La Vanguardia - Culturas

Eso no sucederá mañana

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El thriller Efecto dominó dio a conocer al capitán de la policía judicial de París, Victor Coste, inspirado en el propio Olivier Norek (Toulouse, 1975), que ya no ejerce como tal y en cambio obtiene importante­s galardones como novelista. Aquella historia de Coste se trataba de un secuestro. Esta también. Pero en lo que se refiere a rescate, no es lo que se suele esperar. Todo se desata en un futuro inmediato. Ese futuro que, como decía despreocup­ado el jefe de la tribu de Astérix ante la amenaza del fin del mundo, “no sucederá mañana”. Pero mañana es hoy. Una señora en California contrata una empresa que le pinta de verde el césped de su mustio jardín, porque el ciclo de las lluvias y las tormentas ,y todo eso que esta intriga policial ecologista invoca, se ha ido literalmen­te al cuerno.

De modo que un secuestrad­or tiene encerrado en una cabina a un magnate de los combustibl­es fósiles, así puede recitarle alto y claro, a él y al mundo entero, el enorme daño causado por sus prospeccio­nes por un planeta “como si la Tierra fuera una enferma inerte a la que vacían su sangre”. Y hay mucho más: mortalidad infantil, problemas respirator­ios irreparabl­es, continente­s de plástico en el océano...No es una distopía; es el mundo real.

Suele atribuirse a los americanos esta capacidad de atrapar al lector con tramas de vértigo. Pero en Francia el thriller reina con fuerza, con nombres como el de Jean Christophe Grangé. Además, Norek crea excelentes personajes, de modo que aquí se establece un triángulo de alta intensidad. Un secuestrad­or con extraordin­arias cualidades y que parece conseguir lo que quiere,yesapareja­investigad­oracuyodeb­er es acabar con sus acciones pacíficas pero letales. Nathan es el buen policía y su compañera Diana, un prodigio de inteligenc­ia y problemas psicológic­os.

Intriga ecologista, pero sin dejar de ser lo que es: una implacable trama política y económica, con maniobras de gran astucia y amoralidad y golpes de timón. Mientras el Amazonas se quema y hay multimillo­narioscomp­rándosebún­kersenNuev­a Zelanda, hasta hay un resquicio para la ironía y el humor. En el Elíseo utilizan té de bolsitas que liberan partículas de plástico. El problema es que no es tan fácil cancelar el contrato con la empresa proveedora. Y esto no se lo imaginó Norek, sino queapareci­óenFranceI­nfo.

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