La banalidad del bien
LAURA FREIXAS
¿Quién nos iba a decir que la familia sería uno de los grandes temas de la literatura del siglo XXI? El XX no permitía augurarlo, desde luego. La Revolución Rusa pretendió abolirla; fascismo y nazismo la reafirmaron, pero sin admitir ningún cuestionamiento; mayo del 68 pareció corroborar el grito de André Gide: “¡Familias, os odio!”… Y sin embargo, aquí estamos, en los albores de un nuevo milenio, con una bibliografía creciente sobre relaciones de parentesco. No solo como consecuencia de las transformaciones de la institución familiar, sino por la decadencia de los Grandes Relatos. A las utopías, que ahora sabemos cuánto mal pueden hacer, preferimos una vida sin épica, la banalidad del bien. Buen ejemplo de ello es la vida de un tal Gernot Dudda.
A medio camino entre la biografía familiar y la Historia con mayúscula, Mi padre alemán es el retrato de Gernot trazado por su hijo. Un libro de claroscuros: qué contraste entre la tragedia de la que emerge el protagonista, y su personalidad jovial y campechana. Gernot nació en 1940 en un estado, Prusia, que pronto sería abolido (su ciudad natal es hoy polaca); a los cuatro años tuvo que huir del Ejército Rojo. Pasó meses errando, con su madre, por una Europa en ruinas, años en campos de refugiados… En 1963 llegó a Burgos como profesor de idiomas. Y a partir de ahí, lo que aparece es un hombre alegre, perfectamente adaptado a la vida española, publicitario exitoso, que se disfrazaba de payaso en los cumpleaños de sus hijos y de Papá
Noel por Navidad, y alguna vez ha hecho el pregón de las fiestas de Mazarrón (Murcia), donde vive.
De ese pasado trágico, entonces, ¿no queda nada?... Algo, sí. Un recuerdo mil veces evocado: ese día de su infancia en el que dejó atrás para siempre una casa, una ciudad, un país. Queda también el luteranismo. Y la lengua alemana (a la que Dudda hijo dedica un par de páginas divertidísimas).
Sobre todo, quedan interrogantes. ¿Qué pasó cuando irrumpieron soldados rusos en el cobertizo donde estaban refugiadas la madre y la tía de Gernot? ¿Dónde estaba su padre cuando los nazis
El retrato de Gernot por su hijo está a medio camino entre la biografía familiar y la Historia con mayúscula
asesinaron a 33.771 judíos en dos días?...
Curiosamente, las preguntas parecen inquietar al hijo más que al padre. Es algo que se ha señalado muchas veces: quienes estuvieron implicados o padecieron directamente el nazismo, la guerra, guardan silencio, quieren olvidar; es la siguiente generación la que hace preguntas. No solo vinculadas a la Historia, sino también a la vida personal.
En la de su padre, hay lagunas que Ricardo Dudda no consigue llenar. La primera esposa, por ejemplo, es un tema tabú. Pero también hay otras más indefinibles, no menos misteriosas. El momento en el que el padre oye casualmente You’ve got a friend de Carole King y lo que viene después (“La volvió a cantar entera, con la voz temblando y lágrimas y mocos”), las preguntas que eso le suscita (“¿Qué estaba ocurriendo en su vida en 1971, cuando salió esa canción?”), son quizá lo más hondo de este libro: nos fuerza a reconocer que hasta la persona máscercanaesunmisterio.