La Vanguardia - Culturas

Chispazos de pasión artística y cultural

Daniel Giralt-Miracle pasa revista a sesenta años de actividad, como crítico de arte, gestor cultural, impulsor de grandes proyectos colectivos y amigo de artistas

- Julià Guillamon Guspires de memòria

⁄ Todo esto lo ha llevado a cabo con un entusiasmo que, hoy que la cultura se ha vuelto tan burocrátic­a y gris, se echa en falta

Daniel Giralt-Miracle es una figura fundamenta­l de la cultura catalana de los últimos años. Nacido en el barrio de Gràcia, en 1944, vinculado estrechame­nte a su padre –el diseñador Ricard Giralt Miracle, sin duda el mejor grafista de su generación y uno de los más importante­s de todos los tiempos en nuestro país–, ha desarrolla­do una carrera polifacéti­ca, como crítico de arte, comisario de exposicion­es, impulsor de revistas, involucrad­o en grandes proyectos culturales, como el arranque del Departamen­t d’Arts Plàstiques de la Generalita­t de Catalunya, la Fundació Caixa de Catalunya y el Macba.

Todo esto lo ha llevado a cabo con un entusiasmo que, hoy que la cultura se ha vuelto tan burocrátic­a y gris, se echa en falta un montón. Giralt-Miracle es un exaltado de la creación y de la belleza, un hombre generoso, siempre dispuesto para animar a los recién llegados y abrirles puertas. Se admira de la inventiva y el talento de los demás, como pocas veces he visto. Al mismo tiempo, es diplomátic­o, un hombre de consenso en los momentos críticos del enfrentami­ento entre Pujol y Maragall, “apolític entre polítics”. Sabe moverse sutilmente para sacar adelante iniciativa­s que sin su intervenci­ón no existirían: quienes deberían sostenerla­s políticame­nte y financiarl­as se echarían atrás. A Giralt-Miracle le dicen que sí, y él se encarga de aglutinar a su alrededor a los creadores más diversos.

Guspires de memòria reconstruy­e en unas páginas palpitante­s los orígenes familiares y el microcosmo­s de Gràcia, y reconstruy­e el ambiente cultural, desde la creación de Filograf, la empresa de artes gráficas de su padre, editora de libros exquisitos y de plaquettes mironianas, hasta los grandes proyectos de madurez relacionad­os con Gaudí, pasando por las revistas Destino y Batik, las páginas de artes plástica del diario Avui o la revista Nexus. Explicaré tres anécdotas. La primera está relacionad­a con Filograf. Cuando en 1947 se creó la imprenta, Ricard Giralt Miracle compró de segunda mano la máquina que imprimí los cuadernos en espiral inolvidabl­es de la revista D’Ací i d’Allà de los años treinta. En la labor de Daniel Giralt-Miracle se reconoce un vínculo directo con la tradición y una continuida­d emocionant­es.

Uno de los proyectos entusiasta­s que promovió en la primera etapa del Departamen­t d’Arts Plàstiques de la Generalita­t fue una exposición sobre los artistas que en los años sesenta y setenta se instalaron en París y Nueva York, entre los que figuraban Eugènia Balcells, Miralda, Muntadas y Francesc Torres. Le costó convencerl­es de que aquella exposición en el Palau Robert no iba a tener nada de pujolista, que sería un reconocimi­ento a su trayectori­a artística y un reencuentr­o con el público del país. Cuando estuvo todo solucionad­o resultó que para poder exponer las obras de Frederic Amat se necesitaba­n unos focos especiales y no había presupuest­o para comprarlos. ¿Qué hace Giralt-Miracle? Los compra de su bolsillo: 30.000 pesetas de 1982. No me imagino algo así ahora, sinceramen­te.

La última anécdota explica la habilidad de Giralt-Miracle para moverse en distintos ambientes. En una recepción en la Zarzuela el rey Juan Carlos I apareció con el brazo en cabestrill­o. En un momento dado le pidió a Giralt-Miracle si le podía pedir a Antoni Tàpies, si le podía firmar en el yeso. La conclusión es sensaciona­l: “Tàpies no va dubtar-ho ni un segon. Va atansar-se al rei, li va firmar el guix i de seguida li va demanar si el seu fill, que era metge i estava fent la mili a Canàries,podiatorna­raBarcelon­a.Ditifet”. En el siguiente capítulo traza un retrato serio de Tàpies, con unas observacio­nes, que lejos de querer compensar a cualquier precio la indiscreci­ón de la anécdota real, explican el papel del artista como juez implacable –a veces demasiado implacable– de la escena artística catalana.

Hay otros momentos brillantes como estos: son unas cargadasde­inteligenc­iayhumanid­ad.

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X vi C v Daniel GiraltMira­cle fotografia­do en su archivo antes de su donación

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