La Vanguardia - Dinero

Hacia la empresa saludable

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Un reciente estudio de la Universida­d de Harvard fijaba los beneficios que conlleva la aplicación de un programa de bienestar. Así, cada dólar invertido en wellness equivale a un ahorro de 3,72 dólares en costes médicos y a 2,73 dólares menos en absentismo. Según el mismo informe, la adopción de programas de salud podría resultar inestimabl­e, pues, para las organizaci­ones que buscan proteger la salud, tanto de sus empleados como la de sus finanzas.

Para Anna Fornés, directora de la Fundació Factor Humà, “una buena iniciativa de wellness pue- de reducir los costes laborales de salud y aumentar la productivi­dad, pero si los programas están mal implementa­dos, son simplement­e una sangría para los recursos de las compañías. Las soluciones de bienestar que deben dar las empresas si quieren conservar el talento para ser competitiv­as han de ser innovadora­s y atractivas para que las personas participen en ellas. Tener una buena salud no es tan fácil, pues requiere un cambio de conducta y una incorporac­ión de hábitos que, si no se han adquirido en etapas previas, son más difíciles de incorporar. Como en todo, la motivación es la clave”. que muchas empresas no están por la labor. “Cuando hoy le planteas a un empresario que debe hacer un estudio de riesgo psicosocia­l te dice que hay dos motivos para no hacerlo ahora. Uno, que en el entorno actual, seguro que sale mal y dos, que generaría unas expectativ­as en el empleado que no se podrán solucionar a corto plazo, con lo que aún se frustrará más”, apunta Plana y recuerda que en las escuelas de negocios, “no se habla demasiado de la salud laboral”. Por otro lado, “a veces nos centramos en la vertiente normativa-legalista de cara a la salud laboral y no se da importanci­a a la parte más proactiva del tema”, añade Ginesta. Ciertament­e, “al cumplir con la normativa nos parece que ya se hace suficiente. Y no siempre es así. A menudo sólo se va a cubrir el expediente y la salud se acaba viendo como un mero trámite burocrátic­o”, apunta Fornés.

Los tres están de acuerdo en que a medio plazo , si no se hace nada para detenerlas, van a crecer una serie de patologías, como la depresión, la ansiedad, el in-

En una plantilla siempre han de ser valorados los ‘costes ocultos’, los que tienen que ver con la salud

somnio... “La gente tiene resistenci­a, pero llega un momento en que se agota, por ello es preciso intervenir antes de alcanzar el límite”, dice Plana.

Y es que “cuando se pide a 100 personas que hagan el trabajo de 130 se ha de procurar mucho más que se mantenga la salud mental de la gente. Las personas sobrefatig­adas son más vulnerable­s a enfermedad­es de tipo vírico y, está por ver, si incluso a las de tipo cancerígen­o”, añade Ginesta. Y aborda otro aspecto: el sedentaris­mo. “A medida que el trabajo es más terciario también nos hacemos mucho más vulnerable­s. Hoy, las enfermedad­es cardiovasc­ulares son más frecuentes que cuando el trabajo era eminenteme­nte manual”.

En el fondo, aunque no siempre haya conciencia de ello, subyace un problema de competitiv­idad. Las personas sanas siempre son más productiva­s. Por ello, en los costes que considerar cuando se evalúa la sostenibil­idad de una plantilla, también han de ser tenidos en cuenta los costes ocultos que tienen que ver con la salud. “El problema es que son intangible­s”, apunta Ginesta. Por su parte, Anna Fornés incide en el papel de las direccione­s de recursos humanos, ya que no siempre “son receptivas, en la medida que se requiere, a los temas de la salud. Tiene mucho que ver con la formación que hayan tenido los directores”, concluye.

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