Un traje (financiero) a la medida
Aunque la CNMV regula la actividad de las Empresas de Asesoramiento Independiente desde hace tres años, pocos españoles las conocen
Conoce usted a alguien en España que se haya animado a dejar su capital en manos de un asesor financiero independiente? Si es así, usted se encuentra en contacto con un elemento excepcional: apenas el 1% de los inversores particulares españoles trabaja codo a codo con alguno de estos especialistas...
Y no son pocas las EAFI (Empresas de Asesoramiento Financiero Independiente) que hay en España. Al contrario. La Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ya regula la actividad de 82 de ellas.
La CNMV también dice que las EAFI deben ser transparentes, personalizadas y próximas, algo así como un sastre o un preparador físico a la carta. Y es cierto: la mayoría de EAFI ofrecen esas cualidades. Sin embargo, siguen siendo unas desconocidas entre el gran público español, algo que no ocurre en el ámbito estadounidense, británico, alemán, francés, suizo, sueco o italiano, donde abundan. Es inevitable: Spain (y también en el ámbito financiero) is different.
“En España vamos con retraso. Desde siempre, las EAFI hemos sido una rara avis, algo así como el loco de la colina”, admite Víctor Alvargonzález, consejero delegado de Profim, una de las líderes en el sector, firma con 16 años de recorrido y una cartera de 1.300 clientes.
Si Alvargonzález cuenta todo esto, lo hace porque opina que el nuestro es un país bancarizado. “En España se considera normal que una entidad bancaria lo haga todo. Y ese es un error, una anormalidad en el sistema productivo. En todas las cadenas tiene que haber un fabricante, un distribuidor y un asesor. En el ámbito médico, por ejemplo, la industria elabo- ra el medicamento, la farmacia lo distribuye y los médicos lo recetan. De esa manera, no todo queda en las mismas manos. Sin embargo, en el sector financiero español, el proceso está estancado: el banco fabrica el producto, lo distribuye entre sus sucursales y lo receta al cliente a través de sus comerciales...”.
Y es aquí, en el último punto, donde el proceso se bloquea. “Nosotros, los asesores financieros, deberíamos ser los médicos: somos quienes tendrían que recomendar a los ahorradores dónde invertir, y no los comerciales del banco, que a menudo miran por la entidad y no por el cliente”.
“Nuestra cultura financiera es otra”, dice Ignacio Lastres, director de Inversis, entidad cuya plataforma de inversión colabora con una quincena de EAFI. “En
“Las EAFI siempre hemos sido una rara avis; lo cierto es que España va retrasada”, admite un asesor
el Reino Unido, el 70% de los ahorradores trabaja de la mano de una IFA ( Independent Financial Advisers, así se conocen allí). En Suiza lo hace la mitad. En Alemania, el 30%. En España, muy pocos: se trata de un país bancarizado, con muchas oficinas y un particular poco exigente y de escasa cultura financiera”.
En realidad, en el mundo financiero hay mucho particular escamado. Por eso mismo, y también por el elevado coste de contratación de una EAFI –en muchos casos, hay que disponer de un capital mínimo de 100.000 euros para ello–, estas aún ocupan un segundo plano: sólo ganarán a un cliente si le convencen de su valor añadido. “Si le diseñas un traje a la medida, el inversor lo comprará. El tratamiento debe ser