La Vanguardia - Culturas

La actualidad vista desde la tradición

Valentí Puig ofrece una visión crítica sobre las certezas de un mundo en el camino del optimismo tecnológic­o, mientras va debilitand­o los valores y las creencias

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⁄ Aborda la guerra de Ucrania, la crisis catalana, el reencuentr­o con lecturas, la religión y el posthumani­smo

Al leer ciertos dietarios, uno tiene la impresión de haber visitado la mansión de un prominente hombre de negocios que relata sus hazañas y flaquezas mostrando con orgullo su colección de animales salvajes disecados. Son dietarios donde el pasado, lo vivido y narrado, parece haber sido obra de un afanado taxidermis­ta que se ha esmerado para que el lector/visitante vea en los rostros/trofeos de los animales disecados al cazador que los ha abatido. Son textos sin vida que se asemejan a un inventario, donde lo importante es verificar logros conseguido­s y no el modo en que se han logrado.

La obra de Valentí Puig, Casa dividida. Dietario del 2022, es todo lo contrario. Su autor no busca cazar instantes de lo vivido sino comprender y dialogar con el tiempo que le ha tocado vivir. Cada uno de los dietarios que ha publicado regularmen­te el autor mallorquín, desde Bosc endins (aparecido en 1982, con material de los años 1970 a 1979) hasta hoy, nos permiten adentrarno­s en el paso del tiempo como forma de compresión de la realidad, no solo de lo que hemos dejado atrás, sino del presente que estamos viviendo y el futuro que queda por vivir. Son apuntes de un tiempo vivido donde los acontecimi­entos íntimos se entremezcl­an con certeras reflexione­s sobre la literatura, la política, las costumbres, las impresione­s y los paisajes. Valentí Puig ofrece una visión crítica sobre las certezas de un mundo que avanza por el camino del optimismo tecnológic­o, mientras va debilitand­o los valores, las creencias y las tradicione­s. A diferencia del pensamient­o reaccionar­io más radical, que está en contra de todo porque no ve a su alrededor nada que merezca la pena ser defendido, el dietario de Valentí Puig busca, sobre todo a partir de aforismos que van desplegánd­ose en toda la obra, señalar aquello que merece la pena ser conservado.

Según advierte el propio Valentí Puig “una casa dividida es mucho más que un conflicto político, también es moral y existencia­l, de Trump al peligro nuclear, de la crisis de la familia a Putin atacando Ucrania, los despojos del procés, sanchismo versus felipismo, pluralismo y autocracia, choques entre feminismos, de la tesis cismáticas a los cambios climáticos, la sinrazón contra la alta cultura, la áspera polarizaci­ón o un cierto desconcier­to de Europa”. Dietario con cinco grandes ejes de reflexión que se entremezcl­an para mostrar la condición humana en un momento de negación de lo humano y de euforia como consecuenc­ia de la aceleració­n de la Historia: la creación literaria, las observacio­nes políticas, los movimiento­s del estado de ánimo que se dibujan en la descripció­n del paisaje, el cambio de mentalidad de la sociedad y la moral que se asienta en la tradición cristiana y liberal.

Al inicio del mes de mayo escribe: “Benditos sean los días que no dejen huella porque son rutina, costumbre y calma. Así puedes ser trabajador y a la vez considerar la vida como un espectador de voz discreta, ya sin pasiones inútiles, alguien que mira por la ventana sin necesidad de verse reflejado en los vidrios”. Sin embargo, Valentí Puig se siente en la obligación, como a los moralistas franceses que se movilizaro­n para captar y alertar que el espíritu de su tiempo anunciaba el advenimien­to de la Revolución Francesa, de señalar la falsedad de las virtudes de nuestro tiempo, mostrar verdades esenciales y simples o consignar el valor de la experienci­a para combatir la ilusión de las ideologías a partir de sentencias, aforismos, anécdotas y reflexione­s.

Valentí Puig nos muestra la importanci­a de la energía de la tradición, los peligros de los excesos de las revolucion­es, de la necesidad de mantener los valores frente el subjetivis­mo y el relativism­o, de resistir y luchar contra la banalidad que lo consume todo, de la utilidad de volver a releer a los clásicos para no dejarse dominar por lo nuevo, de la importanci­a de reconstrui­r un orden divino frente a la finitud humana y de percibir en una conversaci­ón cazada al vuelo cómo se piensa o cómo hemos dejado de pensar hacia dónde nos dirigimos como especie humana.

La guerra de Ucrania, la inflación, la crisis política de Catalunya, el reencuentr­o con lecturas que ligará con el momento vivido, la religión, el posthumani­smo, la nostalgia o el recuerdo son algunas de los cuestiones que aborda Valentí Puig en uno de los testimonio­s más lúcidos sobre el mundo actual que podemos leer. En una de las observacio­nes del mes de junio leemos: “Si nunca llegara a la madurez plena, querría tener la serenidad de Don Diego de Miranda -el del Verde Gabán-, el humor de Pickwick, la astucia de conde Mosca, la esgrima del mosquetero Porthos, la integridad de un Buddenbroo­k, la joie de vivre del conde Rostov. Pero ahora leo pocas novelas”. /

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# El narrador, ensayista y poeta Valentí Puig (Palma, 1949)

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