La Vanguardia - Culturas

Figuras que marcaron a nuestras sociedades

- Jonathan Freedland (Planeta).

Robert Oppenheime­r es uno de los personajes que cambiaron el curso de la historia en el siglo XX. Estuvo al frente del proyecto Manhattan que desarrolló la bomba atómica y fue consciente de la trascenden­cia –trágica– de su logro científico. La vida de este científico, que después fue considerad­o sospechoso de colaborar con el enemigo, se cuenta en Prometeo americano. El triunfo y la tragedia de J. Robert Oppenheime­r (Debate) de Kai Bird y Martin J. Sherwin, monumental y extraordin­aria biografía galardonad­a con el Pulitzer.

Otra figura que ha marcado el siglo XX, en este caso en el campo artístico, es Andy Warhol, al que Blake Gopnik dedica una exhaustiva biografía, Warhol (Taurus), destinada a ser la definitiva, ya que presenta el retrato más completo y complejo del personaje difícilmen­te superable. Casi tan popular e icónico como el rey del arte pop fue en su día, en el ámbito de la ciencia ficción, Isaac Asimov, del que se rescatan ahora, tras más de dos décadas descatalog­adas, sus memorias Yo, Asimov (Arpa). En ellas el escritor, con un estilo ágil y desenfadad­o, repasa su vida y su trayectori­a profesiona­l como prolífico autor de más de quinientos libros que llevan su firma. En cambio, los recuerdos de la pintora Celia Paul en Autorretra­to (Chai Editora) son de carácter mucho más íntimo y se centran en la complicada relación que mantuvo con el también pintor Lucian Freud.

Intimidad es lo que también rezuman las cartas de la Correspond­encia

1944-1959

⁄ Figuras que han destacado en diferentes campos, desde la energía atómica hasta la ciencia ficción y la arquitectu­ra

(Debate) entre Albert Camus y María Casares, que vivieron una intensa historia de amor desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta el fallecimie­nto del escritor en un accidente automovilí­stico. Las cartas son testimonio de la pasión de la pareja, pero también de su rica vida cultural y política en la Francia de la posguerra.

También vivió esa guerra mundial el americano Kurt Vonnegut , en su caso como soldado americano que cayó prisionero de los alemanes. También él, como Camus, compaginó literatura con compromiso social y político, tal como atestigua su epistolari­o selecciona­do en Cartas (Ediciones B ).Y otro personaje que vivió la Segunda Guerra Mundial, pero de una forma distinta, fue el judío eslovaco Rudolf Vrba, que en abril de 1944 logró escapar de Auschwitz y contar al mundo lo que allí estaba sucediendo. Su vida y su huida las relata en El maestro de la fuga

Mucho tiempo antes de que Hitler condujera a Alemania por la senda de la barbarie y la destrucció­n, Johann Wolfgang von Goethe representó lo mejor de la cultura germánica a caballo entre los siglos XVIII y XIX. Su trayectori­a vital y literaria es abordada en

Goethe. Vivir para ser inmortal (Arpa), una biografía para no iniciados, amena y muy bien documentad­a, escrita por la germanista Helena Cortés. Goethe ejerció una gran influencia en la generación posterior, la de los románticos, y los representa­ntes británicos de este movimiento son los protagonis­tas de La muerte de Adonais (Planeta) de Fernando Valverde.

Concretame­nte el autor aborda el trágico final de tres de los grandes poetas de la segunda generación de románticos ingleses: Shelley, Byron y Keats, todos ellos fallecidos lejos de la madre patria. En la Inglaterra victoriana se sitúa el delicioso Vidas paralelas (Gatopardo )de Phyllis Rose. La autora analiza cómo funcionaba­n las relaciones amorosas en esa época a través de los matrimonio­s o vínculos sentimenta­les de varias figuras relevantes del ámbito cultural: Dickens y Carlyle con sus desastroso­s matrimonio­s, Stuart Mill con su empeño en ser un hombre moderno, Ruskin con su pavor a la sexualidad, y George Eliot con su apasionado romance.

Saltamos al siglo XX sin abandonar el ámbito de la cultura con Pessoa, el hombre de los sueños (Ediciones del Subsuelo ) de Manuel Moya, traductor del poeta portugués, que pone empeño en trazar un retrato libre de los muchos clichés que se han ido acumulando sobre la figura del solitario lisboeta. A otro gran poeta, Federico García Lorca, ha dedicado muchos de sus esfuerzos Ian Gibson, que acaba de ganar el premio Comillas de este año con

Un carmen en Granada. Memorias de un hispanista dublinés (Tusquets),

donde repasa su infancia y adolescenc­ia irlandesas, sus primeros viajes por España, el descubrimi­ento de nuestra cultura, la estancia en una casa ajardinada –un carmen– granadina y su dedicación al estudio de figuras como Lorca, Dalí y Buñuel. También es autobiográ­fico el librito Memè Scianca (Anagrama )de Roberto Calasso ,en el que el gran editor evoca algunos episodios de su infancia en Florencia durante la Segunda Guerra Mundial: la detención del padre, la aparición de los soldados americanos en la ciudad, las primeras lecturas, la fascinació­n por los grabados de Doré descubiert­os en un libro…

Saltamos ahora a Barcelona y nos situamos entre el siglo XIX y las primeras décadas del XX a través de la figura de un arquitecto modernista del que este año se celebra el centenario del fallecimie­nto. Con este motivo, su biznieto Lluís Domènech Girbau le dedica Lluís Domènech i Montaner. Una visió des del secle XXI (Viena),

que aborda su faceta profesiona­l, pero también la personal, lo cual permite explicar abundantes anécdotas familiares de carácter íntimo que el autor conoce de primera mano. También es

⁄ Correspond­encias personales, detalles casi desconocid­os, todo para acercar al lector creadores y políticos

tá muy vinculada con Barcelona la figura de Juan Ramón Masoliver, editor, crítico y traductor, que conoció a grandes figuras de la vanguardia internacio­nal, participó en la creación de la revista Destino y dirigió las páginas literarias de La Vanguardia. Su enorme figura intelectua­l es abordada por Miriam Gázquez en Juan Ramón Masoliver. Edición y cultura en la Barcelona de posguerra (Fórcola).

Otro personaje que se movió entre las bambalinas de la cultura, en este caso del espectácul­o, es el empresario Pedro Balañá, que montó en la ciudad condal corridas de toros, combates el boxeo, espectácul­os de circo y sobre todo salas de cine. Lo retrata Josep Guixà en Balañá. El mayor espectácul­o del mundo (Almuzara). Por su parte El peso de la paja. Memorias completas (Tusquets) reúne en un solo volumen los tres tomos de las memorias de Terenci Moix, en las que repasa la infancia pobre en el Raval, el descubrimi­ento del cine y las estancias en varias capitales europeas durante los años sesenta, donde existe una realidad muy alejada de la gris Barcelona franquista…

Precisamen­te a intentar derrocar a Franco dedicó parte de sus esfuerzos políticos Josep Fornas, que fue además el hombre de confianza en Catalunya de Tarradella­s durante su largo exilio y como tal participó en todo tipo de conversaci­ones secretas y otros menesteres entre bambalinas. Su figura es objeto de la biografía Josep Fornas, el solucionad­or (Pòrtic )de Joan Esculies, ganadora del premio Carles Rahola de ensayo. También movió hilos políticos, pero en su caso no desde la sombra sino desde la primera línea, Francesc Cambó, del que Borja de Riquer ha escrito una minuciosa y monumental biografía: Cambó, l’últim retrat / Cambó, el último retrato (Edicions 62 / Crítica). El autor ha contado con nueva documentac­ión que ayuda a arrojar luz sobre la compleja y contradict­oria figura del político, empresario y mecenas.

Cambó es el punto de conexión entre dos relevantes figuras culturales, conectadas a través de él: Josep Pla y Joan Estelrich. Su correspond­encia se ha reunido en Periodisme i llibertat. Cartes 1920-1950 (Destino ) en edición de Sílvia Coll-Vinent. Estelrich era el secretario y encargado de las iniciativa­s culturales de Cambó, mientras que Pla se convirtió en su relevante y controvert­ido colaborado­r en Catalunya y en el exilio. Y concluimos con otro libro epistolar, el voluminoso Querido Isaac, querido Albert (Crítica), en el que José Manuel Sánchez Ron ha selecciona­do las cartas más significat­ivas que los grandes científico­s dejaron escritas a lo largo de los siglos. Debidament­e contextual­izadas y explicadas, permiten hacer un recorrido por la historia de la ciencia y de sus protagonis­tas. /

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Las memorias de Isaac Asimov se rescatan tras más de dos décadas descatalog­adas
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Terenci Moix, una vida intensa ahora recuperada por la editorial Tusquets
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La pintora Celia Paul fotografia­da en su estudio londinense
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La actriz María Casares y el escritor Albert Camus en una imagen sin fecha
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Andy Warhol fotografia­do en 1968 en la Factory neoyorquin­a

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