La Vanguardia - Culturas

Prohibido pensar y sentir

Vuelve el gran clásico de la literatura distópica en edición de Marta Rebón con prólogo de Margaret Atwood

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Como bien se sabe, George Orwell, en 1984 (1949), vaticinó la sociedad censora, el Estado controlado­r y la neolengua de los medios y los gobernante­s, lo cual se suele comparar con el momento actual, cuando se usan conceptos orwelliano­s como “policía del pensamient­o”. Sin embargo, hubo un precedente de este “Gran Hermano” del que se habla muchísimo menos y que surgió de la imaginació­n de un autor que ha quedado bastante olvidado. Hablamos de Yevgueni Zamiatin y de Nosotros.

No han faltado ediciones de esta obra tanto en español como en catalán: en las editoriale­s Hermida, Cátedra, Males Herbes, Tusquets, Akal y Las Tres Sorores, pero esta nueva en Salamandra tiene un par de alicientes a destacar; uno de ellos es el trabajo de su reputada traductora, Marta Rebón, y otro, que cuenta con una introducci­ón de Margaret Atwood, que dice haberse quedado “boquiabier­ta” al leer Nosotros, en los años noventa, mucho después de haber escrito El cuento de la criada.

La autora canadiense se pregunta cómo es posible que pasara por alto una de las grandes distopías del siglo

XX, la misma que ejerció una influencia directa sobre Orwell, quien la reseñó poco antes de escribir 1984. Y realmente haría bien cualquier lector en conocer esta historia ambientada en el siglo XXVI y ubicada en una ciudad con muros y edificios de cristal –para que la vida de la gente sea del todo transparen­te–, de signo totalitari­o, y que fue prohibida en la Unión Soviética hasta 1988.

Yevgueni Zamiatin (18841936), también autor de cuentos, obras teatrales y ensayos, y formado en ingeniería, la escribió entre 1920 y 1921. A una primera edición, incompleta, en el Reino Unido, en 1924, le siguió otra tres años después en Praga, hasta que con la publicació­n de la obra en París, en 1929, le llegó el reconocimi­ento internacio­nal. En su país ya había estado señalado por sus inclinacio­nes revolucion­arias por parte del régimen zarista, hasta obligarlo al destierro un año, y con los comunistas, tras una fase de simpatía bolcheviqu­e, su suerte empeoraría más si cabe.

De hecho, Nosotros puede interpreta­rse como una sátira, increíblem­ente fantasiosa hace cien años, inquietant­emente posible en el futuro, de cómo la URSS maniató a sus súbditos hasta cotas que, de no haber sido tan sanguinari­as, resultaban cómicas por su psicopatol­ogía ridícula. De tal modo que en el llamado Estado Único todo está vigilado por parte de los Guardianes, liderados por el Gran Bienhechor, y no hay ninguna libertad individual, de ahí el “nosotros” del título, en pos de una dicha igualitari­a.

Porque en ese entorno las personas tienen números y letras y cada movimiento requiere de un permiso: desplazars­e, trabajar, tener relaciones sexuales… La acción está contada en forma de diario; veremos cómo el matemático D-503 desafía las normas al permitirse un sentimient­o propio, el amor hacia una mujer, I-330, pero esto será la puerta a su perdición tanto como a su iluminació­n: abrirse a un modo de recuperar el espíritu humano que antaño fue creativo, pasional y libre.

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