Danza con trolebús explosivo
Brit Bennet llega al castellano y catalán tras un millón de ejemplares en EE.UU.
Encontrar el modo en que una novela sea profundamente política, que la denuncia social fruto de la indignación corra por sus páginas como la lava por las laderas de un volcán y que, además, nos incline a la reflexión y no nos la imponga con el mazo del juez, sin que por todo ello pierda su condición original de vehículo para narrar una historia que nos transporte en volandas, no es fácil. Incurrir en un manifiesto donde habría de haber un relato o arruinar una ficción al confundirla con un grito de rabia son peligros que la afroamericana Brit Bennet (Oceanside, California, 1990) sortea una y otra vez porque todo lo pasa por el filtro de la gran literatura.
Y es que el jardín en el que se metió con su segunda novela, La mitad evanescente –más de un millón de ejemplares vendidos en Estados Unidos, nominada al National Book Award 2020 y al Médicis Étranger, en vías de mutar en una miniserie de la cadena HBO– estaba infestado de plantas carnívoras y manzanas edénicas. ¿Cómo embutir en una sola novela el racismo estructural de su país natal, las luchas del colectivo LGTBIQ o el maltrato a las mujeres sin quemar todos los puentes con el puro goce narrativo? ¿Y cómo facturar un canto a la aceptación individual, al respeto al diferente y al derecho a tomar las riendas de nuestras vidas sin que la melaza se derrame por cada capítulo?
La mitad evanescente arranca en 1968 con el regreso a Mallard, un pueblo de Luisiana obsesionado con el aclaramiento del tono de la piel, de Desiree Vignes, catorce años después de fugarse con su gemela Stella a Nueva Orleans, en busca de una vida mejor. Los caminos de las hermanas no tardaron en bifurcarse y llevan mucho tiempo sin saber la una de la otra. En el trasfondo de la separación laten actitudes opuestas respecto a su raza y sus orígenes. Stella ha querido romper tan violentamente con su identidad y su pasadoquesehahechopasarporunamujer blanca para casarse y medrar dentro de unos círculos sociales acomodados. Pero la función no les pertenece solo a ellas sino que la comparten en igual medida con sus hijas, Jude y Kennedy, dos jóvenes que a sus esfuerzos por encontrar estabilidad en el ámbito afectivo –en especial la primera, novia de un transexual– y en el laboral se les suma su condición de víctimas de los asuntos no resueltos y los secretos familiares de sus madres. Un encuentro fortuito desencadenará una catarsis en ambas generaciones.
Bennet consigue ya no descarrilar sino hacer danzar un trolebús cargado de nitroglicerina –en forma de ánimo denunciativo, de compromiso, etcétera– porque en ningún momento aparta la vista de la carretera, si por esta entendemos una sucesión de peripecias y dilemas expuestosconritmoatravésdevariossaltostemporales y sin renunciar a una marcada voluntad de estilo pero, por encima de todo, a una extraordinaria composición de personajes. Seguramente consciente de que la radiación que emitían temas tan graves de fondo podía fulminar el alma novelesca de la obra, la autora lima las múltiples caras de sus criaturas en su búsqueda o fuga de la pregunta de quiénes son con el mimoyelperfeccionismodeunluthier.
La autora muestra una marcada voluntad de estilo y una extraordinaria composición de personajes
Brit Bennett La mitad evanescente/La meitat evanescent
LITERATURA RANDOM HOUSE/PERISCOPI. TRADUCCIÓN AL CASTELLANO: CARLOS MILLA SOLER/ AL CATALÁN: MARC RUBIÓ. 368/408 PÁGINAS. 19,90 EUROS