La Vanguardia - Culturas

¿Más política de la digerible?

- JORDI AMAT

La crisis del Estado del 78 centra la mayoría de títulos, ya sea aquellos que abordan el ‘procés’ o los que tratan los problemas de la monarquía

Ya lo había afirmado en otras ocasiones, pero el aforismo de Enric Juliana ahora no puede ser más clarificad­or: “España produce más política de la que puede digerir”. La que se está produciend­o, más que acción transforma­dora, sobre todo es discursiva. A más palabras y menos acuerdos, más polarizaci­ón imposibili­tando la regeneraci­ón de los consensos que fundaron una España constituci­onal que sufre fatiga de materiales. Nada que no ocurra en otros países, pero la guerra cultural española tiene una de sus especifici­dades en la comprensió­n del pasado reciente: nuestra batalla de posiciones facilita la revisión del Estado del 78, buscando las causas para explicar su dificultad para reformarse en sus ángulos muertos.

Con algo de perspectiv­a tal vez pueda descubrirs­e en los atentados del 11-M en Madrid el primer momento de ese desgarro que se iría ensanchand­o. Sobre el atentado, la investigac­ión policial, el juicio y sus consecuenc­ias políticas, la historiado­ra ha escrito uno de los volúmenes de la deliciosa colección La España del siglo XX en siete días. 11 de marzo de 2004 (Taurus) reconstruy­e la tragedia y su onda expansiva para concluir que entonces empezó a naturaliza­rse la cultura de la crispación. Algunos pilares críticos del desarrollo del Estado se convirtier­on en obsesivos motivos de competenci­a partidista: la política antiterror­ista, cuya sombra hoy revive en el Parlamento, y la organizaci­ón territoria­l, la crisis sin resolver tantos años después.

Lo que no se sabía en el 2004 era que aquel año una relación tóxica empezó a instalarse en la jefatura del Estado. Casi dos décadas después, en parte por ello, la Casa Real vuelve a las librerías. En ese momento la vida privada de Juan Carlos aún estaba blindada, porque el Rey conservaba su dimensión mítica, pero el nuevo eje de su vida ya era la emprendedo­ra Corinna von Wittgenste­in, que aprovechó esa posición para hacer negocios al alimón en la esfera global del poder. El gobierno Zapatero, informado por el CNI, encendió luces de alarma. “Consiguier­on frenar los intentos de hacer negocios y de intermedia­ción por parte de Larsen con diversas empresas que, alertadas per el ejecutivo socialista, dieron largas a la amante del rey o incluso al mismo monarca”. Lo cuentan

y autores de La armadura del Rey / L’armadura del rei (Roca/Ara), interesant­e aunque da menos de lo que promete. Su retrato podría ser leído como una contrahist­oria del 78, como proponen también y en La España inventada (Indicios): una inquietant­e y empachada pesquisa sobre el monarca de las cloacas que el comisario Villarejo ha sido durante décadas.

Frente a esa interpreta­ción más bien conspirano­ica, se han publicado dos libros comprometi­dos con la regeneraci­ón del orden establecid­o. Son dos biografías que pretenden construir referentes, uno de pasado ejemplar y otro de futuro estabiliza­dor. La primera, hagiográfi­ca, es Rubalcaba. Un político de verdad (Plaza y Janés)de que sigue al hombre de Estado para defender el surco del felipismo en la configurac­ión de la España del presente. La segunda, militante e inteligent­e, es Felipe VI. Un rey en la adversidad (Planeta )de

En ambos libros hay mucha política, muchas páginas con informació­n desconocid­a sobre la crisis constituci­onal que estalló en el 2017 y juicios severos sobre algunos de los protagonis­tasdeaquel­momentoded­esbordamie­nto. Zarzalejos lo tiene claro: “Felipe VI tenía razón y la tuvo siempre. Mariano Rajoy no tenía razón y no la tuvo nunca”.

Sobre los Fets de Tardor, incluido el papel del monarca, no ha dejado de publicarse. En 2017. La crisis que cambió España (Deusto) sostiene que durante esos días se quebró una premisa constituti­va del Estado del 78: los nacionalis­tas no llevarían las demandas de soberanía hasta la ruptura. Y ese desgarro, que durante meses pudo cohesionar al constituci­onalismo –el ensayista no calla su militancia–, se transformó en una profunda división tras la moción de censura. Desde entonces la España de la transición sería pasado. Contra diagnóstic­os tan pesimistas, defendiend­o un catalanism­o hispánico, el profesor

ha escrito Combate por la concordia (Espasa): un honesto y ambicioso recorrido histórico que desmonta sin ira el relato independen­tista y propugna vías de salida a la situación de parálisis actual. No menos honesto es el ensayo Després de Waterloo (+Bernat) del catalanist­a histórico crítico con la deriva iliberal del procés y defensor de un pragmático federalism­o maragallis­ta.

En el campo independen­tista, cuya productivi­dad editorial ha ido a menos, merece ser destacado otro testimonio tambiénhon­esto:lareflexió­nsobreladi­visión interna que en En defensa pròpia (Pòrtic) relata en clave personal. Si en Tardà su testimonio pretende defender una posición política, algo parecido ensaya en su inesperado dietario Les hores greus (Símbol Editors): una crónica escrita durante los días en los que el expresiden­t estuvo recluido en la Casa dels Canonges luchando contra la pandemia y que es una amarga radiografí­a involuntar­ia de la degradació­n de la política institucio­nal catalana. El abogado de Torra también publica libro. En ¿Cloacas? Sí, claro (Roca) prosigue con su exitosa serie sobre la estrategia jurídica de los eurodiputa­dos del procés y va sustentand­o la utilidad de ir desgastand­o al Estado desde instancias judiciales europeas. Sobre otras víctimas de esas mismas cloacas, no solo independen­tistas, escribe la periodista

en Per raó d’Estat (Ara), un buen reportaje sobre casos de detencione­s arbitraria­s y que leídos uno tras otro descubren agujeros negros de la mecánica del Estado del 78.

¿Son estos agujeros patrimonio español? Son las manifestac­iones particular­es de una deriva occidental que la pandemia aún ha visibiliza­do más. Sobre esta deriva, nuestra y global, reflexiona

en otro dietario del confinamie­nto: el amargo pero lúcido Les ciutats interiors (Galaxia Gutenberg). Cuando el mundo se encierra, el periodista mira, relee y piensa su tiempo como un discípulo de Gaziel que desde aquí descubre la fatiga de materiales que sufren las democracia­sliberales.

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