Fiesta y resaca del 15-M
El periodista –y poeta– Javier Gallego, responsable del exitoso podcast ‘Carne cruda’, publica su primera novela, ambientada en las vísperas del 15-M
⁄ Sus personajes sobreviven entre el peterpanismo, el nihilismo, la nostalgia y muchos narcóticos
A las puertas de unas elecciones –las municipales de mayo del 2011–, muchas plazas de España, con epicentro en la Puerta del Sol madrileña, se convirtieron en ágora de la indignación que se venía gestando con especial énfasis desde el estallido de la crisis –brutal– del 2008. Aunque lejos de revoluciones, algo de aquellas protestas germinó e influyó en la historia de los últimos años. Podemos, por ejemplo. Partido sin el que posiblemente nada sería como es hoy en la política española.
Una década después de aquellos hechos –que conocemos como el 15-M–, David Becerra, profesor de literatura de la Universidad Autónoma de Madrid, publicó el libro Después del acontecimiento. El retorno de lo político en la literatura española tras el 15-M. La tesis de Becerra venía a decir que, con el 15-M, la novela española había recuperado la ideología después de muchos años en los que solo reflejaba lo político a través del conflicto individual, no como una cuestión colectiva. Tras el 15-M, el conflicto individual es expresión de las contradicciones y los conflictos político-ideológicos de su época. De la literatura del yo a la literatura del nosotros.
Valga esta introducción para acercarsea La caída del imperio, el debut como novelista del periodista Javier Gallego (Madrid, 1975), una novela que transcurre precisamente en las tres jornadas que van del viernes 13 al domingo 15 de mayo del 2011. Una novela que sigue durante esos tres días a un grupo de amigos que rondan la treintena y que si en algo coinciden es, sobre todo, en haber llegado a esa edad, sobradamente preparados, con un sentimiento de derrota gobernando sus vidas. Por la precariedad de sus trabajos, por vivir todavía con los padres o en habitaciones de pisos compartidos, por unas relaciones familiares ausentes y/o conflictivas, por unas relaciones sentimentales destinadas a la fugacidad o al fracaso… Ellas y ellos sobreviven a este escenario entre el peterpanismo (“No hemos salido de la adolescencia. No nos han dejado y tampoco lo hemos intentado”), el nihilismo (“Vivir de noche, morir de día”), la nostalgia (“Siento nostalgia de lo que aún no ha terminado y de lo que nunca sucederá”) y abundantes dosis de narcóticos de todo tipo (“La química es la única forma de soportar la física”). Y solo alguno de ellos (como Salva, el fotógrafo que acaba de volver de Grecia, donde ha vivido las protestas contra los recortes impuestos por la UE y el FMI) muestra, más allá de la adicción a la fiesta y el hedonismo, algo parecido a una conciencia política que requiere una respuesta.
Con todos estos elementos, Javier Gallego construye el retrato de una generación –entre X y millennial–, o de una parte de ella, al que consigue transmitir credibilidad al dotar a cada uno de los personajes de voz propia para que sean ellos quienes nos cuenten sus vidas, sus pensamientos, sus idas y venidas, sus encuentros, sus huidas… para que sean ellos quienes nos muestren su desencanto y su rabia. Todo en un largo fin de semana, de fiesta en fiesta, de raya en raya, de tripi en tripi, de copa en copa… con encuentros sorpresa y sucesos imprevistos, con actores secundarios buscando protagonismo (un policía, un padre dedicado a la política…). Con el tiempo acelerando y acelerándoles la sensación de que algo se les escapa (“Qué desperdicio, qué desperdicio de vidas, cómo hemos podido malgastarnos tanto”). Y a medida que la fiesta se acaba, que el desmoronamiento avanza, el 15-M de los indignados que se acerca. Como un decorado. O como un escenario en el que adentrase. O no. Dependerá de cada uno.
Mérito del autor es atraparnos en el relato de esta caída a través de esas voces que se suceden sin pausa, que nos cuentan pero que a menudo también reflexionan. Relato de vidas que se precipitan como si no hubiera remedio. Un relato, también, trufado de referencias, musicales, cinematográficas… Y un Madrid que no se parece en nada al de los turistas. Una ciudad que es para sus protagonistas –Amalia, Jaco, Leo, Juan, Caín, Salva…– precipicio, hoguera. Tal vez, solo tal vez, salvación.
Y volviendo al ensayo de David Becerra, dejemos al lector decidir si es relato delyo,odelnosotros.