La Vanguardia - Culturas

Homenaje sin prejuicios a aquella Barcelona...

Sin prejuicios ideológico­s y notorio cariño, Carlos Abella pormenoriz­a la vida barcelones­a desde la posguerra hasta los JJ.OO. de 1992 en su exhaustivo ‘Aquella Barcelona’

- Joaquín Luna

Espíritu liberal y vitalista, criado entre libros y buenas compañías –los amigos de su padre, Rafael–, Carlos Abella ha recopilado una suerte de dietario de la Barcelona desde el final de la Guerra Civil en 1939 hasta los Juegos Olímpicos de 1992, con el aliciente de rescatar a tantos y tan dispares personajes que marcaron el latido popular de la ciudad y unos rincones –desde cines a restaurant­es– que aún existen en la memoria, porque lo que es en la realidad...

Para que el lector lo entienda mejor: aquí se explica el fusilamien­to de Lluís Companys, la huelga de los tranvías o la revolución que supuso el puente aéreo en 1974 pero también las glorias de Carmen Amaya, la rivalidad de Manolete y Arruza, la idolatría por Kubala, las llaves del luchador Jesús Chausson en el Price o la sala Iris, la bonhomía de Néstor Luján o esa generación de médicos eminentes que hicieron de Barcelona una referencia sanitaria a escala mundial.

Aunque viva en Madrid, Carlos Abella es uno de esos barcelones­es liberales, cultos y civilizado­s a los que el destino deparó nacer en el año 1947, el de la muerte de Francesc Cambó y de Manolete –hechos bien conocidos–. El mérito y el interés del libro es que no se ciñe a las efemérides de carril sino que amplía el ángulo de visión, a modo del que pasea por una Diagonal sin bicicletas, patinetes ni obras del tranvía. Relajada y felizmente, vaya. Así, ya que hablamos de Barcelona y del 1947, Abella recuerda el éxito arrollador de Manolo Caracol y Lola Flores en el Poliorama, el asesinato del excenetist­a Eliseo Melis a disparos del temido Quico Sabater, que le dio plomo frente al número 3 de la calle Montalegre, o la visita de Eva Perón, recibida a lo grande en agradecimi­ento por los envíos de cereales y carne de Argentina.

Como el autor no se declara antifranqu­ista ni se siente obligado a adjetivar los hechos que narra, el lector irá descubrien­do la vida intensa, popular y activa de Barcelona aún en una época –la posguerra y el franquismo– despachada como tenebrosa, descripció­n compatible con las ganas de vivir y disfrutar del pueblo barcelonés. El autor se guarda muy mucho de decir o insinuar que “con Franco vivíamos mejor”, pero deja claro que tampoco aquello –o aquella Barcelona– era un páramo ni mucho menos una aldea lúgubre, acaso porque la sociedad se procuraba unas vías de escape.

Gran conocedor de Barcelona y de Madrid, Abella deja claro en este libro que en ese periodo de 1939 a 1992 no hubo color: la Ciudad Condal le dio mil vuelta a la capital de España, más “secuestrad­a” por el peso del funcionari­ado, la vida oficial y un encorsetam­iento superior al de Barcelona, cuyas noches y escenarios conoce y menciona: la Cova del Drac, Runner, El Snob, The Pub de Tuset, el bar Pastís, Bocaccio...

Apoyado en numerosas fuentes y textos periodísti­cos, Abella describe los hitos de aquella Barcelona con rigor y objetivida­d, lejos de establecer trincheras ideológica­s, como es frecuente cuando se describe la vida bajo el franquismo, de tan prolongada duración. El

⁄ Pese a sus tragedias, la Barcelona del franquismo a los Juegos Olímpicos fue una ciudad vitalista, sin complejos ni traumas

autor introduce anécdotas y vivencias, con equilibrio, y sobresale en la descripció­n de algunos amigos de su padre, Rafael Abella, erudito, historiado­r, puntal en la editorial Planeta y asiduo colaborado­r en La Vanguardia. Hablamos de figuras barcelones­as de la talla de Néstor Luján, Horacio Sáenz Guerrero, Mariano de la Cruz, el doctor Juan Obiols, Juan Ramón Masoliver...

Vista así, Aquella Barcelona, con sus tragedias e infortunio­s, fue también una ciudad alegre, vital y sin complejos ni grandes traumas. Que se bañaba en Piscinas y Deportes o los baños de San Sebastián, iba al cine, los toros y el fútbol sin siquiera imaginar que un día de 1992 sería el centro del universo.

 ?? C s Pé z d R z s ?? Copito de Nieve “felicita” la onomástica al alcalde Porcioles en la Casa Gran, 19 de marzo de 1967
C s Pé z d R z s Copito de Nieve “felicita” la onomástica al alcalde Porcioles en la Casa Gran, 19 de marzo de 1967

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