La Vanguardia - Culturas

Cierta clase de espíritu

- LILIAN NEUMAN

Tres son las mujeres que protagoniz­an, de forma sucesiva, este asunto que se abre camino, lento, seguro y pernicioso. Cuando una de ellas decide husmear en las citas por internet, luego de un divorcio que la ha dejado sola con su hijo, ese espíritu de ojos penetrante­s de la señora Patricia Highsmith está sobrevolan­do por encima de nuestros hombros. Y de cierta clase de espiritual­idad trata este libro.

En una anterior novela de Dror Mishani (Holón, 1975), protagoniz­ada por su comisario Abraham Abraham, se dice que en su país, Israel, no abundan –o directamen­te no existen– ficciones de asesinos en serie. Sí, y en cambio, sabemos de una meticulosa y analítica creadora de ambientes criminales, la señora Batya Gur (19472005), cuyas novelas siguen siendo valiosas inmersione­s en mundos que investiga y agota, a través de su policía Michael Ohayon. Por ejemplo, la estirada y estricta comunidad psicoanalí­tica de El asesinato del sábado por la mañana.

Esta novela de Mishani no pertenece a una serie y sí a una forma de espiritual­idad que mejor no nombrar. Es un libro excepciona­l, por muchos motivos. Mishani traduce el latido del corazón, el pulso del desasosieg­o. Comprende a la agotada madre que no sabe cómo explicarle a su hijo que su padre no quiere saber nada de él. Y comprende a tantas damas como ella. Y a continuaci­ón se centra en otra muchacha, que ha emigrado desde Letonia e intenta ganarse la vida cuidando de una señora mayor, o limpiando la casa de un tipo que puede ayudarla. También acierta con esta inmigrante que

Es un libro excepciona­l, por muchos motivos; Dror Mishani traduce el latido del corazón, el pulso del desasosieg­o

escribe en su cuaderno palabras en hebreo, idioma que apenas consigue entender, que acude a la sacristía de un sacerdote que podría ayudarla, y con el mundo en el que a duras penas puede respirar y encontrar sosiego.

Este escritor conoce la ficción criminal, pero sobre todo conoce a la gente y sus secretas penurias. Es tan fácil estar solo en cualquier ciudad. Tan sencillo quedarse enjaulado y, desde dentro, aceptar la mano extendida de un ser sin atractivo, sin personalid­ad. Incomprens­iblemente atrayente. Y así se llega al tramo final de esta narración, cuando la fatalidad obliga a apurar el paso y cerrar los ojos. Y aunque el dolor parece llevar siempre al mismo camino, lo que depara la parte final de esta lectura nadie, ni el más refinado de los espíritus, lo habría podido imaginar.

Dror Mishani Tres

ANAGRAMA/EMPÚRIES. TRADUCCIÓN AL CASTELLANO: SONIA DE PEDRO/AL CATALÁN: ROSER LLUCH OMS. 264 /296 PÁGINAS. 20,90 EUROS

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