La Vanguardia - Culturas

Las leyes de la selva

Eva Baltasar publica una nueva novela después del ‘Tríptico’ traducido y aplaudido dentro y fuera de aquí: caer en un pozo, vivir en la calle, quedarte sin trabajo y acabar loco

- Jul à Gu llamon

⁄ Es una novela obsesiva, incómoda, en la línea de muchos libros y películas sobre la fractura social y mental contemporá­nea

Los libros de narrativa de Eva Baltasar (Barcelona, 1978) son novelas de cien páginas densas y muy trabajadas que giran en torno a una voz que refleja un conflicto interior, una voz que, como sucede también en Ocàs i fascinació –su primera obra tras el tríptico que forman Permagel, Boulder y Mamut, tan leídas, aplaudidas y traducidas en el extranjero–, parece encerrada en un cuerpo. Un cuerpo que desea y sufre, que desborda y se vacía a causa de las puñaladas físicas y morales que la vida propina a sus protagonis­tas. El lector tiene un poco la sensación –igual me equivoco– de que se trata de alter egos de la autora, posibilida­des devidaonov­idaquehate­nidoyquepo­siblemente tengamos todos. En el mundo de nuestras abuelas y de nuestras madres era un horizonte que se enunciaba con un latiguillo: “Acabarás viviendo debajo de un puente”. En una época con más activos que nunca para salir adelante, los padres pensaban que debían advertir a sus hijos de la existencia del abismo. En cambio, hoy, cuando las posibilida­des de abismarse no son ninguna tontería, soñamos que no nos va a pasar nada y que a los que les pasa –los que viven en un parque y duermen entre cartones que durante el día esconden bajo las adelfas, los que pasan catorce horas diarias en la estación de Sants y se lavan el pelo en el WC de una biblioteca– no son como nosotros.

Sabemos que la protagonis­ta de Ocàs i fascinació –como la chica de Permagel, la primera heroína misantrópi­ca de Eva Baltasar que conocimos– procede de una familia con recursos. Y que se ha ido equivocand­o –o a ella le parece que se ha equivocado– estudiando pedagogía, distancián­dose de los colegas del piso de estudiante­s, renunciand­o a la jornada completa, hasta que se encuentra empleada en una ludoteca por cuatro chavos. La echan de mala manera de la habitación que tenía alquilada: en su lugar entran dos colombiana­s que le tiran las cosas por el patio interior y la amenazan con violencia. Entonces empieza el ocaso, la caída que la lleva a vivir en la calle.

Con este hilo conductor, Baltasar despliega la narración que, como en otros libros suyos, juega de maravilla con comparacio­nes y analogías que amplifican el eco a la historia. La chica siente que su vida es como un suero: apto para mantenerte vivo pero incapaz de alimentart­e. Intenta pensar y no lo consigue: es como intentar poner en marcha una segadora que ha pasado la noche al raso y que no arranca. Escribe: un viejo puede parecer un indigente sólo porque le faltan dientes y lleva dos trenzas. A los siete años ella iba igual y parecía una niña. Toda la novela postula la posibilida­d de una casa, que tiene un sentido simbólico, de protección y limpieza, de vida normalizad­a y segura. La pequeña historia de unas llaves –una señora que limpia pisos se apiada de la chica, a la que ve tan atropellad­a, y le permite pasar una noche en su casa, pero ante la posibilida­d de que quiera robarle la deja encerrada con llave cuando se va al trabajo– adquiere una dimensión filosófica.

La protagonis­ta querría tener una vida corriente, sin renunciar a la tristeza ante la vida, lo que la convierte en una persona psicológic­amente y moralmente compleja. Como ya sucedía con la protagonis­ta de Permagel, Baltasar describe un egoísmo patológico que es el resultado de asumir, exacerbánd­olas, las leyes de la selva: aprovechas las posibilida­des que brinda la indigencia, no das nunca las gracias ni pides perdón a nadie. De Nou Barris a la plaza Països Catalans o la calle Nàpols, la novela traspasa la ruina moral de la psicología individual a la ciudad: ida y vuelta Es una novela obsesiva, incómoda, en la línea de muchos libros y películas sobre la fractura social y mental, con Hores en blanc (Notes d’un estudiant que va morir boig) de Sebastià Juan Arbó, también en el catálogo de Club Editor, como referente catalán clásico. Baltasar ha buscado un nuevo camino y lo ha encontrado, sin renunciar a los fundamento­sdesuescri­tura. /

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Xavie Ce ve a Eva Baltasar, fotografia­da a finales de febrero
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Club Ed tor 144 pág n s 18,50 uros
Eva Baltasar Ocàs i fascinació Club Ed tor 144 pág n s 18,50 uros

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