Vidas de novela
David Safier, autor de exitosas obras llenas de humor como ‘Maldito karma’, escribe una narración realista sobre la apasionante existencia de sus padres
⁄ La vida en común de la pareja –él, amoroso, idealista y optimista; ella, entregada cuidadora– estará llena de altibajos
El escritor David Safier, fotografiado en Barcelona
“Mientras el recuerdo de alguien permanezca vivo en nosotros, ese alguien no habrá muerto del todo”, escribe al final de Mientras estemos vivos el escritor alemán David Safier (Bremen, 1966), que en su último trabajo rememora las intensas trayectorias vitales de sus padres, Joschi y Waltraut. Con esta novela, el prolífico autor, que antes fue guionista, se aleja de su registro habitual de escritura, siempre marcado por el humor y la fantasía. Prevalece la apuesta por los buenos sentimientos característica de su obra.
El padre, judío, se crio junto a su hermana y sus progenitores en Viena tras dejar Polonia en tiempos de la Primera Guerra Mundial, mientras su madre, veinte años más joven, lo hizo en Bremen en el seno de una familia trabajadora. El destino y el amor los hará coincidir. La realidad, como tantas veces ocurre, ha proporcionado al escritor un excelente material narrativo.
Safier empieza relatando el funeral del padre en 1997. Esa escena con aires surrealistas e histriónicos –han contratado a judíos soviéticos que aparecen con bolsas del supermercado LDL o la madre bromea con unas copas de más– parece anticipar otra novela de humor, pero lo que sigue es una recapitulación histórica de dos vidas: la narración se remonta a 1937 y hasta 1996 con todo lo que acontece en esos años en el mundo.
El texto adquiere un tono realista, costumbrista, ligero –en el sentido de que se lee muy bien–, plagado de aventuras y desventuras y con momentos de gran intensidad emocional como las escenas de la persecución a los judíos en la Alemania de Hitler o las diferentes pérdidas. Hace diez años el escritor alemán abordó también la historia de una joven en el gueto de Varsovia en su obra 28 días.
La guerra dispersará a los Safier. Joschi saldrá en barco por el Danubio y llegará a Palestina donde ya estaba instalada su hermana Rosl, miembro de la Haganá, sus padres, sin opción, morirán tristemente en un campo de concentración y en el gueto. Por otro lado, en Bremen los
Behrens,lafamiliadeWaltraut,permanecerán juntos. El padre regresará de la milicia nacional, de la que han librado al hermano, y los cuatro vivirán en un viejo vagón después de que los bombardeos aniquilaran su casa.
Los caminos de Joschi y Waltraut, que parecían dispares, se cruzan a mitad de la lectura. Hasta entonces hemos reseguido sus pasos narrados de forma alterna. Ambos se habían casado y cada uno acarreaba traumas, penas y desgracias. En los años 50 Joschi desembarca en Alemania y constata con sorpresa que “no había nada, absolutamente nada, que permitiese ver o tan siquiera sentir que en su día allí habían asesinado judíos”. Los dos hermanos Safier, que habían sufrido las consecuencias del nazismo, expresan sus reticencias a instalarse en Alemania, pero lo acabarán haciendo. La ideología nunca ha cegado a los Safier, ni a Waltraut. Triunfan los sentimientos frente al dogma. Joschi, un hombre hecho y derecho, llegará con lo puesto a Bremen para vivir con la joven germana.
La vida en común de la pareja estará llena de altibajos. Los protagonistas, que encaran la existencia con diferente actitud –él, amoroso, idealista y optimista; ella, entregada cuidadora no deja de repetir que “la vida es sufrimiento”–, son dos supervivientes, les tocará hacer frente al desprecio y escarnio por su origen o por su estatus social. Ambos aparcarán parte de su pasado en un cajón silencioso, pero resonará.
El lector acompaña a los personajes en sus andanzas por distintos lugares –Alemania, Israel o Viena- e inevitablemente acabaparticipandodesustriunfosyfracasos. En las últimas páginas, la sombra de la decadencia y la vejez oscurece el retrato de estas vidas de novela. David Safier ha optado con buen criterio por ponerse serio y ha escrito un magnifico guion –presagia una película- de la vida de sus padres, que tiene en su actual y feliz vida en Alemaniasupuntofinal. /