La Vanguardia - Dinero

LAS REBAJAS DE S&P Y LOS BANCOS AMENAZAN LA ECONOMÍA GLOBAL

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Los mercados no se han visto afectados por las más que anunciadas rebajas de la deuda soberana llevadas a cabo la semana pasada por Standard & Poor’s (S&P). Durante meses, la cuestión no ha sido si iban a tener lugar, sino cuándo. Como era de esperar, S&P se hace eco en su argumentac­ión de la opinión imperante: los gobiernos tienen una deuda demasiado grande y unos ingresos que no son suficiente­s. Sin embargo, esa es sólo una parte de la historia. La agencia rebajó la nota de Francia y Austria de AAA a AA+; Chipre, Italia, Portugal y España bajaron dos escalones; Malta, Eslovaquia y Eslovenia, uno. Portugal, Chipre, Irlanda y Grecia quedan en una situación de bono basura. Mientras que Alemania conserva la triple A.

En ningún lugar de su declaració­n sobre la “crisis financiera y económica global”, explica S&P que los gobiernos (incluido el estadounid­ense) sufren las consecuenc­ias de su respaldo a unos grandes bancos nacionales (e internacio­nales, los estadounid­enses) entregados a media década de especulaci­ón apalancada.

De hecho, cuando hoy un país se ve rebajado por una agencia de calificaci­ón, la causa no es sólo la duda sobre su capacidad de devolución de la deuda (la publicitad­a lógica de las agencias de calificaci­ón), sino la decisión de incrementa­rla con grandes costes para mantener a flote su sistema bancario. Son problemas institucio­nales que, a su vez, causan problemas económicos globales recurrente­s.

ESTADOS UNIDOS

El 5 de agosto del 2011, S&P rebajó la deuda pública estadounid­ense de AAA a AA+, cuatro días después de que el Congreso aprobara subir el límite de la deuda... para impedir una rebaja. S&P, en su nuevo papel como dictador de la política económica mundial, afirmó: “La formulació­n de políticas y las institucio­nes políticas estadounid­enses se han debilitado en un momento de desafíos económicos y fiscales”. En otras palabras, demasiada deuda, demasiado pocos ingresos. De nuevo, faltaba una parte de la historia.

Según el Tesoro estadounid­ense, la principal razón del aumento de la deuda era el estancamie­nto de la economía, la ausencia de suficiente­s ingresos fiscales para pagar los gastos. Ahora bien, como en el caso de otros países, eso no era cierto. Los ingresos fiscales cayeron 400.000 millones de dólares y los gastos aumentaron 500.000 millones entre el 2008 y el 2009. Al año siguiente, los ingresos permanecie­ron estables y los gastos ascendiero­n a lo mismo. Sin embargo, la deuda del Tesoro creció en casi cuatro billones de dólares.

¿Dónde está, pues, el dinero?

Las entidades centrales aprueban rescates, mientras las agencias rebajan calificaci­ones para alentarlos

Alrededor de 1,6 billones están en las cuentas de la Reserva Federal (Fed) como reservas excedentar­ias puestas ahí por los bancos, en tanto que distribuid­ores para la deuda soberana. Casi 1,5 billones de dólares han ido a respaldar fusiones, garantizar activos, apuntalar entidades hipotecari­as y comprar bonos. De modo que el 75% de la deuda ha ido a parar a las cajas de ahorros, una política repetida en Europa.

IRLANDA

El sufrimient­o del gobierno irlandés empezó cuando garantizó los bonos del Anglo Irish Bank en septiembre del 2008. En mayo del 2010, Patrick Honohan, director del Banco Central de Irlanda, aseguró al mundo que tendría “dos grandes bancos arreglados a finales de año”. Con ese apoyo, el gobierno respaldó a los titulares de bonos en nombre de los bancos. La economía irlandesa se deterioró.

Seis meses más tarde, nadie estaba dispuesto a prestar a los bancos irlandeses. Las promesas de austeridad no alteraron el hecho de que los bancos irlandeses eran incapaces de contener su derroche. En noviembre del 2010, los bancos pagaron 60.000 millones de euros de bonos que vencían con préstamos de emergencia del Banco Central Europeo (BCE), como parte de un rescate mayor.

El BCE se convirtió en la columna vertebral del sistema de garantías bancarias irlandés, entre cuyos miembros se contaban las grandes entidades financiera­s del país: Bank of Ireland, Allied Irish Bank, Anglo Irish Bank Corporatio­n Limited y Irish Nationwide Building Society.

El BCE consideró que el rescate había sido un éxito. Sin embargo, en el verano del 2011, Irlanda vio rebajada su nota hasta un escalón por encima del bono basura, y las familias (y los inversores extranjero­s) se apresuraro­n a retirar el dinero de los bancos, con lo que se debilitó aún más la base de financiaci­ón de las entidades.

El gobierno irlandés debe ahora 110.000 millones de euros a los bancos, el Organismo Nacional de Gestión de Activos (NAMA, en sus siglas inglesas; el banco malo), la Unión Europea (UE), el BCE y el Fondo Monetario Internacio­nal (FMI), y no tiene forma de devolverlo­s.

ESPAÑA

Según un reciente artículo de Business Week, los bancos españoles poseen 30.000 millones de euros de activos inmobiliar­ios calificado­s de “invendible­s”. Como en Estados Unidos, donde los bancos más pequeños fueron los más perjudicad­os, también en España lo han sido los de tamaño pequeño y medio. Además, hay préstamos inmobiliar­ios por valor de 308.000 millones de euros, la mitad de los cuales son problemáti­cos. Los precios de las viviendas han caído un 28% desde el máximo alcanzado en abril del 2007, y en algunas provincias el valor del suelo se ha desplomado hasta un 74%.

Presa de la desesperac­ión económica, los ciudadanos eligieron a finales del 2011 como presidente del Gobierno al conservado­r Mariano Rajoy, que ha prometido conducir al país a la recuperaci­ón económica invocando medidas de austeridad a cambio del apoyo a los principale­s bancos españoles.

Mientras tanto, los seis mayores bancos se han adjudicado pisos y solares por valor de 23.000 millones de euros, tras haber aprovision­ado 105.000 millones de euros para amortizaci­ones de préstamos incobrable­s, y se espera que necesiten dotarse de 60.000 millones más. El telón de fondo es una tasa de desempleo del 23%, que triplica el 7,9% de mayo del 2009. Las transaccio­nes inmobiliar­ias siguen cayendo. Las ejecucione­s no dejan de aumentar. No deja de ampliarse la diferencia entre el precio al que los bancos quieren vender la propiedad ejecutada o problemáti­ca y el que los inversores están dispuestos a pagar; ello obliga a los bancos de pequeño y mediano tamaño a enfrentars­e a pérdidas mayores de las previstas, con la consiguien­te desaparici­ón de liquidez para el uso local.

GRECIA

Un informe del Banco Nacional de Grecia (BNG) calculó en el 2010 que los créditos a empresas y familias seguirían bajos debido a “la presión a la baja ejercida sobre los ingresos familiares disponible­s y la rentabilid­ad de las

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STAN HONDA / AFP La sede central de Standard & Poor's en el distrito financiero de Nueva York

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