Una aplicación para hablar con los muertos ( .
Tendencias La búsqueda de la inmortalidad digital se abre camino a través de apps y del metaverso; la serie ‘Manual de la vida salvaje’ en Filmin parte de situaciones ya reales
⁄ Estas tecnologías plantean cuestiones morales, psicológicas y económicas de enorme repercusión
tuvieras la oportunidad de hablar con alguno de tus seres queridos ya fallecidos, ¿querrías hacerlo? ¿A través de algo tan natural hoy en día como una aplicación de móvil? ¿Tan sencillo?
Ya existen estas apps, mezcla de ciencia y de ficción, porque quien está al otro lado no es evidentemente ese amigo o familiar tan añorado, sino una recreación elaborada a través de sus recuerdos y su vida. Con su propia voz, o con una simulación. Las cuestiones morales, las legales, las psicológicas y las económicas se dan la mano en esta tecnología del duelo, en la que se trabaja desde la década del 2010, pero que se ha intensificado desde la pandemia de la covid, cuando miles de personas vieron fallecer a sus allegados sin poder despedirse de ellos. Y la tecnología ha evolucionado, especialmente con la inteligencia artificial.
En un episodio de la serie Black mirror del 2013, Be right back, una mujer que había perdido a su novio en un accidente se instala un dispositivo que le permite hablar con él, primero mediante un servicio de mensajería instantánea, más tarde por teléfono, alimentado por las fotografías y vídeos. La última fase consiste en la creación de un clon, un androide casi igual que su pareja desaparecida, una IA capaz de hablar, caminar, reaccionar y comportarse como él.
Diez años más tarde, Manual de la vida salvaje plantea esta memoria de los muertos a la luz de los, digamos, avances tecnológicosenlamateria.Laserie,deseiscapítulos y estrenada en Filmin a principios de octubre, se basa en la novela del canadiense Jean-Philippe Baril Guérard del mismo título, publicada en España por Barrett. El argumento sigue los pasos de Kevin Bédard, un emprendedor millennial en el sector de las tecnológicas, un mundo en el que todo se mueve rápido y en el que uno puede ganar muchísimo dinero si da con la tecla, véase idea, adecuada, y con los informáticos capaces de desarrollarla. El hermano mayor de Bédard murió en un accidente cuando este era un adolescente, y cuando una conocida pierde a su mejor amigo de forma inesperada, se le ocurre una forma para consolarla: una app para comunicarse con los seres queridos.
La serie resulta sumamente realista al describir el proceso de creación del sistema, que se basa en las aplicaciones ya existentes: un dispositivo recopila datos biométricos y toda la información posible sobre la persona en cuestión, en especial la que han compartido en las redes sociales, fotografías, vídeos, comentarios, pero también sus watsaps privados. Toda su huella digital acaba en el mecanismo; la IA se encargará de crear con todo ello una versión digital de la persona, con la que se podrá hablar, contarle cosas y también hacerle preguntas y obtener respuestas, elaboradas por el chatbot mediante toda la información acumulada. Y con la voz del difunto, sus entonaciones, sus muletillas incluso, mediante teléfonos, videochat o asistente de voz. Una especie de Alexa de la muerte, pero más real.
A partir de la idea, asistimos a su materialización en un sistema de capitalismo extremo, reflejado también con gran realismo. En torno al desarrollo y supervivencia de la startup se suceden traiciones, espionajes y ofertas y se mueven millones. Muchos. Los dos socios del protagonista son dos amigos de toda la vida, un informático sumamente capaz en su trabajo, pero desvalido en sus relaciones personales, y la exnovia de este, ambiciosa y más dotada para los negocios: cuando su madre le pregunta si no están invadiendo la privacidad de personas que no querrían que sus secretos y pensamientos salieran a la luz, responde: “Qué más da, ya estarán muertos”. Al mismo tiempo que sus tejemanejes, se presentan las repercusiones de la aplicación, que tocan prácticamente todos los aspectos de la vida. Para empezar, ¿deberían las personas autorizar que su yo virtual esté disponible tras la muerte? Porque en la serie, nada más hacer pública la aplicación, la startup recibe su primera demanda.
En un reciente artículo, la revista Forbes planteaba que el rápido desarrollo de estas tecnologías obligará a que en el futuro las últimas voluntades y los testamentos incluyan cláusulas para señalar el consentimiento (o disentimiento) para crear bots con nuestra información personal. Bots que cada vez será más realistas en la reproducción de las características físicas y en los comportamientos y respuestas. Otras repercusiones son psicológicas: si bien para algunas personas la posibilidad de conectar con sus fallecidos puede suponer un consuelo, para otras puede creSi ar un estado de irrealidad, de no aceptación de lo sucedido. Manual de la vida salvaje muestra cuán difícil es tomar una decisión de este tipo, en circunstancias tan dolorosas, dejar para los muertos el recuerdo, o intentar atraparlos en el mundo real aunque se trate de una apariencia.
Jean-Philippe Baril Guérard reconoció haberse inspirado para su libro tanto en el episodio de Black mirror como en un reportaje de la revista Wired en la que un técnico de informática trataba de dar una segunda vida a su padre, moribundo. Pero como advertía en una entrevista en la MIT Review la empresaria Eugenia Kuyda, que creó el primer bot de este tipo tras la muerte de un amigo utilizando sus conversaciones de texto con él, “no quería recuperar su clon, sino su memoria”. Hablar con los muertos, hoy por hoy, es imposible. /
⁄ ‘Manual de la vida salvaje’ pone el acento en los intereses económicos que mueven estas aplicaciones ⁄ La revista ‘Forbes’ se preguntaba si los testamentos deberán incluir cláusulas sobre recreaciones futuras
⁄ Para ‘cargar’ el futuro bot de una persona la aplicación Re;memory establece al menos siete horas de grabación de entrevistas
¿Qué sucederá cuando podamos encontrar el avatar de nuestros seres queridos en el metaverso? ¿Querríamos hacerlo? Y lo más importante, ¿podremos impedir que se haga? Durante siglos, muchas personas han intentado conectar con sus fallecidos a través de médiums y demás, pero lo que ahora se ofrece como una posibilidad es la de crear de nuevo a estas personas, o mejor, crear un avatar suyo, algo que a muchos nos puede resultar artificial pero que para las generaciones nacidas en la digitalización puede que no lo sea tanto. La Inteligencia Artificial está cambiando nuestra vida, ¿lo hará también con nuestra muerte? HereAfter AI, con sede en California, se presenta como una empresa que permite almacenar los recuerdos de la vida de una persona mediante entrevistas personalizadas (y virtuales) con lo que denominan un “biógrafo”; una vez introducidas en el sistema, las personas autorizadas pueden chatear con esta versión digital y escuchar sus historias: “Los seres queridos disfrutarán escuchando sus recuerdos a través de cualquier computadora o teléfono desde donde estén”. Otras aplicaciones ofrecen prácticamente lo mismo y basándose en el mismo concepto: guardar todos los recuerdos de una persona mientras está viva, acompañándolos de fotografías que ella misma puede comentar, vídeos y demás, para que mediante la IA puedan estar disponibles y hacer que el “para siempre sea más fácil”, como señala la web de HereAfter. Entre estas aplicaciones están Re;memory, desarrollada por la empresa coreana DeepBrain AI; según su web, la diferencia con los libros de historias de vida y los álbumes de fotos es que “la aplicación es interactiva. ¡Le hablas y te responde!”. Para ello son necesarias, explican, al menos siete horas de grabación de entrevistas. Una vez la persona ha desaparecido, los familiares conversar a tiempo real, gracias a técnicas de recreación sustentadas en IA, aprendizaje profundo y redes neuronales. También son conocidas las aplicaciones StoryFile y Eterni.me, que abre su web con una pregunta: “¿Podría un avatar de IA recopilar todos tus pensamientos y recuerdos, luego convertirse en un clon digital de ti mismo y vivir para siempre?”. A finales del pasado año, la MIT Technology
Review, fundada en el prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts, el todopoderoso MIT, dedicó un número a la tecnología del duelo en la que ofrecía diferentes respuestas a la pregunta de Eterni.me. Porque se trata de una cuestión que será cada vez más compleja. Para empezar, ¿cómo sabremos si estamos hablando con quien dice ser? En tiempos de deepfakes nadie se salva, ni siquiera los muertos. ¿Y si el negocio consiste en revivir a personajes famosos? En Character IA, una empresa que surgió en verano del 2022, los usuarios pueden chatear con facsímiles desde la reina Isabel II a Shakespeare o Elon Musk o quien se nos ocurra. Ahora se trata de un entretenimiento, pero en cualquier momento se pueden monetarizar estas actividades. ¿Han dado los personajes reales su consentimiento para ello? Y peor aún, puesto que los bots sacan la información de lo que han publicado personas reales en Internet, a menudo se generan discursos de odio o falsedades en los propios bots. Hace apenas un mes, la hija del desaparecido actor Robin Williams se quejaba de los deepfakes de su padre que proliferan en internet: “estas recreaciones son, en el mejor de los casos, un pobre facsímil de personas mayores, pero en el peor, un horrendo monstruo frankensteiniano”. Por ahora es así, los chatbots no puede improvisar más allá de las respuestas que ya se les haya introducido, pero esto puede cambiar en los próximos años. You, Only Virtual se presenta como una empresa tecnológica de desarrollo de comunicaciones posthumanas bajo el lema “Never have to say goobye” (nunca tendrás que decir adiós). Su sistema de recogida se parece más a la de Manual de la vida salvaje que las anteriores: los usuarios cargan todos sus mensajes de texto, watsaps y conversaciones telefónicas, que estarán disponibles para convertirlos en un chatbot o avatar una vez fallecidos.
Todas estas aplicaciones parten del presupuesto de la aprobación de la persona en vida, pero ¿y si no es así, tal como plantea la serie de Filmin? La verdadera prueba de fuego del llamado derecho a no ser “resucitado” llegará con el desarrollo del metaverso. Porque no todo el mundo se quiere apuntar a la inmortalidad digital.