De orígenes y destinos
Libros que inciden en el contexto social, económico y cultural de sus personajes. También en su evolución hacia paisajes diferentes. Son narraciones que en algunos casos reflejan las trayectorias vitales de quienes las escriben.
El movimiento del realismo social nos remite a una literatura de los años cincuenta en la que sus personajes luchaban por sobrevivir. La precariedad como sello tiene una amplia tradición literaria que se extiende hasta nuestros días y atraviesa fronteras. Sigue plasmando el detalle de la vida cotidiana, el trabajo en el campo, el conflicto o el ascenso social.
Las mujeres continúan protagonizando relatos marcados por la escasez y por su empeño en subsistir y proporcionar mejores condiciones de vida a los suyos. En esta línea se encuentran historias desgarradoras y emotivas, escritas desde una voz sufriente y luchadora. Es el caso de Ceniza en la boca (Sexto Piso) de la mexicana Brenda Navarro ,de Limpia (Lumen) de la chilena Alia Trabucco Zerán, ode La ciudad (Lumen) de la madrileña Lara Moreno. Yeguas exhaustas (Pepitas de Calabaza) de la castellonense Bibiana Collado Cabrera refleja cómo pesa de dónde vienes. Su protagonista Beatriz asciende socialmente pero la humildad de sus orígenes persiste incluso en su forma de hablar. Hace un par de años la escritora cordobesa Elena Medel
consiguió con su primera novela –atesoraba ya galardones por poesía-, Las maravillas (Anagrama), reconocimiento internacional con una historia de mujeres trabajadoras que dejaban el sur para ganarse la vida en la capital.
En Barrio Venecia (Lengua de Trapo), el profesor Alberto Santamaría
construye una crónica personal del barrio obrero de Santander donde creció en los años ochenta. Una mirada retrospectiva que elude la nostalgia y certifica una realidad donde el odio de clase estaba arraigado –Uno de los temas que Kiko Amat aborda en su ensayo Enemigos (Anagrama)–. En Descampados (Tusquets), el periodista Manuel Calderón reflexiona sobre los márgenes, las afueras, los territorios inhóspitos donde algunos crecieron. La premio Nobel Annie Ernaux también ha escrito sobre sus orígenes humildes, sobre sus padres proletarios y el mundo cultivado donde se ha movido, en Los armarios vacíos (Cabaret Voltaire).
El ensayista indio Pankaj Mishra plasma en su novela Corre a esconderte (Galaxia Gutenberg) cómo unos jóvenes de castas inferiores consiguen con esfuerzo y estudio ascender socialmente.
Lavidaavecesteexpulsadetulugaren el mundo. Es el caso de las protagonistas de Volver a cuándo, de la venezolana María Elena Morán (Siruela), premio de novela Café de Gijón, que sucumben a la pobreza, víctimas de las promesas incumplidas del chavismo. Lejos quedan los días de normalidad y comodidades.
El entorno de marginación y carencia aparece en diferentes novelas como Emily
siempre (Círculo de Tiza), de la noruega Maria Navarro Skaranger donde la protagonista es una chica de diecinueve años que trabaja en un supermercado en un suburbio de Oslo.
Douglas Stuart sitúa en Un lugar para Mungo / Un lloc per a en Mungo (Random House / Edicions de 1984) la historia de un adolescente gay en el Glasgow obrero, donde deberá afrontar las violencias y marginaciones del entorno. Roser Caminals ubica en los años de la preguerra a dos gemelas que crecen juntas en el Somorrostro hasta que cada una decide tomar su camino lejos de allí. Su última novela es Abans i després (Edicions 62).
El mundo rural tiene sus propias reglas. Aparece alejado de la urbe o en dialéctica con ella. Un pianista en un celler (Sembra Llibres), de Muriel Villanueva, narra la evolución de una familia humilde de campesinos en la zona del Penedès. Entre viñas y bodegas transcurren acontecimientos desde la Guerra Civil hasta nuestros días. En una aldea llamada La Sabina acontece la última novela de Elvira Lindo, En la boca del lobo (Seix Barral). Julieta, de once años, viajará allí junto a su madre para pasar el verano. Será un espacio que revelará historias silenciadas del pasado. También en Las herederas, Aixa de la Cruz (Alfaguara) recurre a un pueblo para que las cuatro protagonistas asuman el rumbo de sus vidas.
El fenómeno granadino Juarma, que viene del mundo del cómic underground, presenta Punki (Blackie Books), tras el éxito de Al final siempre ganan los mostruos. Se trata de una nueva historia enmarcada en Villa de la Fuente donde dos jóvenes aspiran a una vida mejor. El pueblo y los débiles son sello de este autor de éxito que proyecta cuatro volúmenes más con esta temática. Negrito (Editorial Almuzara), de Ernest Callís, nos habla de viajes de ida y vuelta entre el campo y la ciudad y del deseo de una vida mejor, de la mano de un perro.
Maria Canelles Trabal titula como un ensayo su primera novela, Contra la nostàlgia (Angle Editorial), en la que una mujer regresa a sus orígenes en Sabadell después de cuarenta años en Estados Unidos, donde era profesora universitaria.
Ramon Solsona relata a la inversa las vidas de Elvira y Tomás, su ascenso social, desde el Priorat y Barcelona hasta Alemania en Temps enrere (Proa).
Tres delicadas historias, con un lugar de origen y otro de destino, nos acercan a la rica vida de sus autores: Un nuevo país al otro lado de mi ventana / Un nou país més enllà de la finestra (Galaxia Gutenberg), de Theodor Kallifatides, que nos lleva de Grecia a Suecia; Mi casa está donde estoy yo (Nórdica), de Igiaba Scego, de Somalia a Italia; y Antes del salto (Libros del Asteroide), de Marta San Miguel,deSantanderaLisboa. /
⁄ Las mujeres siguen siendo protagonistas de relatos marcados por la pobreza y el empeño por sacar adelante a los suyos
⁄ El campo y la ciudad conforman caminos de ida y vuelta para muchos autores y sus protagonistas