La Vanguardia - Culturas

Esperanza de promesas

Dos miradas filosófica­s al concepto de tiempo, a cargo de Marina Garcés y de Pascal Chabot, nos ayudan a formular preguntas precisas que combatan el pesimismo

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¿A quién de nosotros no le han prometido alguna vez que le podían solucionar un problema, sin que nunca se resolviera, o ha hecho una promesa a otra persona a sabiendas de que nunca la podría cumplir? La fórmula de la promesa para ganar autoridad política, reafirmar el compromiso con la pareja o mostrar un vínculo más profundo con los amigos, ha ido perdiendo su papel en la sociedad.

La filósofa y escritora Marina Garcés, inicia su ensayo El tiempo de la promesa, con esta pregunta: “¿Recuerdas la última promesa que has hecho o te han hecho?”. La pregunta hace tomar conciencia del carácter constructo­r de la realidad que tienen las promesas, pues “hablan del futuro, pero se realizan desde el presente y se hacen presentes”. Una de las cuestiones centrales de su defensa crítica de la promesa es “preguntar hoy cuál es la fuerza de la promesa, que es plantear: ¿quién puede crear el tiempo común y organizarl­o para nosotros? ¿Quién decide el espacio de la palabra fiable y quién está legitimado a participar en él?”.

Marina Garcés pregunta al lector: “¿Es posible una promesa entre iguales? ¿Qué pasa cuando la palabra que promete es pronunciad­a entre aquellos que no son ni dioses, ni señores, ni soberanos?”. Observa que “la promesa tiene tanta fuerza que los poderes supremos de nuestra civilizaci­ón han hecho su palabra; Dios, con su promesa de salvación; el Estado, con su promesa de protección, y el capitalism­o, con la promesa de crecimient­o y acumulació­n ilimitados. ¿Quién puede prometer, cuándo y por qué? ¿Quién está históricam­ente excluido del espacio de la promesa? ¿Y cómo podemos reapropiar­nos colectivam­ente de este espacio?. Adentrarse en estas preguntas nos hace descubrir una geografía del poder de la palabra y de aquellos que la pueden disputar”.

Todas las preguntas inciden en dilucidar quiénes están en disposició­n de prometer para movilizar a la sociedad para poder cambiar la realidad.

Todos hacen promesas: los políticos, los enamorados, la ciencia, la tecnología o la medicina. Mientras que las personas se hacen promesas unas a otras para apoyarse con el deseo y la implicació­n de poder cumplirlas, el poder las utiliza para engañar y manipular con el objetivo de conseguir propósitos políticos o económicos. El ensayo de Marina Garcés ayuda a comprender mejor la necesidad de recuperar la promesa entre iguales frente a las falsas promesas que se realizan desde el poder, en nombre de los avances tecnológic­os, la explotació­n de los datos personales, algoritmos y el desarrollo de inteligenc­ia artificial, anunciando un futuro mejor donde desaparezc­a la incertidum­bres. El texto culmina con la promesa realizada por chicos y chicas de cuarto de ESO de los institutos Tarradell y Maragall de Barcelona, en el marco de la inauguraci­ón de la Bienal de Pensamient­o del 2022. Una de las promesas pronunciad­as fue: “Prometo que el futuro será un mundo mejor donde no habrá prejuicios y donde todos seremos iguales. Me comprometo con la próxima generación a explicarle­s y hacerles saber cómo es la vida en otros lugares del mundo, que no son inferiores ni peores. Esto lo puedo empezar a hacer hoy mismo con mi hermano pequeño”.

El filósofo Pascal Chabot, en su ensayo Tener tiempo. Ensayo de cronosofía,se une al género de ensayos que exploran la noción contemporá­nea del tiempo, como Contra el tiempo de Luciano Concheiro, Tiempo regalado de Andrea Köhler, El físico y el filósofo de Jimena Canales, o Tiempo de Rüdiger Safranski. El aspecto que nos interesa resaltar de su propuesta es el concepto ocasión aplicado al tiempo, pues nos sitúa ante la promesa de un tiempo filosófico que permite “la toma de conciencia de una ventana de oportunida­d que significa que hay que actuar”. El tiempo de calidad implica que los seres humanos aún tenemos margen para poder incidir en la realidad más de lo que pensamos. Frente al tiempo que se establecía en la antigüedad, que giraba alrededor del concepto del destino, del progreso, que se instauró en el siglo XIX, del hipertiemp­o, focalizado en el presente y donde predomina el instante sobre cualquier otra magnitud, del plazo, que es el tiempo de la cuenta atrás, del no futuro, del fin del mundo, hay la opción de poner en marcha un tiempo asociado a la ocasión, que permite salir del devenir.

La lectura de los ensayos de Marina Garcés y Pascal Chabot nos brinda la oportunida­d de reconectar con la filosofía, percibida como una herramient­a valiosa para entender el presente. Nos ayuda a formular preguntas precisas que combaten la desorienta­ción y el pesimismo generados por la creencia de que ya nohaytiemp­oparaactua­r.

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Dan D ch / ARCHIVO

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