La empatía entre médico y paciente
Apuntes para la exploración de la mente humana a partir de la experiencia médica del confinamiento
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Médico especialista en Neurología, la doctora Güell (Barcelona, 1958) atiende en el campo de las demencias y otras patologías del sistema nervioso central. Autora de relatos de ficción, como Corazón negro, esta neuróloga valora el arte de escribir como un complemento que enriquece su actividad profesional: desarrolla la comprensiva imaginación de la realidad humana y activa la empatía.
Presenta ahora unos apuntes iniciados en los días de confinamiento por la pandemia, vividos con resignación, energía y bajo la obligación de adquirir nuevas rutinas. El cerebro, órgano moldeable según los estímulos recibidos, está preparado para entrenar los sentidos y ensayar comportamientos ante la tenebrosa incertidumbre de una jaula colectiva. La adaptación al medio y la experiencia acumulada permiten tanto aprender, como olvidar.
Isabel Güell evoca con detalle casos clínicos dolorosos. Pero también la alegría recíproca al verse con pacientes y familiares que llevan años asistiendo a la consulta, dándose muestra de afecto y consideración entre sí. Afirma que con los años le cuesta cada vez más distanciarse del destino inmediato de la persona que deposita en ella su confianza. Y que, a pesar de ofrecer su mejor concentración a quien tiene delante, si hubiese falta de sintonía, cabría que buscase otro especialista con quien establecer ese vínculo necesario.
A propósito de su abuela materna, Albert Camus escribió que “hay personas que justifican el mundo, que te ayudan a vivir con su sola presencia”. De esto se trata, la atención por teléfono o en línea es otra cosa, claro está. Es cierto que, “nos guste o no, la química es determinante en nuestra vida”. La investigación continúa sin cesar y van apareciendo nuevos tratamientos antipsicóticos con menos efectos secundarios.
Es casi imposible, dice la doctora Güell, saber lo que el destino nos deparará en cuanto a nuestra salud. Aunque cueste aceptarlo, la muerte es un proceso natural, sin embargo, todo lo que somos hoy se debe a lo que hicimos ayer. Ante el inevitable deterioro que significa el envejecimiento, debemos resignarnos, pero está en nuestras manos la entereza, las ganas de vivir y de continuar con proyectos e ilusiones: “Aprender y aprender como principal fuente de desarrollo o mantenimiento cerebral”, un mesurado ejercicio de la memoria en sus distintos niveles.
La autora asume la explicación que Fernando Savater ha hecho del misterio de la existencia: la luz no se encuentra dentro de la bombilla, aunque esté producida por ella. Del mismo modo, en el interior de las neuronas se genera su propio tipo de luz : la conciencia.
El libro incluye no pocas explicaciones de carácter científico, pero en términos asequibles y divulgativos. Los casos clínicos que refiere plantean los componentes de ansiedad y depresión que particularizan cada enfermedad. Isabel Güell no evita una irreprimible pena cuando se llega al límite de las fuerzas. Es tremendamente doloroso, pero hay que seguir haciéndose cargo de la realidad personal.