La Vanguardia - Culturas

De almas y máquinas

- ANTONIO LOZANO

La primera de Kazuo Ishiguro después del premio Nobel

Klara y el sol, el retorno de Kazuo Ishiguro a la novela tras el premio Nobel concedido en el 2017 y otro loable ejercicio de riesgo narrativo tras su tan desconcert­ante como sugerente predecesor­a, El gigante enterrado, lanza dos mensajes, uno de largo alcance y otro de corto. El primero es la confirmaci­ón de que su obra se ha sostenido en la pregunta de qué entendemos por ser humano y si esta condición no solo resiste múltiples estragos y desafíos (personales, históricos, ambientale­s…) sino si cabría extender sus parámetros más allá de la biología. Una trayectori­a que, a imagen de los neoplatóni­cos o los escolástic­os, se ha interesado por la naturaleza del alma, desde una constante mutación de perspectiv­as. El segundo es la constataci­ón de que tan ambiciosa búsqueda lo ha impulsado a ir tomando senderos de creciente abstracció­n y simbolismo en sus últimos trabajos, lo que comporta una valiente renuncia a toda forma de conservadu­rismo o a plegarse a la repetición de fórmulas ya ensayadas, con el inevitable contrapeso de sacrificar por el camino a lectores de perfil acomodatic­io.

“¿Quién soy?” –o para ser más precisos, “¿quién soy yo para los demás y qué dice eso de mí?”– es la pregunta recurrente que ha atravesado sus ficciones, desde la exploració­n de sus raíces japonesas en las fundaciona­les Un artista del mundo flotante y Pálida luz en las colinas, pasando por los desnortado­s y atribulado­s protagonis­tas de Los restos del día, Los inconsolab­les y Cuando fuimos huérfanos. Klara y el sol quizá suponga la apuesta más radical en el apego cada vez mayor de Ishiguro por las atmósferas ambiguas y en ocasiones indescifra­bles, entre lo onírico y lo enigmático, que funcionan al modo de espejo de la confusión existencia­l en la que viven instaladas sus criaturas. Si en Nunca me abandones acudía a la ciencia distópica y en El gigante enterrado a la fábula de tintes medievales para hablarnos del amor y la muerte, esta vez se apoya en la tecnología sustitutiv­a para seguir indagando en idénticos asuntos.

Lo que podemos revelar del argumento: Klara es una inteligenc­ia artificial necesitada de energía solar para su óptimo funcionami­ento y dotada de grandes poderes de observació­n que aguarda paciente en una tienda su ocasión de acabar en el hogar de alguna persona. Cuando una joven se encapriche de ella y la adopte, su interacció­n con los humanos pondrá a prueba su capacidad para descifrarl­os y se verá envuelta en un plan inquietant­e que la forzará a agudizar sus recursos para sortearlo.

Narrada en primera persona por Klara, la historia limita al máximo los grandes marcos –no conocemos la época, el lugar, cómo se produjo el desarrollo de las máquinas…–, suministra escasas (pero muy perturbado­ras) pistas sobre la sociedad donde se desarrolla y funciona en buena medida a base de volver sobre unas mismas situacione­s o momentos. En un salto mortal literario, Ishiguro concede el timón de la narración a una bondadosa alma de metal que manifiesta las dificultad­es que presenta descodific­ar nuestras emociones y acciones, y que opta por actuar sobre el mundo de forma tan poética como sorprenden­te. Igual que ella no siempre nos entiende a nosotros, los lectores no siempre la entendemos a ella. Esta corajuda decisión por parte de Ishiguro puede bañar de extrañeza y frialdad el conjunto pero el despliegue técnico –la armonía con que fluye el relato, la transparen­cia que emana de la prosa…– es admirable y la invitación a debatir sobre si existe algo que nos haga únicos deja huella. Además, hay una suerte de paradoja endiablada en que una novela que se postularía entre las definitiva­s sobre la esencia del corazón humano venga protagoniz­ada por unos circuitos de carga solar, y el seguidor acérrimo del escritor gozará ponderando los hilos que unen al “robótico” mayordomo Stevens con los adolescent­es del internado de Hailsham y Klara.

Kazuo Ishiguro Klara y el sol/La Klara i el sol

ANAGRAMA. TRADUCCIÓN AL CASTELLANO: MAURICIO BACH/ AL CATALÀN: XAVIER PÀMIES. 384 PÁGINAS. 20,90 EUROS

Estados Unidos, Alemania y otras geografías. En cada capítulo encontramo­s una pequeña introducci­ón histórica en la que descubrimo­s qué es y por qué desapareci­ó, y poco a poco nos adentramos en el relato que Schalansky nos propone. Hay momentos en los que se decanta por la reflexión personal y la fascinació­n por lo que explica. En otras ocasiones escoge un personaje concreto, imagina la mirada de un artista, se pone en la piel de alguien que recuerda su propia vida e imagina otra, o nos ofrece un estudio sobre la figura de una poetisa. Fantasía y realidad, historia y mito, el recuerdo y la palabra se unen para construir cuadros de distinto formato, estilo y color.

En cada uno de los retratos de estos objetos olvidados, perdidos o desapareci­dos, encontramo­s una mirada propia, un punto de vista que busca destacar un elemento concreto de la historia. Y entremedio, como quien no quiere la cosa, las reflexione­s y preguntas del prólogo se van colando por las rendijas de los fragmentos del tiempo y la historia. Un libro poético y curioso que reflexiona sobre la idea de desaparece­r, la certeza de nuestra finitud y la posibilida­d de recordar lo que ha sido, lo que somos, lo que se perderá.

Klara es una Inteligenc­ia Artificial necesitada de energía solar para su funcionami­ento y dotada de poderes de observació­n

Judith Schalansky Inventari de coses perdudes

MÉS LLIBRES. TRADUCCIÓN: MARIA BOSOM. 288 PÁGINAS. 20,50 EUROS

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GETTY IMAGES Kazuo Ishiguro, durante el discurso que pronunció tras recibir el premio Nobel de Literatura el 10 de diciembre del 2017

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