Agridulces historias parisinas
⁄ Colombe Schneck relata una vivencia traumática, una larga amistad femenina y un amor tardío
Colombe Schneck, nacida en 1966, es vástaga del París más acomodado y a la vez ilustrado. El padre, médico; la madre, con estudios universitarios, dedicada al hogar; vivían en un amplio piso con parquet y chimenea de mármol, junto a los jardines de Luxemburgo; contaban con asistencia doméstica, la familia veraneaba en Porquerolles. Ella se educa en el Colegio Alsaciano, sus padres “la llevan a la ópera, a la Comédie Française y el Museo de Arte Moderno, pero nunca a los centros comerciales”. Autodefinida como “bajita, con el pelo castaño y la piel y los ojos claros”, tras estudiar en el Institut d’Études Politiques y en la universidad Paris 2 inicia una carrera como periodista y documentalista de televisión, cronista literaria –para Madame Figaro– y escritora. Porque tras constatar que en ese hogar tan relajante había cosas “de las que no se hablaban”, decide investigar la historia de su padre y de su abuelo y su conexión, en tanto que judíos, con los grandes traumas de la Segunda Guerra Mundial, que el progenitor vivió escondido con una familia hospitalaria. Así surge L’increvable Monsieur Schneck (premio Murat) y su novela La Réparation, donde reconstruye el destino de los parientes perecidos en Auschwitz.
Otros trabajos suyos reconocidos son Une femme célèbre (premio Anna de Noailles, sobre la misteriosa estrella televisiva de los años 70 Denise Glaser); Mai 67 (premio Messardière), o Les guerres de mon père (premio Pagnol).
En la última década ha publicado tres novelas cortas autobiográficas que han gozado de buena recepción en medios franceses: Diecisiete años (2015), Dos pequeñas burguesas (2021) y La ternura del crol (2019). A la gran abanderada de la autoficción Deborah Levy le encantaron. Con su agente literaria Susanna Lea, la autora concibió la estrategia de reunirlos en un solo volumen bajo el título de Trilogía de París –la ciudad ya es un reclamo– para lanzarlos internacionalmente, y se han vendido los derechos a varios idiomas, en inglés para Penguin. En España acaba de aparecer con traducción de Mercedes Corral en Lumen, el sello que prestigió Esther Tusquets y ha conseguido mantener una línea de calidad distinguible dentro del macrogrupo Penguin Random House, bajo la égida de Silvia Querini, primero, y, desde hace unos años, de María Fasce.
En literatura existe una cualidad difícilmente definible, ya que no es universal y cambia según a quién se aplique, que es el tono. Se tiene o no se tiene, y quien lo posee comunica y seduce, cosecha adeptos y generalmente triunfa. Colombe Schneck lo tiene. Consigue abordar asuntos dramáticos sin perder cierta ligereza, y a la vez sin resultar nunca frívola; puede acercarse al mundo de los ricos desde una familiaridad con ribetes críticos que lo hacen fácilmente digerible; cae bien. Schneck, en su clave aparentemente discreta y distendida, aunque sin duda muy trabajada, es dueña de un tono dentro de lo que aquí solemos considerar en su faceta más positiva (hay otras) como “muy francés”: una sensibilidad epicúrea y culta frente a cuestiones tan diversas como el interiorismo doméstico, el paisaje urbano y rural, la gastronomía, las relaciones humanas y sentimentales; la belleza y todo el arte de vivir. Y a la vez despliega una posición feminista fuerte bien sintonizada con los tiempos que corren.
En los tres textos de Trilogía de
París Colombe Schneck recoge la traumática vivencia de un aborto, a los diecisiete años; la amistad prolongada a lo largo de varias décadas con su compañera de colegio Héloïse; y un amor tardío, ya divorciada y madre, con Gabriel, músico y deportista que le anima a practicar la natación y le brinda nuevos estímulos vitales. En conjunto encontramos una autora de mucho talento, con un mundo que seguir, y una de las mejores sorpresas de la produccióneditorialreciente. /