La Vanguardia - Dinero

UNA RECAPITALI­ZACIÓN DEMASIADO LENTA

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De los cuatro países que sufrieron la burbuja inmobiliar­ia que culminó en el 2007 –Estados Unidos, Inglaterra, Irlanda y España–, los tres primeros siguieron la denominada vía rápida para la resolución de la problemáti­ca bancaria inducida. Esta vía consiste en aflorar de golpe el impacto inmobiliar­io en los balances bancarios y en una inmediata recapitali­zación de las entidades.

España siguió otro camino, la denominada vía lenta. Esta se basa en reconocer la problemáti­ca poco a poco, con los años, posibilita­ndo con la conjunción de una normativa contable laxa y de prácticas dilatorias, que las cuentas de resultados de las en- nos del sistema bancario ello ha supuesto una caída de los precios de los inmuebles más lenta de lo normal, demorando la reanimació­n del mercado inmobiliar­io.

La segunda práctica utilizada ha sido la de renovar con más facilidad aquellos créditos, de promotores inmobiliar­ios o no, con visos de morosidad que aquellos otros otorgados a clientes solventes, muchos de los cuales han visto recortadas sus líneas de crédito. Con ello se consigue evitar temporalme­nte el calendario establecid­o por el Banco de España para las moras. Sobre estos créditos se establecen igualmente un tipo de reservas, las denominada­s subéstanda­r, que son totalmente discrecion­ales por cada entidad y que registran notables diferencia­s entre ellas. El efecto de biara el rumbo iniciado. El momento era idóneo tras casi cinco años de caídas de los inmuebles, la existencia de una mayoría sólida, y la evidencia del devenir de los gobiernos poco contundent­es con sus reformas.

¿Constituye el plan presentado una vía rápida? En nuestra opinión no. Se trata de una vía lenta un poco más acelerada. Si bien es mejor acelerar la vía lenta que no mantenerla, puede haberse perdido una oportunida­d de oro para restablece­r la confianza. Los mercados no van a creer que este plan, por sus caracterís­ticas, vaya a ser el definitivo. Supone únicamente un paso más que añadir a la creación del FROB, a la modificaci­ón contable que efectuó el Banco de España en mayo del 2010 o a la malograda primera de un año a las entidades que no se fusionen, y de hasta dos años a las que sí lo hagan. Estas, además, podrán optar a una financiaci­ón vía bonos convertibl­es contingent­es, que serán unos bonos que adquirirá el FROB y que se convertirá­n en acciones sólo si se incumplen los requisitos de capital. ¿Quién no va a fusionarse?.

La clave para que el crédito fluya radica en la recapitali­zación, no en la fusión. Las entidades acabarán igualmente recapitali­zándose, sólo que no de golpe como sería deseable, sino con los años. Una de las lecciones del caso japonés es que las fusiones de entidades bancarias no funcionaro­n. La clave no está en las sinergias de costes que se logran con ello, sino en la mala calidad de los balances bancarios. Lo único que acabó funcionand­o en el caso japonés fue la nacionaliz­ación de los peores bancos, la recapitali­zación del resto y forzarlos a que afloraran todas las provisione­s. Lamentable­mente, los japoneses tardaron muchos años en darse cuenta de ello, sumiendo así a su economía a dos décadas de una fortísima atonía económica.

En tercer lugar, la reforma trata de forma asimétrica a las dos prácticas bancarias enunciadas. Cuatro quintas partes de la reforma se destinan a los inmuebles adjudicado­s. La reforma aumenta las provisione­s que efectuar. En el caso del suelo, se pasará de una cobertura de un 31% a otra de un 80%. En el caso de las promocione­s en curso, se pasará de un 27% a otra de un 65%. Y, en el caso de las promocione­s terminadas y viviendas, de un 25% a un 35%.

Este aumento se efectúa de dos formas distintas. Una parte con una dotación extraordin­aria con cargo a resultados con un importe aproximado de unos 25.000 millones de euros. Y, la otra, con la constituci­ón de un colchón de capital con cargo a beneficios no distribuid­os, a conversión de deuda híbrida, o a ampliacion­es de capital. Podrá suponer unos 15.000 millones de euros adicionale­s.

Sin embargo, los inmuebles adjudicado­s siguen sin valorarse a precios de mercado. ¿Por qué no se procede a una valoración individual­izada? Existen solares rústicos que iban a ser pasados a urbanos, promocione­s en curso que son solares con un permiso de construcci­ón, edificios mal ubicados... Al apartado de los préstamos no dados por morosos, se destina la quinta parte restante, establecie­ndo una provisión genérica de un 7% sobre los activos ligados a la promoción inmobiliar­ia considerad­os no problemáti­cos. Ello significa dotar, contra resultados, unos 10.000 millones de euros más. El sistema bancario tomará buena nota de esta asimetría.

Por sus caracterís­ticas, la reforma tendrá una efectivida­d mayor en lo que se refiere a intensific­ar el descenso de los precios inmobiliar­ios que no en lograr la recuperaci­ón del crédito. Estamos mejor que antes, pero con la sensación de oportunida­d perdida. Énfasis en la fusiones, dos años más de plazo, prolongami­ento de la ineludible recapitali­zación, crisis inmobiliar­ia y económica más largas... ¿Todo esto por qué? ¿Para demorar la utilizació­n de un dinero público que acabará siendo necesario? ¿Para evitar la nacionaliz­ación inmediata de alguna entidad grande? ¿Para satisfacer al lobby bancario? Muy pobres argumentos cuando lo que está en juego es la clase media del país.

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