Interiorismo a fuego lento
La cocina: un espacio confortable, pleno de vida y apto para todo tipo de actividades
Es el espacio arquitectónico que más ha evolucionado en los últimos años. Si hace tan sólo tres décadas era una estancia anónima y funcional, reservada al ama de casa y al servicio, ahora es el centro del hogar, un espacio abierto, confortable y lleno de vida, apto para todo tipo de actividades.
“Hoy, en la cocina no sólo se preparan y almacenan los alimentos, sino que también se come, se trabaja, se estudia, se ve la televisión, se lava y plancha la ropa, se comparten conversaciones y se recibe a los amigos más íntimos”, afirman Lluïsa Deulonder y Chone de la Sotilla, quienes desde hace 30 años dirigen la firma Deulonder Arquitectura Doméstica, especializada en el diseño integral de cocinas.
“Cuando nosotras empezamos a trabajar, las casas tenían una cocina que generalmente daba a un patio de luces, un cuarto de servicio, una galería y un comedor, todo separado.” Ellas fueron pioneras en integrar los distintos espacios, proyectando estancias para vivir y convivir en familia. “Hoy en día este concepto se da ya por supuesto, y los retos son otros –dicen–. El público demanda una utilización selectiva de pocos materiales y de calidad, a fin de crear espacios intemporales, con el mismo grado de confort que el resto de la casa.”
Las cocinas Deulonder, artesanales y diseñadas a medida del cliente, son cálidas y conforta- bles, espectaculares incluso, pero sobre todo prácticas. “Hemos diseñado más de 1.000 cocinas dentro y fuera del país, cada una de ellas con su propia personalidad, desde apartamentos de 30 m2 a espacios enormes. El secreto no está en el número de metros, sino en el buen uso que se hace de ellos”, afirman.
Para lograrlo hay que escuchar mucho al cliente, captar su estilo de vida, sus necesidades, y a partir de ahí distribuir el espacio con el objetivo de que todas las acciones sean fáciles, lógicas y ergonómicas, simplificando el tiempo empleado. El siguiente paso consiste en la elección de los materiales, la pintura, la iluminación, el mobiliario y los electrodomésticos, cuidando mucho todos los elementos, pensando siempre formas puras y materiales neutros, con isla central, bien iluminada, que comparte las funciones de fuego y barra de desayunos
y un cierto aire retro. Las paredes se alicataron en cerámica biselada, con encimeras de mármol y muebles blancos. La mesa de comedor es de roble
central, iluminado de forma acogedora, que cobra total protagonismo en el espacio. El armario de la derecha esconde la zona de lavar y planchar
de esta cocina se resolvió mediante una isla central de trabajo que se prolonga en un elemento más bajo destinado a comedor, ambos con sobre de corian blanco en la optimización del esfuerzo. “Cada detalle importa. Todo ha de ser práctico y estético a la vez”, aseguran ambas. En este sentido, una de sus reivindicaciones es la zona destinada a lavar, tender y planchar la ropa que, si el espacio es escaso, puede incluso esconderse en el interior de un armario con suelo radiante y puertas ventiladas, situado en la misma cocina, “se trata de que no se pierdan las cosas funcionales”, dicen. Para facilitar estas funciones ellas han diseñado también toda una logística y una serie de carros en donde colocar la tabla de planchar, los cajones con los enseres de costura y las cestas.
El precio del diseño y ejecución del proyecto va de entre 35.000 euros a 100.000 euros para una cocina de 6 m2.