La Vanguardia - Culturas

Mediocrida­d y amargura en Casa Pollo

Primera novela de Alba Dedeu sobre las renuncias de la madurez, a propósito de una pareja que monta un negocio de pollos al ast que les absorbe la vida

- Julià Guillamon La escritora Alba Dedeu /

El pollo al ast es un buen símbolo. Los primeros establecim­ientos que se establecie­ron en Barcelona –los famosos Piolindos de Sant Gervasi y del Mercat de Santa Caterina– tuvieron un éxito fulgurante. Después de la posguerra hambrienta, resultaba que, por cuatro chavos, podías ir a un restaurant­e con una larga barra, comer un cuarto de pollo con patatas y unas croquetas, con una copa de champán. O llevártelo todo a casa en una bolsita monísima. El pollo al ast es también un emblema de la vida regalada de las vacaciones de verano, cuando no hay tiempo ni ganas de cocinar. En definitiva: el pollo al ast representa la ilusión de haberse librado de las estrechece­s alimentari­as y del yugo del trabajo. Es sencillo, barato y alegra el domingo. A todos, menos a quienes se encargan de asarlos, que se pasan la vida entre grasas, pellejos, aceites y chorreos.

Es este aspecto pringoso del pollo al ast lo que ha sugerido a Alba Dedeu (Granollers, 1984) una parte de la ambientaci­ón de La conformist­a, la primera novela que publica, después de dos libros de cuentos: Gats al parc (2011) y L’estiu no s’acaba mai (2012). Los protagonis­tas, una pareja que ha montado un negocio de pollos al ast, apestan a asado: el pelo, las camisetas de grupos de heavy, calcetines y calzoncill­os. El tufillo les recuerda cada día su infelicida­d, la incapacida­d de vivir una vida mejor o más divertida. Es el precio de una vida segura, que va pasando por las sucesivas fases de lo socialment­e aceptable: del trabajo a la catequesis de las niñas. En las novelas catalanas se habla poco de dinero. En este caso sería necesario para saber porqué los protagonis­tas se meten en este tinglado de los pollos al ast y porqué, una vez metidos, no saben salir de él. También me hubiera gustado que el tiempo de la tienda fuera más importante en la trama y que estuviera explicado de manera más clara. El pollo al ast es una comida dominical. No acabas de comprender porqué los protagonis­tas están tan desbordado­s.

Para esta pareja –Eva y Pere– hubo un tiempo en que no eran “los chicos esos de la tienda de pollos”. Veraneaban, iban a conciertos de rock, tonteaban. La vida adulta ha representa­do una claudicaci­ón. Llegan a la noche cansados, no follan mucho, hablan poco. Eva podría ser como Betti Klenze, la amiga de Maria Braun de la película de Fassbinder cuando dice: “no sé hacer nada, sólo sé engordar”. En casa de los padres del chico, en L’Estartit, coinciden con su hermano Ramon, que está casado o liado con una alemana. Los dos se dedican a la música y sacan discos. Eva ve en él lo que hubiera podido ser. Y recuerda que el día que conoció a Pere, Ramon, que tocaba en un grupo, le tiró los trastos. Tiempo después le pega una morreo. Eva se hace mala sangre con la dependient­a de la tienda, que le parece que se ha enrollado con su marido, y flirtea muy discretame­nte con un señor separado porque su mujer no paraba de trabajar y no se entendían. Una vida resignada, con ventanitas hacia los celos, el deseo y el remordimie­nto. La vida corriente de muchas de personas.

Cuando las niñas se hacen mayores aparece el tema –que Marina Subirats trata en su último libro– de la transmisió­n de la feminidad. Las mujeres que han tenido que luchar contra la represión de las madres se encuentran con que las hijas interpreta­n como empoderami­ento femenino lo que ellas considerab­an un rol sexualizad­o impuesto por la mirada masculina. “Vas vestida com una bandarra” -le dice Eva a la hija mayor-. “Quina mania amb les bandarres aquestes” –le responde Mariona–.

Las cosas no son como parecen y el sufrimient­o y la mediocrida­d también puedencond­uciraunfin­alfeliz.

⁄ El pollo al ast representa la ilusión de haberse liberado de las estrechece­s alimentari­as y del yugo del trabajo

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124 pág as 16,90 eur s
Jo di f n Alba Dedeu La conformist­a L’A tra / Sext P s 124 pág as 16,90 eur s

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