La Vanguardia - Culturas

Stephen King, 50 años dando miedo

El autor estadounid­ense inició en 1974 con ‘Carrie’ una sucesión de éxitos, dando forma literaria a distintas angustias colectivas. Analizamos su trayectori­a, no siempre alabada por la crítica.

- Mauricio Bach

“He dicho en el pasado que Stephen King era un escritor de novelas baratas, pero tal vez fui incluso demasiado amable” sentenció un iracundo Harold Bloom, sumo sacerdote del canon, cuando al autor de El resplandor le concediero­n en el 2003 el premio de la US National Book Foundation por su distinguid­a contribuci­ón a las letras estadounid­enses. Nadie puede dudar a estas alturas de la relevancia editorial y sociológic­a de Stephen King (Portland, 1947) por sus best sellers, millones de lectores y adaptacion­es al cine y televisión. Sin embargo, el exabrupto de Bloom es representa­tivo de una parte del mundo de las letras que cuestiona su calidad literaria, aunque también cuenta con defensores con pedigrí como Rodrigo Fresán o Mariana Enríquez.

El novelista celebra este 2024 los cincuenta años de su carrera literaria, que arrancó en 1974 con la publicació­n de Carrie. Dos libros que repasan respectiva­mente su vida y obra, y las adaptacion­es al cine de sus novelas se suman a esta celebració­n de un autor que sigue en activo. Recién publicada la novela Holly, en mayo aparecerá en inglés el volumen de cuentos You like it darker, que seguro no tardará en traducirse.

King tiene a sus espaldas sesenta y cinco novelas y más de una decena de libros de relatos y novelas cortas, además de algunos ensayos. Pese al enojo de Bloom, acabará siendo considerad­o un clásico, del mismo modo que ya lo son hoy Lovecraft y otros autores de géneros populares como Hammett, Chandler o Bradbury, incorporad­os a la Library of America, que viene a ser la Pléiade estadounid­ense. No todas las novelas del rey del terror sobrevivir­án el paso del tiempo, por

⁄ Con o sin elementos fantástico­s, ha abordado temas como el ‘bullying’, la pederastia o la política populista

que ha escrito mucho y acumula unos cuantos fiascos. Sin embargo, en sus mejores momentos es un narrador imbatible, un solvente constructo­r de personajes y sobre todo un escritor que ha sabido dar forma literaria –con o sin elementos sobrenatur­ales– a angustias colectivas contemporá­neas como el bullying, la violencia familiar, la pederastia, las pandemias o la política populista. Sin duda este es uno de los elementos que ayudan a explicar su éxito. A continuaci­ón, diez claves para entender su figura:

El terror antes del rey. Los años de aprendizaj­e fueron duros: se casó joven y tuvo a sus dos primeros hijos, la familia vivía en una casa-remolque, él trabajó en una lavandería y después de profesor, y las facturas impagadas se acumulaban. Mientras publicaba algunos cuentos en revistas y los editores rechazaban sus primeras novelas, en la literatura de terror hubo dos acontecimi­entos muy relevantes: en 1967 apareció La semilla del diablo de Ira Levin y en 1971 El exorcista de William Peter Blatty. Dos best sellers rápidament­e convertido­s en películas de altísimo impacto. El terreno estaba abonado para la aparición de King, influido por Poe, Lovecraft y Shirley Jackson.

Primer editor, primer agente. Bill Thompson, editor de Doubleday, le rechazó varias novelas, pero intuyó en él a un futuro autor y le animó a seguir escribiend­o. Finalmente le ofreció un modesto anticipo de 2.500 dólares por Carrie. Sin embargo, el negocio en este tipo de libros

es otro: Doubleday vendió los derechos de bolsillo a New American Library por 400.000 dólares, de los cuales la mitad eran para el novelista. Con esta cantidad, King podía mantener a su familia durante un año dejando el trabajo y dedicándos­e a escribir. Thompson le publicó las cuatro novelas siguientes, con anticipos y ventas crecientes. Hasta que el escritor se buscó un agente literario, Kirby McCauley, que le consiguió un contrato millonario y singular por tres novelas, que arrancaba con La zona muerta.Millonario­porqueasce­ndía a dos millones y medio de dólares; singular porque se firmó con la editorial de bolsillo New American Library y esta se encargó de vender los derechos de tapa dura a Scribner’s. Es decir, se le daba la vuelta al funcionami­ento de la industria editorial.

El seudónimo asesino. King era muy productivo y además tenía interés en rescatar las novelas primerizas que le habían rechazado en su momento. Cualquier editor sensato sabe que el mercado puede absorber un número limitado de títulos de un autor por año. Por eso el escritor optó por inventarse un seudónimo: Richard Bachman, y le ofreció esos libros a su editora de bolsillo en NAL, Elaine Koster. El primer título, publicado en 1977, fue Rabia, novela maldita, que el propio autor ordenó que no se reimprimie­ra nunca más debido a su temática: un alumno de instituto asesina a sus profesores y secuestra a sus compañeros de clase. Demasiado parecido a lo que empezaba a suceder en la realidad. Al principio, nadie sabía que

Bachman era King. Este, ante las sospechas de los periodista­s, llegó a decir: “Fui al colegio con él, este tío está chalado, todo este lío llegará a sus oídos y vendrá a Bangor a matarme”. Bachman publicó cuatro novelas hasta que se desveló la verdad. Después apareciero­n otras tres, supuestos papeles póstumos rescatados. En La mitad oscura King cuenta la historia de un escritor que crea un seudónimo y cuando decide deshacerse de él, este cobra vida y empieza a asesinar.

Dos décadas prodigiosa­s. Las novelas de mayor ambición literaria e influencia –por ellas mismas o por sus adaptacion­es a la pantalla– se concentran sobre todo en las décadas de los setenta y los ochenta: Carrie, El resplandor, La zona muerta, Ojos de fuego, Cujo, Christine, Cementerio de animales, It (probableme­nte su obra maestra, de más de mil páginas), Misery y los relatos de Las cuatro estaciones. La zona muerta es la primera que entró en la lista de best sellers de The New York Times. Al final de los ochenta, publica una de sus novelas más endebles, Los Tommyknock­ers y deja de escribir durante un tiempo para entrar en un programa de rehabilita­ción. Sus problemas con el alcohol venían de atrás, pero se habían agravado con el consumo de cocaína y pastillas. El propio autor confiesa: “Escribí Los Tommyknock­ers a menudo trabajando hasta medianoche con el corazón a 130 pulsacione­s y bastoncill­os de algodón metidos en la nariz para contener las hemorragia­s inducidas por la coca”. Su otro susto de salud fue el accidente sufrido en junio de 1999 cuando lo atropelló un Dodge Caravan y sufrió graves heridas.

El escritor como personaje. En El resplandor el protagonis­ta es un novelista bloqueado con problemas con la bebida, que se aísla con su familia en el hotel Overlock. El hotel está inspirado en uno real en el que el matrimonio King pasó una temporada: el hotel Stanley, en Colorado. También el alcoholism­o de Jack Torrance tenía un origen autobiográ­fico. No es el único escritor que aparecen en sus libros, además del ya mencionado de La mitad oscura, destaca Paul Sheldon, el protagonis­ta de Misery: autor de novelas románticas que sufre un accidente y es salvado y después torturado por su fan número uno, que no está dispuesta a permitir que lleve a cabo su intención de liquidar a la protagonis­ta de esos folletines. En los literatos de ficción King proyecta sus angustias ante la presión y el bloqueo, la fama y los fans.

Maine y los escenarios del mal. Nacido en Portland, Maine, King ha vivido casi toda su vida en este estado que forma parte de la región de Nueva Inglaterra. Durante años residió con su familia en una mansión de estilo victoriano en Bangor, visitada por los fans y ahora convertida en fundación, archivo y atracción turística. El universo literario del escritor tiene como escenario preferente los paisajes de Maine, a través de poblacione­s ficticias inspiradas en lugares reales. Destacan dos. Por un lado, Castle Rock, ciudad industrial que aparece en libros como La zona muerta, Cujo, La mitad oscura, La tienda, el relato El cuerpo… Es además el escenario de las dos temporadas de la serie de televisión Castle Rock, un proyecto singular que parte del universo de King y utiliza algunos de sus personajes, pero no es ni una adaptación de sus obras ni un guion escrito por él. La otra ciudad ficticia situada en Maine es Derry, inspirada en Bangor y escenario de It, Insomnia, Un saco de huesos y El cazador de sueños.

Mal director y pésimo actor. Con tantas de sus novelas adaptadas al cine, era lógico que King sintiera la tentación de ponerse tras la cámara. Lo intentó en 1986 con La rebelión de las máquinas, sobre vehículos y electrodom­ésticos que cobran vida por el paso de un meteorito. El resultado fue un fiasco, pero peor todavía resultó su desempeño actoral. El escritor ha aparecido en cameos en varias películas, pero en Creepshow, con guion suyo, protagoniz­aba uno de los episodios: La solitaria muerte de Jordy Verrill. Cuenta la historia de un granjero que encuentra un meteorito en su propiedad, trata de trocearlo para venderlo y al tocarlo se le empieza a cubrir el cuerpo de una especie de musgo que después da paso a toda una vegetación. Su pésima actuación es de vergüenza ajena.

Pionero digital. En 1993, cuando internet estaba en pañales, King colgó el relato El último caso de Umney antes de que apareciera en papel en la antología Pesadillas y alucinacio­nes. En 1996 colgó por entregas la novela La milla verde. En el 2000 subió la apuesta y publicó en exclusiva en internet la novela corta Montado en la bala a 2,50 dólares; hubo 400.000 descargas el primer día. Animado por el éxito, hizo otra apuesta: iría subiendo por capítulos The Plant, conforme la escribía. Se pedía a los lectores que pagaran un dólar voluntario por descarga. El interés del público fue decreciend­o y el escritor abandonó el proyecto. En el 2009 creó en exclusiva para Kindle el relato Ur.

Bebés a un dólar. Es el nombre de una iniciativa de Stephen King: los estudiante­s de cine pueden adquirir por un simbólico dólar los derechos de sus relatos no adaptados al cine y realizar una película. Con condicione­s: no debe comerciali­zarse, solo se podrá proyectar en festivales o en sesiones gratuitas, y deben mandarle una copia a él. Un estudiante de cine llamado Frank Darabont filmó uno de esos relatos a un dólar. Años después hizo tres grandes adaptacion­es de novelas del escritor: Cadena perpetua, La milla verde y La niebla.

Sagas, colaboraci­ones y vástagos. En 1982 King inició con El pistolero la saga de La torre oscura, que consta de ocho volúmenes y una precuela en formato de serie de cómics. Es una peculiar mezcla de fantasy y western, con ecos de Tolkien e inspirada por un poema de Robert Browning. Por otro lado, ha escrito algunas obras en colaboraci­ón: con Peter Straub –El talismán y su continuaci­ón La caja negra– y con el editor Richard Chizman, la menos conocida trilogía de Gwendy, que arrancó con La caja de los botones de Wendy. De sus tres hijos, los dos varones han seguido sus pasos literarios y además han colaborado con él. El de mayor éxito es Joseph King, que adoptó el seudónimo de Joe Hill para escapar de la sombra paterna. Es autor de novelas y relatos (como Black Phone, adaptado al cine con Ethan Hawke), pero su mayor éxito son los cómics de Locke & Key, dibujados por Gabriel Rodriguez y convertido­s en serie de Netflix. Con su padre escribió En la hierba alta. El otro hijo, Owen, ha tenido una trayectori­a mas discreta y ha coescrito con su padre en

 ?? ??
 ?? ?? Arriba, Stephen King en un cameo en la serie ‘Mr. Mercedes’, basada en su novela homónima
Arriba, Stephen King en un cameo en la serie ‘Mr. Mercedes’, basada en su novela homónima
 ?? ??
 ?? Ulf Andersen / Getty ??
Ulf Andersen / Getty

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain