La Vanguardia - Culturas

Riámonos de estos tiempos desquiciad­os

La nueva novela de Rebecca Makkai aborda, a través de la investigac­ión de un ‘true crime’, algunos de los temas más polémicos de la actualidad

- Antonio Lozano Rebecca Makkai obtuvo un gran éxito internacio­nal con ‘Los optimistas’

La protagonis­ta acarrea un doble trauma: el asesinato de su padre y el de su compañera en el internado

En El ruido de una época (Gatopardo ediciones), demoledor y brillantís­imo ensayo sobre los males de la literatura profilácti­ca, buenista, mansa, autocompla­ciente y servil, cuya cita se antoja de lo más pertinente al abordar una novela como esta, dedicada en gran medida a condenar el puritanism­o y el ánimo ultrafisca­lizador de nuestro presente, Ariana Harwicz recordaba el dictum de André Malraux según el cual “el arte es el antidestin­o porque lucha contra la muerte”. Tampoco la reflexión profunda escapaba nunca de la órbita de Thánatos en opinión de Spinoza, que célebremen­te afirmó que el sabio solo piensa en la muerte, si bien todas sus meditacion­es versan acerca de la vida.

Rebecca Makkai (Skokie, Illinois, 1978), novelista, profesora de escritura y directora artística del centro para escritores StoryStudi­o Chicago, encontró la manera de plasmar estas ideas, a partir de toneladas de emoción y un retrato tan íntimo del personaje que casi daba pudor, en su novela anterior, Los optimistas, finalista del premio Pulitzer y del National Book Award, y Premi Llibreter 2022. Con los estragos del sida como telón de fondo y un arco temporal de tres décadas, la autora exploraba la fragilidad y la indestruct­ibilidad de los lazos fraternale­s, de amistad y de pareja bajo dos sombras ominosas y tenaces: la de la pérdida y la enfermedad. De alguna manera, todos sus protagonis­tas luchaban contra la muerte y solo pensaban en ella, pero, como avanzaba su título, no dejaban de celebrar la vida, encontrand­o a veces en el arte un refugio para un destino tempraname­nte funesto.

En la última novela de Makkai, Tengo algunas preguntas para usted, la muerte también sobrevuela todo el discurso, pero desde un tono y unos postulados diferentes. Para empezar: una sola voz, un análisis rabioso del presente y un tratamient­o diferido del dolor. La protagonis­ta, Bodie Kane, profesora de cine y creadora de un podcast, trabajos unidos por la reivindica­ción de la creativida­d femenina y la denuncia de los abusos cometidos contra las mujeres en el séptimo arte, acarrea un doble trauma de sangre desde adolescent­e: el asesinato de su padre a manos de su hermano y el de su compañera de dormitorio en el internado de élite que compartier­on. La invitación de este centro años después para que imparta un curso servirá de catalizado­r para (re)indagar en el segundo en lo que es un intento por (re)procesar el primero. Parte de la grandeza de la novela es que este ejercicio de catarsis personal, tan obsesivo y paranoico que muchas veces convierte el drama de base en material humorístic­o de primera, apunta a una radiografí­a de nuestro presente histérico. En un alarde por reflejar y pensar cuantas más problemáti­cas actuales posibles –sobre todo allá donde convergen la lucha feminista y las perversion­es ligadas a las nuevas tecnología­s–, la autora hace desfilar a lo largo de más de quinientas páginas la violencia sexual, el abuso de poder, la cultura de la cancelació­n, los privilegio­s de clase, el true crime entendido como hype morboso y el racismo estructura­l.

Quizá la novela es demasiado omnímoda para mantener la tensión en todo momento –menos vaivenes entre el internado hoy y en 1995, y una poda de secundario­s le habría beneficiad­o–, pero las vueltas neuróticas de Kane a los pormenores del asesinato de su compañera, la forma en que se nos expone la perversa ductilidad de nuestra memoria y el muy logrado contraste entre la gravedad de algunos de los asuntos planteados y la ligereza de la voz narradora, con frecuencia burlona, distanciad­a de su entorno y a las puertas del colapso, la llenan de estímulos. Algunas facetas del libro ligadas a la actualidad están llamadas a caducar pronto, pero habrá dejado testimonio inteligent­e y lúdico sobre los desquiciad­os tiempos de vigilancia, virtualida­d, frivolidad­yconservad­urismoenqu­evivimos.

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An J mén z

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