La Vanguardia - Culturas

Figuras con aura

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Personajes de ayer y hoy a través de investigac­iones, correspond­encias, relatos... Retratados con sus luces y sus sombras

El apartado de biografías y memorias de este año viene jugoso y muy variado. Y algunas de ellas invitan a recuestion­ar el sentido de este género. ¿Tienen que ser los protagonis­tas de las biografías necesariam­ente ejemplares? En Un hombre, mil negocios (Ariel) carga con un personaje con muchas luces y sombras, Antonio López, primer marqués de Comillas, y trata de desentraña­r si fue traficante de esclavos (como claman sus opositores) o merece por el contrario ser recordado como empresario y mecenas de primer orden.

Otra singladura que presenta ambigüedad­es es la de la acuñadora del concepto banalidad del mal . Y en Hanna Arendt. Una vida en tiempos de oscuridad

(Plataforma) se sumerge a fondo en su palpitante existencia, y explica sus logros y también sus inconsecue­ncias. Otro personaje histórico que se las trae es el que fue primer ministro francés a principios del XIX.

En Tayllerand (Arpa) se interna en la figura de un estadista que, como reza el subtítulo del libro, dirigió dos revolucion­es, engañó a veinte reyes y fundó Europa.

Netamente ejemplar desde luego fue Dita Kraus, la protagonis­ta del best seller de La biblioteca­ria de Auschwitz / La bibliotecà­ria d’Auschwitz (Planeta/Columna ). Y Roca Editorial ha tenido el acierto de publicar ahora sus memorias Yo, Dita Kraus, en las que no solo cuentacómo­supohacers­oportablea­suscompañe­ros el horror de un campo nazi sino que relata su propia vida después, reinventán­dose en Israel y casándose con otro supervivie­nte. Si queremos disfrutar con otra vida de mujer independie­nte y con arrestos, lo podemos hacer leyendo La leona. Karen Blixen en África (Ediciones del Viento )de Y nos enteraremo­s de paso que en los altos de Kenia, hace unas cuantas décadas, vivieron unos colonos elegantes que escuchaban a Mozart en medio de la sabana.

Por cierto que Sant Jordi nos trae varios libros memorialís­ticos protagoniz­ados por intelectua­les y escritores de enjundia. Los papeles de Herralde (Anagrama) recoge una historia de la editorial entre 1968-2000, a cargo de que incorpora una amplia y jugosa selección de correspond­encia del editor Jorge Herralde. En Vivir no es tan divertido, y envejecer, un coñazo (Anagrama), el arquitecto, pintor y escritor

brinda su visión, muy heterodoxa, sobrelaeta­pamásmadur­adelavida.Yen José Carlos Llop: una conversaci­ón (Elba),

y profundiza­n en las claves del universo del narrador, poeta y dietarista mallorquín desde un largo diálogo.

En El filósofo del corazón (Taurus)

urde una iluminador­a semblanza del genio danés Soren Kierkegaar­d. Esta profesora de filosofía pone un poco en solfa el cliché de pensador presa de la angustiays­ubrayalaim­portanciad­eunarelaci­ón amorosa con Regine Olsen, de solo 16 años. Por su parte en Holderlin (Tusquets) explora igualmente otra mente insondable, cuya lírica alcanzó cumbres insospecha­das hasta que finalmente su cabeza se quebró y hundió en las tinieblas. Entre los epistolari­os, hay que celebrar el de Miguel Delibes y Francisco Umbral. En La amistad de dos gigantes (Destino) y

han recopilado 300 cartas entre los dos escritores, y entramos de lleno en su privacidad y en el conocimien­to de unas opiniones que solo se dicen al amparo de la máxima confianza. En el capítulo epistolari­os, no podemos olvidar las Cartes a l’Anna Murià (1939-1956) (Club Editor),

en las que (desde el exilio en París y Ginebra) explaya sus zozobras e ilusiones a su amiga del alma. Y Et devia una carta. Correspond­ència Miquel Martí i Pol-Joan Oliver (Eumo), donde dos poetas que hacen poesía cívica hablan sin rebozo de sus colegas (Oliver pone verdes a Brossa, Bartra, Garcés y Manent) o murmuran de un editor como J. B. Cendrós.

El Sant Jordi nos aporta asimismo un buen lote de biografías de figuras carismátic­as, del cine, la política, el feminismo, etcétera. Berlanga. Vida y cine de un creador irreverent­e (Tusquets )de

es sin duda una de las más ambiciosas, entre otras cosas porque sirve de llave para entender la España que el cineasta caricaturi­zó en sus películas. Otro retrato muy sugestivo es el que pergeñó en su día la reportera

en Azaña. Los que le llamábamos don Manuel (Seix Barral). Como señala Elvira Lindo en el prólogo, además del perfil de un hombre de ideas que chocó con una realidad muy áspera, se hace aquí la crónica del Madrid de una época irrepetibl­e. Otra semblanza de una figura irreductib­le es la que ha cuajado en El ingenio de Charles de Gaulle (Plataforma).

Aquí se pone el acento en su causticida­d inimitable y se rastrean sus agudezas, pronunciad­as a veces en coyunturas históricas. La trayectori­a intelectua­l del recienteme­nte desapareci­do

la encontramo­s en Paraules d’Arcadi. Què hem aprés del món i com podem actuar (Angle).

Otro retrato de personaje con aura lo

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C. B.
M. TABERNER / ARCHIVO Luis García Berlanga C. B.

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