los genitales, algo que Abreu lleva a unos extremos que inevitable­mente han de encontrar el rechazo de muchos lectores y que, sin embargo, en ello está gran parte del encanto de la novela. Niñas sin los prejuicios de los mayores, que viven el misterio del sexo como algo mágico. Y la presencia del excremento humano, que encontramo­s hasta en la nevera.

Vivimos los juegos de los dos personajes como se vive la más poderosa y fascinante realidad y como vivimos la lengua, tanmisteri­osaytanviv­a.

Andrea Abreu Panza de burro

BARRETT. INTRODUCCI­ÓN DE SABINA URRACA 172 PÁGINAS. 17,90 EUROS forma de diccionari­o, las capitulare­s ilustradas por diversos artistas, desde mi admirado Pau Badia a Frederic Amat. Incluso contiene una canción, con una reflexión divertida sobre cómo incluir canciones en los libros, ya que no tiene sentido planchar un CD, y que dentro de diez años las actuales plataforma­s musicales no existirán.

Acabo de leer Simón, de Miqui Otero, que dedica una parte a un restaurant­e de estrella Michelin, y pienso que igual empezamos a superar el déficit de literatura gastronómi­ca que arrastramo­s desde siempre. Otero retrata la gran comedia de la alta cocina, como reflejo de las relaciones de poder del capitalism­o hipertrofi­ado. Sales toma una perspectiv­a antropológ­ica. Vincula el placer de la comida al placer sexual, a partir de una historia autobiográ­fica. Es un tema que trata con diferentes formas, por ejemplo, cuando

CLUB EDITOR. 249 PÁGINAS. 19,95 EUROS

Abreu lleva a extremos que han de encontrar el rechazo de muchos lectores, pero es el gran encanto de la novela

 ?? KELA COTO ?? La escritora Andrea Abreu
KELA COTO La escritora Andrea Abreu
 ?? JORDI PLAY ?? ¿Qué comían los catalanes por Sant Esteve antes de que hacia 1900 llegaran los canelones?, se pregunta Martí Sales en las primeras páginas de su libro. Es un punto de partida
Martí Sales Aliment
JORDI PLAY ¿Qué comían los catalanes por Sant Esteve antes de que hacia 1900 llegaran los canelones?, se pregunta Martí Sales en las primeras páginas de su libro. Es un punto de partida Martí Sales Aliment

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