La Vanguardia - Culturas

Suburbia, el futuro que ya está aquí

La muestra que presentará el CCCB analiza cómo el estilo de vida americano, omnipresen­te en la cultura pop, ha podido replantear nuestra propia manera de vivir la ciudad

- Philipp Engel

⁄ La casa en las afueras, necesitada del desarrollo automovilí­stico, fue lo último en llegar a España del ‘sueño americano’

⁄ La ambivalenc­ia entre utopía y distopía de Suburbia ha fascinado a muchos artistas, incluso en sus obras más críticas

La exposición que tengo el honor de comisariar para el CCCB, Suburbia. La construcci­ón del sueño americano tiene su origen en un par de preguntas que llevaban toda la vida, y no exagero, persiguién­dome: “¿Por qué los estadounid­enses viven en amplias casas unifamilia­res, rodeadas de un césped inmaculado, posible piscina en el patio de atrás, y un par de coches en el garaje?”. Y también, en consecuenc­ia, “¿por qué las ciudades americanas se han desarrolla­do de manera tan radicalmen­te opuesta a las nuestras, desplegand­o una periferia de barrios residencia­les y apenas vida en el centro?”.

Esas preguntas empezaron a parecerme particular­mente pertinente­s a medida que el centro de Barcelona, mi ciudad, empezó a vaciarse como un donut para transforma­rse en un enorme Hotel Boutique. Cada vez son más las familias que persiguen su versión del sueño en las urbanizaci­ones, que florecen en el área metropolit­ana y más allá, para empezar una nueva vida en la que pasarán a depender del automóvil para casi todo. Según un reciente informe del Institut Metròpoli, 70.000 barcelones­es migrarán a la periferia en el próximo lustro, la mayoría, según dicen, para mejorar su vivienda. A tono con esta realidad mutante, la exposición recorrerá la historia del llamado urbanismo disperso en Estados Unidos –es decir, ese mar de barrios residencia­les conocidos como Suburbia–, a través de un impresiona­nte número de sus infinitas representa­cionesenla­culturapop(enelcine,enlalitera­tura, en el arte, en la televisión, en la publicidad...), para acabar analizando el fenómeno en sí mismo a partir de su impacto en nuestro propio territorio, última etapa de un recorrido para la que he contado con la inestimabl­e ayuda del experto en geografía urbana Francesc Muñoz, reconocido, entre otras muchas virtudes, por su concepto de la urbanaliza­ción.

Si en Estados Unidos el proceso de suburbaniz­ación pudo arrancar a principios del siglo XIX posibilita­do por la revolución de la movilidad –los transborda­dores a vapor, el ferrocarri­l–, que permitió a los primeros commuters (viajero diario al trabajo) ir y venir del centro de la ciudad a sus casas de la periferia, y se expandió a principios del siglo siguiente con la llegada del automóvil, en nuestro país este proceso no se ha dado hasta mucho tiempo después. Alguien dijo, no recuerdo ahora si fue Herbert Hoover o Franklin D. Rooselvelt, algo así como: “¡Enviemos las películas, y luego todo lo demás!”. (De todos modos, Hollywood siempre fue la fábrica de sueños).

Pues bien, el sueño de una casa en las afueras ha sido lo último en llegar. En el pabellón americano de la Fira de Mostres de 1955, con el palacio de Montjuïc despuntand­o al fondo, podía verse una casa prefabrica­da con su garaje adyacente, pero tal y como me comentó el arquitecto Julio Garnica, experto en el tema, en los años siguientes ya no la trajeron: el parque motorizado catalán era entonces todavía muy insuficien­te para soñar con una vida a la americana. Podría decirse que el Seat 600, que llegó unos años después, fue nuestro Ford T, el primer automóvil producido en serie que anunció la llegada de Suburbia.

En efecto, más allá de la tradición de la caseta i l’hortet, la primera gran ola de urbanismo disperso se dio aquí en los años sesenta del siglo pasado, con aquellas torres que, por lo pronto, tan sólo generaban un tráfico de fin de semana, aunque los argumentos de venta eran los mismos que habían triunfado en Estados Unidos más de un siglo atrás: “Un

retiro campestre a tiro de piedra de la ciudad”. No fue hasta más adelante, con la explosión ochentera del adosado –la versión patria, más económica y apretadita, de la casa suburbana– cuando empezó realmente nuestro particular proceso de suburbaniz­ación, siempre “con las ventajas del campo, y las comodidade­s de la ciudad”. Desde entonces, el tejido suburbano, del que también forman parte centros comerciale­s, cines multiplex, restaurant­es de comida rápida y conglomera­dos de franquicia­s, no ha dejado de expandirse por nuestra geografía, todavía por detrás del periurbain francés y de la città diffusa italiana, pero en franca y muy visible progresión.

La exposición en el CCCB pondrá en valor las contradicc­iones de este modelo, exitosamen­te exportado por todo el mundo, que sigue siendo “el mejor lugar para ver crecer a los niños” por mucho que se trate de un modo de vida a todas luces insostenib­le, basado en continuos desplazami­entos en automóvil, entre otros aspectos como el dispendio energético. De cualquier forma, la vivienda unifamilia­r, con su jardín particular, no ha perdido un ápice de su capacidad de seducción, y menos después de la pandemia. Y es posible que sea precisamen­te esa ambivalenc­ia, entre la utopía y la distopía, lo que hace que Suburbia sea tan magnética para la mirada artística. Incluso en las aproximaci­ones más críticas, hasta en las más oscuras, siniestras y decadentes, Suburbia siempre acaba emergiendo como un paisaje fascinante.

Quizás también por su condición de no-lugar, tan impersonal que podría estar en cualquier parte de América, y del resto del mundo, Suburbia constituye un paisaje mental inmediatam­ente reconocibl­e, y compartido por todos, que, en el marco de esta exposición, puede convertirs­e en un espacio de reflexión para pensarlaci­udadqueque­remosvivir.

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Ang St Suburbia. La construcci­ón del sueño americano CCCB. Barcel a Del 20 de marz al 8 de ep embre Philipp Engel e per d ay crí c c ema ráf c ; e el c m ar de la exp c ó ‘Suburb a’ ssh im MCMANSION ‘Mujer con McMansion al fondo’ podría ser el título alternativ­o de esta foto de Angela Strassheim, de la que también podrán verse sus experiment­os forenses, realizados en casas donde tuvieron lugar crímenes reales. El fenómeno de las McMansions, esas exageradas demostraci­ones de estatus, es objeto de una instalació­n a cargo de la crítica Kate Wagner
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EXTERIOR, NOCHE Como un merodeador cualquiera, Todd Hido ha fotografia­do decenas de casas en la noche americana, sin mostrar nunca a sus ocupantes. Las viviendas en la oscuridad también obsesionan a Alberto Ortega, un sevillano afincado en EE.UU., que ha dedicado toda su obra a pintar Suburbia de noche, y del que se verán dos cuadros en la exposición
 ?? ?? “IT’S A PROMISE!” El regreso masivo de los marines al término de la Segunda Guerra Mundial, con ganas de fundar una familia en la casa de sus sueños, provocó la veloz construcci­ón de suburbios. Toda una generación empezaba de cero al mismo tiempo
“IT’S A PROMISE!” El regreso masivo de los marines al término de la Segunda Guerra Mundial, con ganas de fundar una familia en la casa de sus sueños, provocó la veloz construcci­ón de suburbios. Toda una generación empezaba de cero al mismo tiempo
 ?? BıLL OWENS. ?? BILL OWENS A principios de los años setenta, el california­no fue el primero en fotografia­r a sus vecinos para un libro ya mítico titulado ‘Suburbia’, en el que incluía irónicos pies de foto tomados prestados de sus amigos. En este caso: “No creo que jugar con armas vaya a tener un efecto negativo en su personalid­ad. (Ya quiere ser policía)”
BıLL OWENS. BILL OWENS A principios de los años setenta, el california­no fue el primero en fotografia­r a sus vecinos para un libro ya mítico titulado ‘Suburbia’, en el que incluía irónicos pies de foto tomados prestados de sus amigos. En este caso: “No creo que jugar con armas vaya a tener un efecto negativo en su personalid­ad. (Ya quiere ser policía)”
 ?? ?? NORMAN ROCKWELL El célebre ilustrador conocido por sus innumerabl­es portadas del ‘Saturday Evening Post’, en las que los afroameric­anos sólo podían aparecer en actitud servicial, cambió de tercio al jubilarse y se comprometi­ó con la lucha por los derechos civiles, brindando inolvidabl­es ilustracio­nes como esta, titulada ‘New kids in the neighborho­od’
NORMAN ROCKWELL El célebre ilustrador conocido por sus innumerabl­es portadas del ‘Saturday Evening Post’, en las que los afroameric­anos sólo podían aparecer en actitud servicial, cambió de tercio al jubilarse y se comprometi­ó con la lucha por los derechos civiles, brindando inolvidabl­es ilustracio­nes como esta, titulada ‘New kids in the neighborho­od’
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NORMAN ROCKWELL.

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