El género que más se adecua a la vida
Àlex Susanna ofrece una obra de lectura muy amena que apuesta por el arte de la conversación y la mirada sutil
Conocido, inicialmente, como poeta (su primer poemario data de 1977), Àlex Susanna (Barcelona, 1957) ha venido desarrollando, desde el año 1989 –el de publicación de Cuaderno veneciano–, una obra muy sólida como escritor de dietarios. El último ejemplo de ello es el libro que presento, el séptimo de su producción. Escritor de dietarios o, incluso mejor, escritor de notas: reflexionando a propósito del último libro del desaparecido Josep Igual, escribe que “aquesta mena de literatura personal de caire digressiu és la que més m’omple i interessa”. Porque el dietario, según el autor, es el género –o transgénero, por su condición híbrida– que mejor se adecua a la vida.
El libro, escrito aún en plena pandemia, arranca el 16 de febrero de 2021, con la muerte de Joan Margarit, y está dedicado a dos “maestros y amigos dilectos”: Feliu Formosa y J. F. Yvars –que ya eran, por cierto, los dos autores más citados en su anterior volumen, El món en suspens (2022)–. Sobre Margarit, de quien Susanna fuera editor y amigo, destaca que “és l’autor d’algun dels millors poemes que s’han escrit aquests últims trenta anys en qualsevol llengua”. Lo que no es óbice para que juzgue con severidad su último poemario, el póstumo Animal de bosque :“Cap sentit de la llengua ni encara menys del ritme”. Es un ejemplo significativo del conjunto: Susanna escribe desde un respeto escrupuloso –es un autor que nunca toca de oído–, y, en consecuencia, cuando lo cree conveniente, se muestra crítico. Pasa algo similar con una nota dedicada a los postreros días de su padre (“Per què es va cansar de la família?”), y en otras ocasiones, referidas, sobre todo, a aspectos de realización artística o literaria.
Como los precedentes, también este libro reflexiona con suma atención sobre la producción cultural: la pintura y la literatura, por encima de otras disciplinas. En cuanto a la primera, el autor se declara partidario, una vez más, del arte figurativo (aunque su visión del fenómeno pictórico es muy amplia): por ello lamenta que ciertas instituciones del país –el Macba– desprecien la obra de algunos artistas de la escuela catalana que practicaron este tipo de pintura. Se podría decir algo similar sobre sus predilecciones líricas. Para Susanna, la poesía no debe hacernos perder el mundo de vista, sino permitirnos verlo mejor, con todas sus luces y sombras. El cuaderno de notas no deja de incluir espléndidas descripciones sobre la naturaleza, que alternan con las urbanas: la pirenaica de Queralbs, la del Penedès gelidense y la del Matarranya de Calaceite. Son, acaso, las páginas de mayor hondura literaria: subrayaría dos fragmentos sobre sendos plenilunios. Las semblanzas de personajes contemporáneos (magnífica, la de Oriol Bohigas, pero también las que nos regala de Oscar Tusquets o Carles Casajuana, entre otros), los pasajes de vida privada y reflexión familiar (muy valiosos, los dedicados a su esposa, Núria) y la crítica ácida sobre cuestiones culturales y políticas catalanas acaban de componer una obra de lectura muy amena que apuesta, decididamente, por el arte de la conversación y la sutilidad de la mirada.