Demografía sin demógrafos
La creencia de que el Estado puede modelar las tendencias poblacionales es errónea. Y la despoblación de España no es contemporánea, aunque así se piense
J an E cul e
⁄No son las dificultades económicas lo que impide el aumento de la natalidad, sino la mayor autoexigencia social
En el XVII congreso del Partido Popular, en el 2012, su rama gallega hizo hincapié en el fomento de la natalidad. El interés no era casual. Alberto Núñez Feijóo, desde que asumió la presidencia de Galicia en el año 1999, había situado la cuestión demográfica como uno de sus ejes políticos principales con varios planes para su “dinamización” y para “revertir el envejecimiento demográfico”. Durante sus sucesivos mandatos, la Xunta legisló e impulsó medidas sociales a partir de la creencia del conservadurismo de que la mejora de las condiciones de vida y de los servicios tienen una traducción automática en el número de hijos. Una década después, sin embargo, el impacto sobre la fecundidad ha resultado nulo. Este agosto, La Voz de Galicia titulaba “Los nacimientos en Galicia caen en un mínimo histórico”.
Pero tanto da. Los hechos no impiden que la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, siga los pasos de los populares gallegos. Al fin y al cabo, Vox o gobernantes nativistas de ultraderecha como el húngaro Viktor Orbán o el ruso Vladímir Putin pregonan lo mismo. Ninguno de ellos, sin embargo, consigue su propósito. La razón es simple: no tienen en cuenta la demografía, solo sus ideas preconcebidas.
El subdirector del Centro de Estudios Demográficos de la Universitat Autònoma de Barcelona, Andreu Domingo, ha reunido a diez expertos para explicar por qué la creación de un relato demográfico se hace de espaldas a los demógrafos. Los ocho ensayos de La coartada demográfica y el discurso de la involución en España que han escrito, entre otros, Jordi Bayona-iCarrasco, Julio Pérez Días, Alba María Aragón-Morales y Antonia María RuizJiménez, abordan el tratamiento de la demografía desde la política, los medios de comunicación y la opinión pública.
Cada aproximación es una bofetada a los prejuicios. La obra sostiene, por ejemplo, que la creencia de que el Estado puede modelar las grandes tendencias poblacionales es errónea y “no se volverá a producir un baby boom, por mucho que se nos quiera adoctrinar sobre valores cristianos y patrióticos”. También desmonta las tesis del “invierno demográfico” o el “gran reemplazo” –la sustitución de la población autóctona por la inmigrada–.
Asimismo se apunta que la despoblación de España no es un asunto contemporáneo, aunque sea uno de los tópicos más extendidos, sobre todo a raíz de la publicación del libro La España vacía. Viaje por un país que nunca fue de Sergio del Molino (2016). El geógrafo Joaquín Recaño sostiene que esta España es el producto de un tipo de poblamiento específico definido por la interrelación entre el medio físico y la historia. “Difícilmente se puede vaciar aquello que nunca estuvo del todo lleno”, sentencia el geógrafo en uno de los capítulos más demoledores.
Si los asesores del PP leen la obra descubrirán que no son tanto las dificultades laborales y económicas de las familias y los jóvenes lo que impide que aumente la natalidad, sino el aumento de la autoexigencia, el cuidado y los recursos que cada nueva generación quiere proporcionar a sus hijos. Y que, por lo tanto, las ayudas que se dan se invierten en mejorar la vida de estos, en vez de ser un llamamiento a tener más.
El volumen lanza también una advertencia. Cuando se estudia la aparición y expansión de la extrema derecha en la Unión Europea los temas que focalizan la atenciónsonlaofensivaeducativa,elantifeminismo, la homofobia y la xenofobia, además de la financiación de esta ideología por parte de grandes asociaciones internacionales. En cambio se deja de lado un aspecto fundamental: el papel de la demografía y el uso que hacen los extremistas. Antes de tener miedo consulten a un demógrafo,porfavor. /
Las familias, en el centro del debate europeo sobre natalidad