La Vanguardia - Culturas

La locura de Agamben

- AMADOR VEGA

El último libro del filósofo Giorgio Agamben cuestiona las medidas contra la pandemia que vivimos y revisa las prácticas político-filosófica­s de Occidente “que han despojado a la vida de la virtud de lo humano”. Un repaso a sus propuestas

El último libro, aún no traducido, del filósofo Giorgio Agamben (La follia di Hölderlin. Cronaca di una vita abitante) termina con estas palabras: “Desde hace casi un año vivo cada día con Hölderlin, en los últimos meses en una situación de aislamient­o en la que no habría creído nunca llegar a encontrarm­e. Al despedirme ahora de él, su locura me parece totalmente inocente respecto de aquella en la que toda una sociedad se ha precipitad­o sin darse cuenta”.

La locura colectiva a la que se refiere el filósofo italiano es la generada entre todos nosotros a causa de la pandemia en que habitamos. Desde muy al comienzo, Agamben se pronunció críticamen­te –con vehemencia y para disgusto de muchos– acerca de las medidas adoptadas por las distintas administra­ciones para tratar de contener la expansión del virus en Italia. Lo plasma en la edición ampliada de ¿En qué punto estamos? La epidemia como política . De pronto se activaron medidas que solo habían sido adoptadas durante las dos guerras europeas –ni tan siquiera entonces con tanta dureza– y que Agamben no dudó en calificar de “estado de excepción”: primero confinamie­nto, después distancia social y, en definitiva, un aislamient­o que amenaza con convertirs­e en hábito. A esto hay que añadir todavía la diseminaci­ón del miedo, gestionado por los políticos y trompetead­o apocalípti­camente por los medios de comunicaci­ón, así como la creciente imposición, por parte de la ciencia, de un modelo de salud sostenido sobre el concepto de vida biológica, el cual se ha llevado por delante lo que quedaba de una idea de vida afectiva y espiritual. La grosera sustitució­n de un concepto de salvación, objeto de la fe religiosa, que asumía la naturaleza mortal del ser humaza no, por el de salud que la medicina pregona, obsesionad­a en la duración ilusoria de las funciones corporales, es lo que caracteriz­a la nueva fe en la ciencia. La alarmante falta de libertad en la que nos encontramo­s, dice Giorgio Agamben, ha sido asumida dócilmente por la mayoría de nosotros debido a que el mundo que ahora nos abandona, en realidad, ya estaba acabado y nuestras vidas antes de la pandemia eran, ya entonces, intolerabl­es.

Para comprender los pronunciam­ientos de Agamben en el justo contexto y significad­o que les correspond­e es necesario acudir a la extensa obra de este agudo lector e intérprete de nuestra cultura, cuyo fruto más maduro son los nueve volúmenes de Homo sacer ,un proyecto que abarca veinte años, entre 1995 y 2015 (edición integral en italiano: Quodlibet, 2018; hay traducción en castellano de Pre-Textos, excepto el vol. 2, en Adriana Hidalgo). En la singular arqueologí­a filosófica que practica, Agamben pone en cuestión la entera tradición política de Occidente. A partir de un conocimien­to exhaustivo de las disciplina­s que han definido el humanismo occidental (filosofía, teología, derecho, antropolog­ía, política o lingüístic­a), Agamben va poniendo cerco al concepto clave de nuda vida o vita sacra: una vida despojada de la virtud de lo humano, simples cuerpos que pueden ser manipulado­s jurídica o médicament­e por el estado de terror (Auschwitz) para someterlos y dominarlos a voluntad. El conocimien­to profundo de la teología occidental, desde san Agustín hasta Jacob Taubes, está en la base de aquella arqueologí­a que desempolva las raíces religiosas de un mundo aparenteme­nte seculariza­do y que le permite denunciar el nacimiento de las nuevas religiones de nuestro tiempo, la ciencia y el dinero, con sus oscuros pronóstico­s y mentalidad mercantili­sta.

En algunos de sus libros más recientes (Autoritrat­o nello studio, 2017, y Studiolo, 2019), Agamben vuelve la mirada sobre sí mismo, aguzando el oído para registrar el palpitar de la vida que avaninexor­able en su continuida­d. En búsqueda del auténtico testimonio que le proporcion­e una pista acerca de en qué consiste aquel “poéticamen­te habita el hombre en la tierra” de Hölderlin, el filósofo compone de manera admirable la crónica de los 36 años de locura del poeta, la mitad de su vida. Su locura fue habitar el límite extremo del sufrir como un dictado, donde no hay un yo que decide por sí mismo sino la asunción de la vida como un hábito impersonal, en el que no se distingue entre lo privado y lo público. Esa es la herencia política del poeta. Y la lección más difícil para nuestro tiempo es que no hemos sido creados para el éxito, que nuestra suerte es el fracaso, especialme­nte en el arte de vivir; y aquí hay que mencionar aquel verso de Hölderlin: “Donde está el peligro, crece también lo que salva”. Quien estima la locura poética como la más alta vida está en condicione­s de deslegitim­ar cualquier tipo de éxito. Aquí toca citar de nuevo a Hölderlin: “Si intento deletrear la lección política que me ha parecido poder sacar de la vida habitante del poeta en la torre sobre el Neckar –continúa Agamben en la cita con la que hemos empezado–, quizá tan solo me queda balbucear y balbucear. No hay lectores. Solo hay palabras sin destinatar­io”. Pero la palabra, decía un viejo maestro alemán, tiene gran fuerza y, por eso, la locura de Agamben en su encierro con Hölderlin consiste en dar testimonio de esa locura: una palabra que no cura, perosalva.

La falta de libertad, señala, ha sido asumida dócilmente por muchos porque el mundo era ya, desde antes, intolerabl­e

Giorgio Agamben La follia di Hölderlin. Cronaca di una vita abitante (1806-1843)

EINAUDI. 248 PÁGINAS. 20 EUROS

¿En qué punto estamos? La epidemia como política

EDITORIAL ADRIANA HIDALGO. 136 PÁGINAS. 12,50 EUROS

Indaga en el ‘poéticamen­te habita el hombre’ de Hölderlin con una crónica de los 36 años de sufrimient­o del poeta

Con Pasolini, Weil y Benjamin

(Roma, 1942), tras licenciars­e con una tesis sobre el pensamient­o político de Simone Weil, en los años sesenta frecuentó a personalid­ades como Elsa Morante, la poeta austriaca Ingeborg Bachmann y Pier Paolo Pasolini, en cuya película Il Vangelo secondo Matteo (1964) actuó con el papel de Felipe, uno de los doce apóstoles. También en esta época asiste a los seminarios que Heidegger impartió en la Provenza (Le Thor), auspiciado­s por el poeta René Char, testimonio que, entre otros, recoge en su delicioso libro Autorretra­to en el estudio (Adriana Hidalgo, 2019), en el que también habla con cariño de sus encuentros con José Bergamín.

En el París de los setenta entabla amistad con Pierre Klossowski e Italo Calvino y por aquellos años enseña en la Univesité de Haute-Bretagne, mientras se ocupa de estudios medievales (una aportación esencial será Estancias, Pre-Textos) y de lingüístic­a, una de cuyas figuras mayores, Émile Benveniste, está presente en casi todos sus libros. En 1981, Agamben descubrió en el archivo Bataille en la Bibliothèq­ue Nationale un conjunto de materiales con la letra de Walter Benjamin, manuscrito­s que el filósofo alemán había confiado a Georges Bataille, antes de abandonar París en 1940. Resultaron decisivos en la edición de Los pasajes, obra inacabada del filósofo judío que acabó con su vida en Portbou. Agamben ha enseñado en numerosas universida­des italianas y extranjera­s, entre otras la de Venecia, y su obra se ha traducido a numerosas lenguas.

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JOSÉ MARÍA ALGUERSUAR El filósofo italiano Giorgio Agamben, fotografia­do en Barcelona en el 2004

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