Iznik, lujo otomano
En la última licitación de Goya Subastas un plato de cerámica Iznik, que contaba con un precio de salida de 300 euros, se adjudicó en 145.000
Iznik, ciudad situada junto a los mares de Mármara y Muerto, había sido conquistada por Alejandro Magno y bautizada como Nicea. Denominada la pequeña Roma de Asia, fue elegida por el emperador Constantino para construir su palacio imperial de verano y convertirse en capital del imperio romano de Oriente. A la caída de Roma, nació la Nicea bizantina, y su nombre se fue transformando en Iznik, que significaba en griego “ir a Nicea”. La paradisiaca ciudad también sedujo a los sultanes y en el siglo XIV ya formaba parte del imperio otomano. Sus edificios más interesantes son la catedral de Santa Sofía, en la que se celebraron el primero (325) y el séptimo (787) concilio Ecuménico; la mezquita Yesil, construida en 1391; el complejo arquitectónico Nilüfer Hatum Imareti, y los museos de cerámica enclavados en distintos edificios y los restos de las murallas romanas.
Con una iconografía muy característica, la calidad de la cerámica de Iznik se convirtió en un codiciado deseo para coleccionistas de todo el mundo, y lo sigue siendo ahora, dada la escasa aparición de estas piezas en el mercado.
Los expertos diseccionan la hermosa cerámica de Iznik. Jordi Carreras, de Balcli’s, centra las cotizaciones de la loza de Iznik: “Los platos y jarras que hemos subastado siempre se han cotizado entre 5.000 y 7.500 euros. El altísimo precio alcanzado por el plato de Goya Subastas seguramente se explica por ser un objeto especialmente raro que era disputado por varios coleccionistas. Las piezas más valoradas de Iznik son las del siglo XVI, que puede considerarse la época dorada de esa manufactura turca. Suelen pagarse más las de forma (jarras o platos) que los azulejos. La decoración habitual es la de temática floral, pero si aparecen otros elementos, como barcos o figuras, los precios se disparan. Es muy diferente del
Las piezas más valoradas de Iznik son las del XVI, la época dorada de esa manufactura turca
de la porcelana china, porque las piezas son mucho más escasas, dado que la producción acabó en el siglo XVII”.
Alice Bailey de Bonhams recomienda “buscar una buena composición en la distribución del diseño en la pieza, que el vidriado sea transparente y no esté corrido y que la cerámica esté intacta. Lo maravilloso de esta loza es lo variado de su diseño. Una de las sobresalientes colecciones de Iznik se encuentra en el Museo Gulbenkian de Lisboa, que refleja su rico repertorio decorativo producido entre los siglos XVI y XVII”. Bonhams vendió a un coleccionista particular belga, el pasado 4 de octubre del 2011, una importante jarra de agua (surahi) fechable
Plato de cerámica esmaltada turca Iznik, hacia 1550. Salida:
Remate: hacia 1575, por 190.000 libras”. Sara Plumby, directora del departamento de arte islámico de Christie’s, entiende que el valor a una pieza de Iznik se lo añade la claridad de color, la forma y su estado de conservación”, asegurando que sus poderosos diseños son buscados por los coleccionistas de todo el mundo.
El plato que vendía Goya por 300 euros despertó mucho interés. Durante la exposición llegaron coleccionistas interesados desde El Cairo, Nueva York y Londres. Al final se lo adjudicó un coleccionista inglés por 145.000 euros, y lo más curioso es que, tras la subasta, otro coleccionista le ha ofrecido medio millón de euros al nuevo propietario.
Por su parte, Ingeborg Fiegl, experta de la sala de subastas austriaca Dorotheum, reconoce que “la cerámica de Iznik no se encuentra fácilmente en el mercado y que hay que tener mucho cuidado con las imitaciones, que existen desde el siglo XVII provenientes de Italia y Francia”.
Benedict Carter, director de Oriente Medio e India de Sotheby’s, fija los parámetros para coleccionar piezas de cerámica Iznik: “Para adquirir loza de Iznik hay que tener en cuenta varios aspectos. El periodo de los hornos cerámicos duró unos 150 años, desde finales del siglo XV hasta el primer cuarto del siglo XVI, y por eso el precio oscila significativamente. Las primeras piezas, ejecutadas en azul y blanco reflejando la influencia de las artes decorativas persas y chinas, son ahora extremadamente inusuales”. En el último cuarto del siglo XVI, los ceramistas desarrollaron un verdadero, único y reconocible estilo turco otomano, con el uso de pigmentos verdes, azules y suaves rojos. Muchos platos, jarrones y jarras fueron decorados en un estilo floral, incorporando jacintos, tulipanes, claveles y rosas. Otros diseños incluyen formas abstractas, como rayas de tigre, escamas de pez y motivos cin
así como animales, pájaros y elegantes barcos.