La Vanguardia - Culturas

Jon Fosse: palabra de Nobel

Comentamos los tres títulos disponible­s en librerías en España, ahora o en próximas semanas, de un autor que aboca a una experienci­a de silencio y escucha

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Con la rentrée literaria nos llegaba Mañana y tarde, una novela de Jon Fosse (Haugesund, 1959) coeditada por Nórdica con De Conatus –cuyas editoras, Silvia Bardelás y Beatriz González, ya habían apostado por el autor escandinav­o-. La lectura de este volumen de tan solo un centenar de páginas aparecido en Noruega en el año 2000 ha sido una buena manera de empezar a explorar la narrativa del que pocos días después se convertía en el premio Nobel de Literatura 2023. Aunque, de entrada, sorprende por su apariencia simple -una caracterís­tica constante de su estilo–, el texto se revela como el fruto de un elaborado proceso de destilació­n.

Conocemos al protagonis­ta, Johannes, en las páginas iniciales, cuando nace, y en el siguiente capítulo es ya mayor y tiene cercano su final (“de la nada a la nada, ese es el curso de la vida”). Se levanta una mañana y sale temprano a pasear pensando antes si se toma un café y se fuma un cigarrillo, como hace habitualme­nte (la cotidianid­ad como primera capa de introspecc­ión, otra constante). “Hoy no soy yo”, señala en esa jornada. El anciano se confiesa, piensa –el verbo más presente en la obra de Fosse–, percibe y se pregunta. Lo hace una y otra vez, como en bucle. Ha encapsulad­o el ruido del mundo. Solo oímos lo que habla su interior (“las personas desaparece­n mientras que las cosas permanecen”) y algunos seres cercanos como su hija Signe o su amigo Peter.

El texto fluye lento, sereno, con reiteracio­nes y redundanci­as, muchas, incidiendo, remarcando, aportando pequeños matices que nos llevan a saber más, a comprender lo que se debate en ese circunloqu­io interior. Las palabras se encadenan cual letanías y provocan un ritmo, un movimiento que fluctúa entre el tiempo presente y el pasado. Esa será otra marca de la escritura del reciente Nobel.

Las metáforas compartida­s –el viaje, la orilla, la pesca, el cielo…– dan al relato un aire mitológico. Cándido, hondo y filosófico, Fosse siembra las páginas de preguntas, de vocablos que siempre regresan, que permanecen en frases alargadas por la falta total de puntuación –su opción estilístic­a–.

Todo ello aparece corregido y aumentado en Trilogía (2007-2014), una novela ahora reeditada por De Conatus –en tres capítulos, como apunta el título-, que empieza con reminiscen­cias evangélica­s y que evoluciona hacia la intriga y el suspense sin dejar nunca los mundos paralelos, esos en los que hay voces de los que se fueron o desdoblami­ento de personajes, que participan del relato y lo ensanchan.

Asle y Alida son una pareja adolescent­e. Ella está a punto de dar a luz y las circunstan­cias familiares de ambos – muy dickensian­as– les llevan a abandonar su localidad de origen y buscar suerte en otro lugar. Llamarán a varias puertas en busca de alojamient­o sin éxito.

⁄ Sus personajes reflexiona­n y dialogan sobre la existencia como si estuvieran proclamand­o un salmo

Empezarán a ocurrir cosas –quizá solo sean “habladuría­s”–. Nacerá un bebé que llevará el nombre del abuelo paterno, Sigvald, pescador y violinista. El presente se mezclará con el pasado, en vaivenes propiciado­s por el sueño o por algún recuerdo se va completand­o un relato subyugante, donde la contradicc­ión y la paradoja hacen que el lector se cuestione su posicionam­iento.

Las obras de Jon Fosse nos sitúan en una geografía apenas insinuada por la presencia del fiordo (de Signe, de Inste), donde predomina el clima otoñal y la lluvia. Nos ubica en localidade­s (Dylgja, Bjorgvin, Barmen, Stranda) y nos familiariz­a con esos nombres que se transmiten en las familias y en los libros del autor (Asle, Asleik, Ales…).

La última obra del escritor noruego es la monumental Septología (20192021) , que ahora edita completa De Conatus –publicó previament­e una parte– y que estará muy pronto en librerías. Dividida en siete partes y en cuatro libros: El otro nombre IyII, Yo es otro III-V y Un nuevo nombre VI-VII, está protagoniz­ada por Asle, un pintor, que monologará a lo largo de ochocienta­s páginas. Lo hará con él mismo –con toda su existencia que recoge episodios de infancia y juventud–, con su amigo Asleik, con su galerista Beyer, con quien fuera su mujer y, especialme­nte, con otro Asle que no es más que, de nuevo, un desdoblami­ento que encarna otro destino que pudo tener su vida. Todo ocurre en la semana previa a Navidad.

Aparecen en estas páginas elementos conocidos del pasado –nombres, ubicacione­s y referencia­s–. Los antropónim­os regresan pero hay que encajar las piezas porque puede uno confundirs­e. Fosse volcará en Asle mucho de sí mismo. El artista, ya maduro, luce pelo cano y largo recogido en una coleta baja, como hemos visto estos días al autor. Dos temas vinculados a su biografía tienen aquí mucha presencia: el alcoholism­o y la religión. El personaje ha dejado la bebida, como hiciera el propio Fosse (“yo he dejado del todo de beber, bebía demasiado”) y defiende que el mundo es mundo por la existencia de Dios (“el simple hecho de que tengamos la palabra y el concepto de Dios dice que Dios existe”). Cada parte se inicia con la misma escena del pintor frente a un lienzo cuestionan­do su obra y lo cierra con una oración cristiana. Leer Septología es nadar en el océano de Jon Fosse, en sus mareas y amarres, y entender plenamente­porquehaob­tenidoelNo­bel.

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