El petrodólar se refugia en el arte
Los acaudalados inversores de países emergentes buscan rentabilidad en pinturas de primera línea
En los primeros días de este febrero se supo que el emir de Qatar, Hamad bin Jalifa Al Thani, había batido un récord: en diciembre del 2011 había pagado 250 millones de dólares (191,6 millones de euros) por un Cézanne. Concretamente, por una de las cinco versiones de Los jugadores de cartas, creación que el genio francés había compuesto en su casa a las afueras de Aix-en-provence a finales del siglo XIX.
La noticia anunciaba, como mínimo, un par de cosas. La primera: que un nuevo orden geoeconómico mueve los hilos del arte. El petrodólar del golfo Pérsico (y en menor medida los yuanes chinos y los rublos rusos) ha heredado el espacio que en otras décadas ocuparon japoneses y estadounidenses como grandes inversores en pinturas y esculturas. Y la segunda: el arte de alto nivel tiene un peso notable como valor refugio.
“En tiempos de crisis, las mejores joyas y el mejor arte siempre mantienen su valor”, dice Fernando Romero, director de Palau Palmerola Art Consulting. “De hecho, los inversores comprenden que invertir en esas piezas es mucho más seguro que invertir en bolsa. Porque los mercados, y lo hemos visto especialmente en los últimos tiempos, a veces se caen...”.
En realidad, la lectura de Romero –“impresionismo, moderno y contemporáneo se venden muy bien”, dice– admite matices y algunas respuestas: no todos lo
(2011). Es la venta más cara de la historia
‘NUMBER 5’,
de Jackson Pollock, vendido por (2006)
‘WOMAN III’,
de Willem de Kooning, vendido por (2006)
BUSTO’,
de Pablo Picasso, vendido por (2004)
‘MUCHACHO CON PIPA’,
de Pablo Picasso, vendido por
(2004) ven de la misma forma. Un experto consultado por este diario, y que conversa bajo la condición del anonimato, dice que no todo el arte gana valor con el tiempo. “Conozco a coleccionistas que invirtieron muchos años y mucho dinero en construir su colección, y que hoy se ven fatal. Si vendieran ahora, sus inversiones se irían por los suelos. Otra cosa son las grandes creaciones. Los Barceló, los Picasso o los Miró siempre van hacia arriba. Ahora bien, ¿quién puede permitirse una de estas obras?”.
“Hay dos formas de adquirir arte –dice Eduard Duran, director de la galería Tres Punts–. Puede hacerse con el espíritu del coleccionista, que es el que me gusta a mí: comprar con corazón, disfrutando de la adquisición. O puede hacerse con el ánimo inversor. En este caso, si el especulador actúa bien asesorado, la compra le dará réditos casi siempre. Aunque a mí este comprador me atrae menos. A veces, la especulación lo destruye todo”.
Duran confiesa que ha asistido a grandes operaciones especuladoras. Y que los resultados, con frecuencia, son positivos. “Conozco a inversores que compraron una pieza, la conservaron durante cinco años y la vendieron después, consiguiendo doblar su va-