La Vanguardia - Culturas

Cuando la primavera llega al iPad de David Hockney

- ISABEL GÓMEZ MELENCHÓN

Después de sucesivos aplazamien­tos, porque este año la normalidad (aún) queda lejos, la Royal Academy abrirá dentro de dos semanas la gran exposición sobre los trabajos que el artista británico produjo durante el confinamie­nto, obras de esperanza

La encantador­a casita de campo que David Hockney muestra en el esplendor de los árboles floridos y el arroyo rebosante con la lluvia primaveral era una construcci­ón laberíntic­a, desordenad­a, con muchas vigas de madera y sin líneas rectas, “ni siquiera en las esquinas”, exclamaría el artista al contemplar por primera vez los muros del siglo XVII. Pero la edificació­n es de mayores dimensione­s de lo que aparenta su aspecto de morada de los siete enanitos, y quien volvía de trabajar cada día, silbando o fumando, era David Hockney; allí, en la que llamó La Grande Cour, encontró el artista algo más que el escenario en el que salir al encuentro de la primavera, la del 2020.

Todos recordamos y recordarem­os ese año en los que nos quedan por vivir. Llegó la pandemia y el mundo se encerró. A David Hockney (Inglaterra, 1937) el confinamie­nto le pilló en aquella casa de Normandía en la que en su momento solo había esperado ver cómo se abrían los capullos, narcisos, camelias, y los árboles pasaban del marrón invernal al fucsia, rosa y blanco de las flores del cerezo y de los manzanos, y más adelante a convertirs­e en fruto. Eso era lo que David Hockney había encontrado en otra primavera, en Woldgate, East Yorshire, hacía diez años. Entonces, fascinado por el renacer del mundo tras los fríos y las nieves, se consagró durante varios meses a pintar la buena nueva de que la vida se había vuelto a abrir camino. Pensó en repetir la experienci­a en Normandía cuando en el otoño del 2018 visitó la región, y se decidió definitiva­mente a hacerlo ante el Tapiz de Bayeux, en el que el hilo se transforma en historia a lo largo de casi setenta metros, pero también ante el encanto de las callejuela­s retorcidas, los entramados de sus vestigios medievales, las maisons à colombages y las huertas exuberante­s.

“Más barato que Sussex”, exclamó el pintor cuando sus ayudantes le llevaron a La Grande Cour después de intensas búsquedas para encontrar algo apropiado que alquilar. Tan barato, supuestame­nte, que Hockney se decidió a comprarla y en enero del 2019 se iniciaron los trabajos de reforma; se instaló tres meses más tarde, cuando ya se habían incorporad­o las dos chimeneas que le aseguraban no pasar frío en el cambiante, húmedo, poco confiable cli

ma normando, responsabl­e sin embargo del paisaje que tanto inspiró a los impresioni­stas y al que Hockney encontró tanto parecido con el del norte de Inglaterra en que se crió. Estaba ansioso porque llegara la primavera: “Hay más flores allí que en Yorkshire”, le escribió al crítico de arte Martin Gayford, “tienes flores de manzana, pera y cerezo, además del endrino y el espino, así que estoy deseando empezar”.

Y empezó en marzo, dibujando árboles aún invernales en su nuevo iPad. Luego llegó la pandemia y se alegró de tener su gran jardín, cuatro acres de terreno rodeado de prados, huertos, arroyos, que le permitía seguir dibujando cada día, concentrad­o en la belleza y la renovación mientras el mundo se estremecía; pintó un cuadro con unos narcisos y al darlo a conocer el público de todo el mundo respiró: Do remember they can’t cancel the spring (no pueden cancelar la primavera), lo tituló. Siguió dibujando y creando, cada día, desde el amanecer hasta las 21.30, salvo las noches de luna, cuando salía dispuesto a capturar esa luz imposible. Y cada día, o día y medio, un dibujo nuevo, una producción excepciona­l para un hombre que ya ha cumplido los 83 años y que suele afirmar que la causa de la muerte es la vida, mientras se dispone a disfrutar

“Más barato que Sussex”, exclamó el artista al ver la gran casa ‘à colombages’, con cuatro acres de jardín y estanques

Trabajar con las nuevas tecnología­s le permite cambiar rápidament­e de colores y pinceles para luego imprimirlo

de esta todo lo que pueda. Esta también es una de las razones para su estancia en Normandía: había vivido unos años en París y adora la comida francesa –“toda esa deliciosa mantequill­a, crema y queso”–, su modo de vida, y su actitud ante el tabaco, “menos mezquina” y más relajada que la británica o, sobre todo, la norteameri­cana, como ha podido experiment­ar largamente en sus residencia­s california­nas. Porque el artista no ha querido dejar de fumar.

David Hockney empezó a dibujar con los pulgares en su iPhone en el 2009; un año más tarde se pasó al iPad, utilizando a menudo su lápiz óptico, que le permitía seguir trabajando en la oscuridad. El cuerpo de la exposición que, si no hay sorpresas de última hora y es de esperar que no las haya, se abrirá el próximo día 23, lo componen 116 obras, pintadas en iPad y luego impresas en papel, a un tamaño mucho más grande de la pantalla en la que se crearon, bajo la supervisió­n del artista durante todo el proceso. Siempre interesado (y partidario) en utilizar las nuevas tecnología­s, Hockney utilizó inicialmen­te estos dispositiv­os para captar ideas y después plasmarlas en lienzos, algo para lo que anteriorme­nte había recurrido al carboncill­o y a la acuarela; la posibilida­d de cambiar colores y pinceles de manera casi inmediata le abrió todo un nuevo mundo. Más tarde dio un paso más al imprimir los dibujos directamen­te desde el iPad, gracias a que las mejoras técnicas han permitido eliminar los pixelados, un procedimie­nto, el de la impresión directa, que despertó una fuerte polémica entre la crítica. Sin embargo, Hockney siempre ha sostenido que trabajar en el iPad requiere la habilidad de saber pintar y dibujar, ya que la reproducci­ón a gran tamaño permite ver cada marca y trazo de su creador. Un creador que consiguió traer la primaverac­uandomásla­necesitába­mos.

CON INFORMACIÓ­N DEL LIBRO DE DAVID HOCKNEY Y MARTIN GAYFORD ‘SPRING CANNOT BE CANCELLED: DAVID HOCKNEY IN NORMANDY’, ED. THAMES & HUDSON

David Hockney: la llegada de la primavera, Normandía, 2020

ROYAL ACADEMY. LONDRES.WWW.ROYALACADE­MY.ORG.UK. DEL 23 DE MAYO AL 26 DE SEPTIEMBRE

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© DAVID HOCKNEY N.º 118, 16 DE MARZO 2020 PINTURA EN IPAD Los jardines de la casa de Normandía permitían al artista trabajan sin desplazars­e
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N.º 340,
21 DE MAYO 2020 PINTURA EN IPAD El artista suele definir la representa­ción del agua como un “problema agradable”
N.º 125, 19 DE MARZO 2020 PINTURA EN IPAD La casa en el árbol, muy cerca del edificio principal, muestra la incipiente floración
N.º 259,
24 DE ABRIL 2020 PINTURA EN IPAD La silueta de árboles desnudos o en plena floración es un motivo recurrente
© DAVID HOCKNEY © DAVID HOCKNEY © DAVID HOCKNEY N.º 133, 23 DE MARZO 2020 PINTURA EN IPAD La Grande Cour, la casa ‘à colombages’ y tejas rojas, con su mesa y sillas de jardín N.º 340, 21 DE MAYO 2020 PINTURA EN IPAD El artista suele definir la representa­ción del agua como un “problema agradable” N.º 125, 19 DE MARZO 2020 PINTURA EN IPAD La casa en el árbol, muy cerca del edificio principal, muestra la incipiente floración N.º 259, 24 DE ABRIL 2020 PINTURA EN IPAD La silueta de árboles desnudos o en plena floración es un motivo recurrente
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©DAVID HOCKNEY N.º 186, 11 DE ABRIL 2020 PINTURA EN IPAD Además de paisajes, casas y árboles, Hockney también pintó detalles del jardín
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© DAVID HOCKNEY
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