La crisis pasa factura a la recaudación
El Gobierno prepara los presupuestos del 2012 para equilibrar las cuentas
Está claro, explica Javier Díaz-giménez, profesor del Iese, que con el actual problema de déficit público que tiene España no queda más remedio que incrementar la recaudación –que no es sinónimo de subir los tipos– y bajar los gastos”. La tendencia neoconservadora de bajar tributos, iniciada en los años ochenta por Margaret Thatcher, puede darse la vuelta en Europa en los próximos ejercicios. Y países como Italia, Portugal, Grecia o España redibujan ya su política fiscal.
España registrará en el 2011 un déficit aproximado del 8%, frente a un objetivo comprometido del 6%. Las causas son conocidas. Una de ellas es el incremento en los gastos. Otra, de la que se habla menos, es el hundimiento de los ingresos de la administración central, de las comunidades autónomas y de los ayuntamientos.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, confirmó la semana pasada que se cumplirá el objetivo comprometido con Bruselas para el 2012, que es del 4,4% del PIB, y del 3% para el 2013. El 3% es la cifra compro- metida en el tratado de Maastricht, que España suscribió en 1992 para entrar en la UE. Ahora se habla de flexibilizar esa cifra.
Según Luis del Amo, secretario técnico del consejo general de los colegios de economistas, la continua merma de ingresos por parte de las arcas del Estado “ha contribuido a la actual situación”. A su juicio, “en España se ha recaudado durante los últimos tres años 60.000 millones menos”. Esto responde a dos motivos. Por una parte, la crisis ha provocado una caída recaudatoria en los tres niveles de la administración y, por otra, las previsiones de recaudación se quedaron lejos de lo previsto.
Según los últimos datos disponibles en la Agencia Tributaria, que corresponden al 2010, sólo el IVA superó lo previsto por el incremento del tipo normal al 18%. El presupuesto del Estado tenía recogido que la recaudación del IVA iba a ser de 36.931 millones y finalmente ascendió a 49.086 millones. El resto no cumplieron lo previsto. Con el IRPF se planeó recaudar 70.026 millones en el 2010 y, finalmente, se quedaron en 66.977 millones. Al obtener menos beneficios, las empresas pagaron 3.986 millones menos de lo presupuestado.