Una mujer libre entre esclavas
‘Soy Milena de Praga’ reconstruye el periplo de la periodista, próxima a Franz Kafka, que fue detenida por la Gestapo y enviada a un campo de concentración
El artículo de Toni Montesinos “Kafka y los animales”, publicado en Cultura/s el 10 de febrero del año en curso, sirve de feliz complemento a la novela de Monika Zgustova Soy Milena de Praga. Zgustova nació en Praga en 1957 y en la década de los ochenta fijó su residencia en Barcelona. Ha traducido entre otros a Václav Havel, Bohumil Hrabal, Milan Kundera, Anna Ajmátova y Marina Tsvetáyeva.
Entre sus ensayos, conviene destacar aquí La bella extranjera. Praga y el desarraigo (2021) y Los frutos amargos del jardín de las delicias. Vida y obra de Bohumil Hrabal (1997). Es autora de libros de relatos, y de novelas como Las rosas de Stalin (2015), Nos veíamos mejor en la oscuridad (2022) o La dona dels cent somriures (2001). En todos sus libros aparece el tema del exilio exterior e interior: “El desarraigo fue y sigue siendo una de las vivencias más profundas de mi vida”.
De todas estas experiencias se alimenta Soy Milena de Praga, novela dividida en cuatro partes y un epílogo, en un desarrollo marcado por la cronología y donde se subraya las edades de la protagonista, desde los veintiún años hasta su muerte en 1944. En la primera parte, “La extranjera”, se nos habla de Milena y su conflictiva relación con Ernst Polak, y se nos anuncia el encuentro con Franz Kafka en la más intimista segunda parte, “La traductora”. La tercera, “La periodista”, se centra en la necesidad de independizarse, el ejercicio de su profesión como periodista y su abnegada dedicación a salvar a los que corren peligro, especialmente los judíos. La cuarta, la más dramática, “La prisionera”, es sobre su experiencia en un campo de concentración. En el breve epílogo, “Y después…”, da una detallada información de los personajes.
⁄ La propia Milena Jesenská relata la crisis con su marido o el robo de joyas para poder vestirse con elegancia
Milena Jesenská es la que nos cuenta su historia. La crisis con su marido Ernst; el robo del puñado de joyas para poder vestirse con elegancia; su trabajo como traductora: su traducción de El fogonero, que le permitirá entrar en relación con Kafka; su necesidad de regresar a Praga, la ciudad que rechazó en favor de Viena; su colaboración como periodista y su columna sobre la igualdad de la mujer; la relación con su hija Honza; sus problemas económicos; su participación en el movimiento de la resistencia; y su libro sobre el totalitarismo. Hasta que la Gestapo la detiene en 1939.
En el campo de concentración se hace amiga de la que será su biógrafa, Margarete Buber-Neumann, Greta, con la que sostiene vivas conversaciones sobre el totalitarismo. Siguen las brillantes páginas sobre las mujeres asesinadas para extraerles los dientes de oro y el encuentro con el doctor Rosenthal; y la gitana que le profetiza en final de su vida. Se ilustra también una época: el imperio austrohúngaro, el nacimiento de Checoslovaquia, la persecución de los judíos y la condena del comunismo, “una ideología esclavizante”: “someterse a una ideología es someterse a todas”.
Dos motivos recurrentes acompañan a Milena: la necesidad de estar cerca de una ventana, expresión de libertad, y la bolita de cristal irisado como amuleto. Los distintos temas están unidos por eficaces símiles y por observaciones como “Casarse para ser feliz es tan egoísta como casarse por dos millones” o “este periodo no lo viví, lo pasé bailando”. Se nos dice en la novela que no se puede separar la vida de la literatura, y Monika Zgustova lo cumple fielmente en lo que es un vivo documento de una época y de los personajes que la sufren.