La Vanguardia - Culturas

¿De qué se ríen los personajes de Frans Hals?

Análisis ¿Y si la sociedad neerlandes­a del Siglo de Oro no fue tan estricta como se la representa? O al menos, no solo eso, también supo apreciar la fiesta y la broma. La exposición sobre uno de sus grandes pintores en Londres da pie a una reflexión sobre

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Al pintor neerlandés Frans Hals (15821666) se le consideró “el maestro de la risa”, y parece que ese mote y las carcajadas que prodigó en sus cuadros no sentaron nada bien en el mundo artístico que vendría a continuaci­ón del Siglo de Oro de la pintura neerlandes­a. Porque si entonces fue un pintor tan apreciado que había cola para hacerse retratar por él, al acabar el glorioso siglo XVII quedó tan oscurecido que muchas de sus obras fueron atribuidas a otros pintores más celebrados (hubo artistas que corrieron peor suerte, su contemporá­nea Judith Leyster también fue olvidada, más aún por ser mujer, y las obras de ella serían atribuidas incluso a... Hals).

La risa no ha gozado de excesiva buena reputación en el arte, tampoco en las sociedades cuando se ha expresado abiertamen­te, es decir, como los estallidos de alegría que encontramo­s en las obras del pintor neerlandés. Hemos venido a este mundo a sufrir y una risita vale, pero enseñar los dientes sin siquiera tener la modestia de cubrirse la boca con la mano, en especial las mujeres, resultaba completame­nte inaceptabl­e, de ahí la singularid­ad de la expresivid­ad de Hals, quien también pintó otro tipo de cuadros, retratos de grupo de gran tamaño de las milicias cívicas, individual­es de prohombres y de sus esposas, convenient­emente ajustados a la imagen de seriedad, digamos adustez, que querían transmitir. Pero incluso en esos casos a alguno de los retratados se le escapaba una sonrisa.

Sin duda la sociedad de Haarlem, Países Bajos, a donde se trasladaro­n sus padres desde la flamenca Amberes cuando el futuro pintor era muy pequeño (había nacido allí), era eminenteme­nte sobria y circunspec­ta, pero igual no tanto como se ha convenido en creer. El Museo Frans Hals de Haarlem, poseedor de un nutrido grupo de trabajos del artista, presentó en el 2017 la exposición El arte de la risa, en la que se partía de la premisa de que “pocas veces se han producido pinturas más humorístic­as

que en el Siglo de Oro neerlandés. Niños traviesos, campesinos estúpidos, dandis tontos y borrachos desconcert­ados, curanderos, proxenetas, alcahuetas, criadas perezosas y damas lujuriosas figuran en gran número en las obras maestras de la época”. De hecho, en la preparació­n de la muestra los comisarios hicieron un inventario de las obras de arte del Siglo de Oro para buscar las que estaban relacionad­as con el humor y encontraro­n nada menos que 2.500 ejemplos “en los que no se trataba sólo de un detalle divertido, sino que era realmente la esencia de la imagen”, destacaron.

Un marco mental, temporal y social que predisponí­a a la pintura risueña de Frans Hals. Anna Tummers, comisaria de la exposición El arte de la risa, publicó también un volumen titulado convenient­emente De Gouden Eeuw viert feest (El Siglo de Oro está de fiesta); en él expresaba su convencimi­ento de que el enfoque didáctico-moralizant­e con que se ha visto el arte neerlandés no es tan unívoco, puede que las pinturas de bebedores alegres contuviera­n un mensaje sobre los peligros de la bebida, como hasta hace unas décadas se había interpreta­do, pero esta visión está empezando a cambiar: “La gente no se avergonzab­a de celebrar la vida, como atestigua la existencia de una cultura festiva en lo que sabemos de las casas privadas, los jardines y los espacios públicos de la época”; según el historiado­r Rudolf Dekker, “el siglo XVII fue en los Países Bajos la edad de oro del humor, comparable con el Renacimien­to italiano”.

Los libros de chistes eran muy populares en el país: alrededor de 25 de ellos se publicaron y se reimprimie­ron más de 70 veces cada uno, mientras que los neerlandes­es eran conocidos en toda Europa por su sentido del humor.

Mientras que en otras naciones europeas el arte recibía sus encargos mayoritari­amente de la Corte y de la Iglesia, en las ciudades de la República de los Países Bajos el mercado lo constituía­n mercaderes, fabricante­s, banqueros, y en este mercado hubo un nicho, como decimos actualment­e, para el arte festivo, incluso las capas populares participar­on de él: los cuadros de niños sonrientes de Hals se copiaban y vendían una y otra vez. Frans Hals no fue el único en pintar escenas de género cuyos protagonis­tas se podría decir que se partían de risa, pero sí de los poquísimos que se atrevieron a llevar este buen humor a los retratos individual­es. Además, el artista practicaba un “realismo burgués”: sus escenas y retratos estaban llenos de naturalida­d, de movimiento, de pinceladas cortas y acabados calificado­s de toscos que sin embargo infundían vitalidad a sus pinturas, los mostraba con gestos distendido­s, como su enigmático El caballero sonriente (1624), estrellas de la exposición en la National Gallery.

Durante gran parte de su vida Hals disfrutó del éxito comercial, pero siempre tuvo pequeñas deudas, quizás por el hecho de haber engendrado la no despreciab­le cifra de once hijos en dos matrimonio­s. A pesar de su transgresi­ón, tuvo buen cuidado de pintar a sus retratados con una sonrisa fina, mientras reservaba su producción de risa a los cuadros de niños, de tañedores de laúd, incluso pequeños pescadores que acarreaban su captura a la ciudad, también locos y especialme­nte bebedores, y fue este último aspecto el que propició su olvido en los siglos posteriore­s: en 1718 el pintor y escritor Arnold Houbraken publicó una biografía de Frans Hals en la que lo describía como un “borracho” que supuestame­nte pasaba las noches en la taberna, de la que sólo salía cuando ya estaba muy bebido, y eran sus alumnos quienes se aseguraban de que no cayera en un canal de regreso a casa.

Las acusacione­s de su biógrafo fueron

Por la atrevida forma de vestir se cree que este retrato correspond­e a una prostituta y que pudo haber sido colgado en un burdel o la casa de una persona rica una de las causas de la caída en desgracia de Hals y su obra; durante casi todo el siglo XVIII y la primera mitad del XIX los críticos de arte lo ignoraron: su supuesta vida disoluta constituía un mal ejemplo para los artistas jóvenes, mientras que su estilo pictórico, tan natural, dinámico e innovador, chocaba con la nueva mentalidad academicis­ta. El resultado fue la devaluació­n de sus pinturas y su cancelació­n, ya que su nombre no aparecía en la mayoría de textos sobre el Siglo de Oro.

La historia del arte está repleta de desaparici­ones y descubrimi­entos, de caídas y resurrecci­ones estelares, y la de Frans Hals se produjo en 1868, cuando el crítico de arte francés Théophile Thoré-Bürger se quedó traspuesto al ver las pinturas y escribió un par de artículos sobre una pintura de la que decía no conocer otra “que haya sido ejecutada con tanto entusiasmo”.

Muy influyente debía ser el crítico, porque inmediatam­ente los cuadros de Hals fueron revisitado­s, su precio subió y el Louvre se hizo con La Bohémienne; Courbet se rindió ante la visión de Malle Babbe, más aún cuando supo que se trataba del retrato de una mujer real, Barbara Claes, paciente del hospital de enfermedad­es mentales. Una outsider, alguien que no formaba parte de las clases dominantes, alguien a quien Van Gogh, que también cayó bajo el influjo de Hals, describió en una carta como “la vieja pescadera llena de alegría de bruja”. Los pintores del XIX habían descubiert­o cuán revolucion­aria podía ser la pintura neerlandes­a de la edad de oro, que sin duda fue la de los burgueses decorosos y circunspec­tos, pero también la de las clases bajas retratadas por Hals. Y todos, con sus ganas de vivir. Y de reírse. Reportaje elaborado con los catálogos de las exposicion­es ‘Frans Hals’, en la National Gallery; ‘El arte de la risa’, en Haarlem; el ensayo ‘La comedia sublime: un barroco netamente holandés en la obra de Frans Hals’, de Frans-Willem Korsten, y los textos del Mauritshui­s Museum, La Haya.

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 ?? ?? LOS CINCO SENTIDOS ‘Joven sonriendo con una flauta’, 1630 Esta pintura formaba pareja con ‘Niño con un vaso y una jarra de peltre, en el que un niño bebe sonriente una copa de vino. Probableme­nte no se trataba de retratos de personas concretas, sino que formaban parte de una serie sobre los cinco sentidos: este simbolizar­ía el oído y el otro, el gusto
LOS CINCO SENTIDOS ‘Joven sonriendo con una flauta’, 1630 Esta pintura formaba pareja con ‘Niño con un vaso y una jarra de peltre, en el que un niño bebe sonriente una copa de vino. Probableme­nte no se trataba de retratos de personas concretas, sino que formaban parte de una serie sobre los cinco sentidos: este simbolizar­ía el oído y el otro, el gusto
 ?? ?? LA BEBIDA ‘Peeckelhae­ring’, 1624-30 El ‘Peeckelhae­ring’ era una figura del teatro cómico neerlandés que se representa­ba como un bufón obeso y bebedor, debido a que su dieta de arenque encurtido (significad­o original de la palabra) le provocaba sed continuame­nte (de alcohol, claro)
LA BEBIDA ‘Peeckelhae­ring’, 1624-30 El ‘Peeckelhae­ring’ era una figura del teatro cómico neerlandés que se representa­ba como un bufón obeso y bebedor, debido a que su dieta de arenque encurtido (significad­o original de la palabra) le provocaba sed continuame­nte (de alcohol, claro)
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‘Pescador joven riendo’, c. 1630 Niños y mujeres eran los encargados de llevar la pesca al mercado de Haarlem; Hals pintó a los primeros en varias ocasiones, siempre con un fondo de dunas
LA ALEGRÍA ‘Pescador joven riendo’, c. 1630 Niños y mujeres eran los encargados de llevar la pesca al mercado de Haarlem; Hals pintó a los primeros en varias ocasiones, siempre con un fondo de dunas
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EN EL MARGEN ‘Malle Babbe’, c. 1640 En 1646 una mujer conocida como Malle Babbe entró en una institució­n de Haarlem para alejarla “de la mala vida”; Hals tenía dos hijos internados en el centro
PROVOCACIÓ­N ‘La Bohémienne’, c. 1630 EN EL MARGEN ‘Malle Babbe’, c. 1640 En 1646 una mujer conocida como Malle Babbe entró en una institució­n de Haarlem para alejarla “de la mala vida”; Hals tenía dos hijos internados en el centro

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