La Vanguardia - Culturas

La fascinació­n por las vidas pasadas

Tendencias Ivan Forcadell ha despertado el interés del mundo artístico con una práctica muralístic­a en la que combina telas de grandes dimensione­s y pinturas propias, a partir de fotografía­s que compra en rastros o anticuario­s

- Sòni H nánd z /

Ya hace algunos años que Ivan Forcadell (Alcanar, Tarragona, 1993) se hizo con el interés de coleccioni­stas e institucio­nes, pero todavía le sorprende que las fotos, la memoria y las costumbres de personas anónimas que construyer­on su vida desde –en sus propias palabras– “la poca abundancia” y que él recupera en su obra, estén llegando a espacios de exposición como el Gran Teatre del Liceu. Allí, este mes de febrero, ha presentado su intervenci­ón El jardí de Tia Carme, y sus obras forman parte de coleccione­s como la de la Fundació Vila Casas, la Fundació Lluís Coromina o el Soho House. Además, ha expuesto en espacios tan variados como Mèdol, Centre d’Arts Contemporà­nies de Tarragona; Lo Pati-Centre d’Art Terres de l’Ebre; galerías de Barcelona, Madrid, Lisboa, Los Ángeles o ferias y festivales de Miami, Chicago o Seúl. Actualment­e, trabaja en un mural para la Unió de Federacion­s Esportives de Catalunya.

Desde que en la casa familiar dio con retratos antiguos de personas que ya nadie recordaba, el punto de partida de su trabajo suele ser las fotografía­s que adquiere en mercados, rastros, anticuario­s o de casas que se vacían al morir sus habitantes. “Soy bastante basurero”, afirma al reconocer la fascinació­n que le provoca cualquier objeto testimonio de vidas pasadas, especialme­nte los tejidos. Alternando telas de grandes dimensione­s y sus propias pinturas construye instalacio­nes y murales. “Venía de hacer una figuración raruna, y me di cuenta de que cada vez me interesaba más lo abstracto, y que había encontrado el medio para hacer mi aportación”, comenta.

La Suite del Cabagnon n.º 2 rinde homenaje a la cabaña que Le Corbusier construyó en 1952 en la Costa Brava como regalo para su mujer. Forcadell, partiendo de la realidad más inmediata, construye un lenguaje que tiende a lo abstracto, con colores vivos y estridente­s, para regresar de nuevo a la tierra, a la Naturaleza, e instalar “mi cueva, donde se llora, donde uno se lame las heridas”. Sigue el refrán “Qui guarda quan té, menja quan vol”, para referirse a la “capacidad de aprovechar las cosas y darles el máximo de vida útil, por un lado; y por el otro, todo es campo, cuanto más grande es la obra, más se asimila a un huerto, a un trozo de tierra”.

En el 2023 participó de la exposición colectiva organizada por Lo Pati con el significat­ivo título Artista de poble. Si con su intervenci­ón en el Liceu ha pretendido llevar al templo de la ópera a las personas que nunca se hubiesen podido permitir una visita así, su lenguaje deviene arrollador para transmitir lo que significa haber nacido y crecido en un lugar como el Delta, entre el mar y el campo. Como referentes principale­s tiene a su abuela, su madre y su hermana, que se han dedicado a trabajar la tierra; así como las pescateras con las que trabajó: “Sólo puedo hablar de lo que conozco, y lo que conozco es lo que vivo, y lo que vivo es todo eso que me ha visto crecer. Y pienso que tengo las herramient­as para mostrar lo que somos allí abajo, 100% Mediterrán­eo, y eso le interesa a todo el mundo, aunque durante muchos años nos hicieran creer que no”.

Saberse el primer miembro de la familia con formación universita­ria le infiere una responsabi­lidad, como mínimo de testimonio. Pudo acabar los estudios de Diseño en EINA –profesión que dejó pronto para dedicarse a su práctica artística– gracias a la herencia que recibió de su abuela: “Me llegó literalmen­te hasta el último día de carrera. Al día siguiente, ya no tenía ni un duro”.

Defiende la creación colectiva, destaca el apoyo imprescind­ible de Héctor Figueroa, Joaquín Boymer y Txus Fibla, “la tieta, que es fundamenta­l”. Le interesa la obra de artistas mujeres, sobre todo Louise Bourgeois, y se identifica plenamente con el vínculo entre Miró y el campo, así como con la mediterran­eidad de Miquel Barceló, por quien siente una admiración que está dispuesto a manifestar apasionada­mente.

No le gusta hablar de puntos de inflexión, ni de momentos de despegue, pero sí reconoce que con el encierro que supuso la pandemia de la covid pudo “parar y conectar conmigo mismo”. Disfruta del momento que vive, pero sin que disminuya su inquietud ni la responsabi­lidad de trabajar día a día para seguir en contacto con la tierra.

⁄ Su obra está llegando a espacios como el Liceu, donde presentó una intervenci­ón basada en el trabajo del campo

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FUNDACIÓ LLUÍS COROMINA . e
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Forca ell ha stala o e la Fu ac ó Lluís Corom a ‘Su te el Cabag o .º 2’, o e repro uce la cueva me tal
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Iva Forca ell e la Fu ac ó Corom a, o ha repro uc o su taller creat vo
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Miq l Go zál z / Shoo i g

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