La Vanguardia - Culturas

¡Las novelas pueden ser de tantas maneras!

Publicada en 1954, ‘El martell’ de Jordi Sarsanedas crea un clima de extrañeza en torno a un crimen. La búsqueda del culpable deriva en indagación metafísica

- Julià Guillamon

⁄ La literatura de Sarsanedas tiene algo de lacado: es modesta, brilla y en seguida se le marcan las huellas de los dedos

En este 2024 Jordi Sarsanedas (Barcelona 1924-2006) habría cumplido cien años y su novela El martell, que cumple setenta –se publicó por primera vez en el Club Editor, bajo el paraguas de Aymà, en 1954–, es la piedra principal de la celebració­n más bien tímida del centenario. Sarsanedas fue un hombre clave del milagro catalán de los años sesenta, en la Agrupació Dramàtica de Barcelona y en Serra d’Or donde fue un jefe de redacción razonable y respetuoso, que abrió la puerta a los jóvenes. Fue un buen profesor, en el Institut Francès, y muchos de sus alumnos le recuerdan. Empezó como poeta, dio el paso a la narrativa breve, escribió un gran libro –Mites (1954)– que, entre a otros, influyó al joven Quim Monzó y sin el cual no se explicaría una parte de la narrativa catalana de base filosófica y fantástica con Maurici Pla y Marina Espasa al frente. Desde las páginas de este diario tuve el placer de celebrar a bombo y trompeta los libros que publicó de mayor, cuando volvió a tener tiempo y ganas de escribir.

Para decir dos: L’enlluernam­ent, al cap del carrer (2001), poesía, y Una discreta venjança (2005), cuentos.

El padre de Jordi Sarsanedas, Ramon Sarsanedas, fue uno de aquellos artistas catalanes de los años treinta –como el gran Josep Granyer– que lacaban esculturas. La literatura de Sarsanedas tiene algo de lacado: es modesta, brilla, y en seguida se le marcan las huellas de los dedos. Aunque es contemporá­nea es preciosist­a y como de otra época. Otro aspecto destacable es que, al ser Ramon Sarsanedas y Rosa Vives gente moderada, vinculados al partido Acció Catalana, marcharon al exilio en 1937: el hijo estudió en Francia y regresó de allí licenciado. Esto explica que, como señala muy oportuname­nte Manel Ollé en el epílogo de esta edición de El martell, las novelas de Sarsanedas conecten más con los libros de Trabal o Calders que vivían en Chile y México que con los que escribían aquí sus amigos Capmany y Pedrolo. Por eso también, cuando Ollé tiene la iluminació­n de relacionar El martell con las novelas de Boris Vian, piensas: sí.

Siempre que me viene a la cabeza El martell, immediatam­ente después me viene asimismo Alphaville, une étrange aventure de Lemmy Caution (1965) de Jean-Luc Godard, a la que Sarsanedas se anticipó diez años. Si tuviéramos que filmar una película de El martell, la ciudad de Novoconsta­nça sería Barcelona. Una Barcelona realista a la que no sería necesario añadirle nada para que se convirtier­a en una ciudad de otro planeta.

Este juego entre novela fantástica “de gavardina i pistola” (como dice el narrador de El martell) y realismo existencia­l es uno de los grandes aciertos del libro que conecta con una tradición que llega a Peter Handke, Thomas Pynchon y Robert Coover. Se ha producido un crimen, un hombre ha muerto y la mancha de sangre tiene forma de martillo. A diferencia de las novelas “de gavardina i pistola” puras, lo

que lleva a resolver el enigma no es la inteligenc­ia o la lógica sino una larga deambulaci­ón en la que el narrador –sobrino de la víctima, Caius Deva–, como un cuchillo que se hunde en un trozo de panceta, atraviesa las capas de la sociedad de Novoconsta­nça, el trabajo, los deportes, el ocio y el amor. La extrañeza lo domina todo.

El martell es una novela en blanco y negro, con personajes que se han acostumbra­do a vivir en un mundo desguitarr­ado. De las muchas cosas potentes que he encontrado al leerla de nuevo quiero destacar el Panathlon, un club deportivo para chicos ricos que esperan el momento de cobrar la herencia, en el que triunfa un cóctel llamado mizzi. Con uno de esos mizzi brindo por los añorados Jordi Sarsanedas y Joan Triadú (que firma el prólogo),porMalesHe­rbesyporMa­nelOllé.

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Jord Belver / ARCHIVO Jordi Sarsanedas en una imagen de los años noventa
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Jordi Sarsanedas El martell Ma sH b s 331 páginas 20,90 u s P ó g J an T ia ú y pí g Man O é

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