La metáfora a imal
R S h
“En el relato Un artista del hambre, un asceta aposentado en una jaula expuesta al público pasa semanas enteras sin tomar alimento, transcurre tanto tiempo que el público se aburre de verlo y termina por olvidarse de él. Al final de esta historia, el hombre muere, y de ahí en adelante una pantera joven habitará en la jaula; el animal representa la vitalidad pura, y por eso resulta mucho más interesante para el público que el asceta. Kafka utiliza aquí la energía que aporta la metáfora del animal para crear el máximo contraste sensorial y físico en oposición a la cercanía del asceta a la muerte.
En Kafka se dan igualmente apariciones de animales mucho más misteriosas y más difíciles de descifrar. Por ejemplo, en la novela El castillo, esas cornejas que vuelan en círculos muy por encima de la torre del castillo. O esa otra imagen de grandes pájaros negros sobre el fondo de un paisaje nevado; es una imagen muy poética, pero ¿qué más podemos decir al respecto? Y en el relato Un médico rural, en el que vemos a un médico llegado de muy lejos que está sentado al borde de la cama de su joven paciente sin poder hacer nada por él; alrededor de ambos se concentra la familia a la espera de un milagro. Pero he ahí que de pronto las ventanas se abren al ser empujadas desde fuera, y entonces las cabezas de dos caballos se asoman a la habitación para contemplar al joven enfermo. Algo así solo ocurre en un sueño; aquí la interpretación no es fácil, pero precisamente por ello esa imagen tiene una fuerza tan extraordinaria.
Tales motivos se encuentran en múltiples variaciones en la literatura universal. Los animales están per se cargados de simbolismo, porque todavía antes de que se establezca la comprensión consciente provocan impulsos complejos, fuertes y, en parte, también atávicos; la historia del arte proporciona ejemplos de ello, cuyo efecto no es menos poderoso. Pero algunas de las ocurrencias de Kafka se distancian de manera tan enérgica de esta historia general de los motivos que un mero recurso a tradiciones literarias a la hora de interpretarlas será de poca ayuda. Kafka asigna a sus animales una autonomía desconcertante, y les reserva un piso muy amplio en el edificio de su obra.
Los relatos que contiene el presente volumen (Cuentos de animales) no se limitan al uso simbólico o metafórico de la aparición de animales. Más bien, sus protagonistas mismos provienen del mundo animal, como criaturas con una identidad no siempre inequívoca (Un cruce y En nuestra sinagoga), como repentina encarnación de una tradición (El nuevo abogado y El buitre), pero constantemente en figura de animal, actuando de manera misteriosa, a menudo pensando con intensidad, incluso hablando. En cuatro de los textos no aparece ningún ser humano. Y en tres de los relatos el animal, el protagonista, es idéntico al yo narrador.