El reto es comer hoy y en el 2050
La FAO revisa a la baja las necesidades de crecimiento de la producción agrícola
el 2050, el siguiente paso importante es estudiar cómo garantizar la seguridad alimentaria sin tener que incrementar la producción agrícola en un 60%, importante por el impacto que supondría para los recursos naturales”, afirmó Da Silva, que descartó la posibilidad de incrementar la producción agrícola con el mismo método de uso intensivo de fertilizantes y pesticidas de los últimos cincuenta años.
La revisión a la baja, explicó, se ve influenciada por una ralentización del crecimiento de la po-
“Se pierde o se desperdicia en todo el mundo una tercera parte de los alimentos producidos cada año”
blación en algunas regiones. Otro factor es que gradualmente algunas sociedades alcanzarán niveles de consumo per cápita a partir de los cuales no habrá más recorrido para seguir aumentado, y por último, la constatación de que la demanda en algunas poblaciones de rápido crecimiento económico y de población afrontan largos periodos antes no consigan niveles de ingresos per cápita elevados y generalizados.
Otro de los temas abordados en la conferencia fue el despilfarro. “Se pierde o desperdicia en todo el mundo una tercera parte de los alimentos producidos cada año, aproximadamente 1.300 millones de toneladas anuales, según un estudio de la FAO y el Swedish Institute for Food and Biotechnology”, afirmó Da Silva, que informó que en los países en desarrollado el 40% de las pérdidas se inician tras la cosecha, en el procesado, el transporte y el almacenamiento, mientras que en los países industrializados el 40% se concentra en el comercio y en el entorno del consumidor. “Si reducimos las pérdidas en un 25%, tendremos alimentos adicionales para unos 500 millones de personas más al año sin tener que producir más”, aseguró.el ministro de Nigeria realizó una de las intervenciones que despertaron más interés. Por un lado, resaltó el potencial ilimitado de la agricultura en África y, por otro, el desperdicio que se produce en el continente por la falta de infraestructuras de almacenamiento y transporte adecuadas, y por las dificultades de acceso a tecnología y financiación.