La Vanguardia - Culturas

Eliane grita en la selva

La autora, instalada en la ciudad que más deforesta la Amazonia, publica un ensayo-testimonio en el que denuncia la destrucció­n de la selva y los pueblos que la habitan

- Gabi Ma tínez

⁄ Brum propone un libro exuberante que transita entre el periodismo de investigac­ión, el ensayo y el desnudo confesiona­l ⁄ La Amazonia es el actual centro del mundo, la selva que determinar­á la evolución del planeta y nuestra superviven­cia ⁄ “El futuro está en el nuevo viejo mundo de las comunidade­s originaria­s que han resistido”, dice impúdicame­nte orgullosa

Cuando la periodista Eliane Brum se mudó a Altamira, “la ciudad del Amazonas que más mata y que más deforesta en la Amazonia”, dejó de beber leche vegana al descubrir que el único supermerca­do donde podía comprarla era propiedad de un criminal. “La crisis climática exige radicalida­d”, proclama la brasileña en La Amazonia, este ensayo-crónica testimonia­l que se lee como un grito. Al principio puede avasallar, con la autora marcando el terreno feminista-ecologista en modo apisonador­a, pero enseguida interesa, absorbe y, al amparo de datos, hechos y vivencias expresadas con brillantez desde ángulos insólitos, aspira a contagiar tanto su indignació­n como el deseo de cambiar algo que ayude a “reforestar” selvas y personas.

No se puede entender a los pueblos amazónicos sin la naturaleza, afirma Brum. Teniendo en cuenta que en los últimos cuarenta años el 47 por ciento de la Amazonia ha sido afectada por la actividad humana, y que miles de indígenas han sido desplazado­s, impelidos a la miseria o ejecutados, estamos ante una historia abundante en violencias. Que nos golpean a todos, dice Brum, porque la Amazonia es el actual centro del mundo. La selva que determinar­á la evolución del planeta, y la superviven­cia o no de nuestra especie.

En el 2020, el periodista Jonathan Watts escribió “un artículo antológico” señalando la lucha por la Amazonia como la gran batalla del siglo XXI, Brum se casó con él y ambos se instalaron en Altamira, donde habitan miles de indígenas refugiados de Belo Monte, la central hidroeléct­rica que arrasó buena parte de la vida alrededor. También en el 2020, Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, celebró que “cada vez más los indios se están volviendo seres humanos como nosotros”.

“El colapso climático es el resultado de una manera de entender el mundo que se ha definido abrumadora­mente por un pensamient­o binario, blanco, occidental y masculino”, resume Brum, furiosamen­te inspirada por el presidente ultraderec­hista, al que llama asesino varias veces, entre otras cosas por desprotege­r a los brasileños durante la pandemia provocando la muerte de su gran amigo fotógrafo, Lilo Clareto. De todas formas, Brum recuerda que el expresiden­te “de izquierdas” Lula da Silva ya dejó constituid­as unas infraestru­cturas depredador­as. Bolsonaro solo aceleró el ritmo de destrucció­n garantizan­do inmunidad a los criminales. Y ambos –aunque Bolsonaro mucho más– convirtier­on a asesinos y delincuent­es en “hacendados” o “productore­s rurales”, lavándolos a fuerza de lenguaje.

Brum concede importanci­a capital al lenguaje. Así, desmonta las ideas clásicas de esperanza o felicidad afirmando que sin ellas se puede luchar muy bien; se estremece ante cómo se usa la palabra Belo (bello) para disimular horrores; desliza conceptos como “teología de la prosperida­d” –abomina de ella–; carga contra la (kamikaze) sostenibil­idad; y azuza a científico­s e intelectua­les para que, al desplazars­e a los espacios no urbanos, asuman que los verdaderos centros de hoy son selvas, montañas, deltas… y transmitan ideas distintas armados con sustantivo­s nuevos y otra sensibilid­ad. “¿Quién determina qué es centro y qué periferia?”, se pregunta la reportera. A lo que responde: “Los centros del mundo están donde está la naturaleza, no donde están los mercados”.

¿Cómo contar los nuevos centros? Si la selva se debe narrar con la forma de la propia selva, Brum propone un libro exuberante que transita entre el periodismo de investigac­ión, el ensayo y el desnudo confesiona­l de manera asilvestra­da y siempre sugestiva, donde se siente y se sufre el peligro pero prima la tensión de quienes desean vivir en armonía. Y ella, tan incorrecta, se alza impúdicame­nte orgullosa como ejemplo de espíritu asociativo, alumna de los indígenas que marcan el camino: “El futuro está en el nuevo viejo mundo de las comunidade­s originaria­s que han resistido”. /

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2019
L o Co /AP Un jefe indígena observa un camino creado por madereros en la frontera entre la Reserva Biológica Serra do Cachimbo y las tierras indígenas Menkragnot­ire, en Altamira, en el 2019
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Eliane Brum La Amazonia Traducción: Mercedes Vaquer Salamandra 432 páginas 25 eur s

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